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Microfinanzas en Pakistán, los grandes logros de las pequeñas ayudas

Microfinanzas en Pakistán, los grandes logros de las pequeñas ayudas

EFE

Islamabad —

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El sector de los microcréditos en Pakistán tiene una historia relativamente corta, pero uno de los primeros proyectos desarrollados en una zona rural del norte del país demuestra el éxito de estas iniciativas a escala local.

“Ahora nuestros hijos están mejor alimentados y pueden sacar más partido de los estudios”, resume un granjero, Nur Mohamed, ante una delegación de Naciones Unidas que viajó al distrito de Chakwal, en la provincia nororiental del Punyab.

El Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD) es una pequeña agencia de Naciones Unidas que promueve el desarrollo rural y que utiliza los microcréditos como una de sus principales herramientas para impulsar los avances en el campo.

“Dándoles la oportunidad de acceder a créditos les damos una herramienta para que sean más autónomos, y desarrollen sus aspiraciones y sueños”, explica un responsable regional de IFAD, Matteo Marchisio, que forma parte de la delegación internacional.

Chakwal fue escenario de uno de los primeros proyectos de microcréditos de IFAD en Pakistán hace poco más de una década, y los resultados son muy visibles y aún siguen dando frutos años incluso años después de que finalizara su desarrollo en la zona, en 2007.

Para la directora del organismo, la coreana Honae Kim, el impacto de este tipo de proyectos va mucho más allá de la concesión de créditos.

“Hay gente empoderada, que se ayuda mutuamente, con sentido de comunidad y de que hay que invertir para el futuro, en educación. Es absolutamente formidable”, explica Kim tras visitar varias de las comunidades que han dado un gran salto gracias a una pequeña ayuda.

“Lo más importante ha sido la creación del sentido de la responsabilidad, del trabajo y el esfuerzo colectivo, y eso revierte en beneficio de toda la comunidad”, desgrana el profesor de escuela Shakil Ahmed, que actúa como uno de los portavoces locales.

“Antes nuestras cosechas dependían casi del todo de cómo fuera la temporada de lluvias, pero ahora la situación ha mejorado mucho gracias al sistema de irrigación que hemos instalado”, detalla Alá Nur, un granjero local“, detalla Alá Nur, un granjero local.

Nur vive en el pueblo de Kiala, donde no solo se han usado créditos para mejorar infraestructuras de irrigación y dotar al pueblo de un depósito de agua potable, sino que también se ha mejorado la producción agrícola y se han montado granjas lecheras.

El trabajo en comunidad ha llevado a los 10.000 habitantes de Kiala a impulsar obras necesarias más allá de su actividad agropecuaria, como mejorar las carreteras y ampliar los tres centros escolares de la zona, dos de ellos para niñas.

Uno de los efectos más visibles de los proyectos de microcréditos en Kiala, acometidos gracias a la colaboración con entidades locales de apoyo financiero, es el impulso que ha recibido la población femenina.

“Ahora no hay ninguna niña de entre 5 y 10 años que no vaya a la escuela”, explica Tahira Yasmin, una joven de la comunidad, que también relata cómo se han creado hasta ocho organizaciones de mujeres para llevar adelante diversas iniciativas.

“Oímos mucho sobre los problemas de la situación de la mujer en el país. Pero si en una pequeña aldea del Punyab pueden lograr esto, lo mismo se puede hacer en cualquier otro sitio de Pakistán o del mundo islámico. Estoy impresionada”, afirma la directora de IFAD.

Según la estimaciones oficiales, Pakistán tiene más de un 60 % de población rural (sobre un total de cerca de 200 millones), y en Chakwal vive poco más de un millón de personas, que han recibido gracias a estos proyectos unos 5 millones de dólares.

A pesar de sus beneficios, el alcance de este tipo de proyectos en Pakistán crece lentamente, e IFAD solo tiene en marcha en la actualidad una inicativa de microcréditos, que abarca partes de la provincia del Punyab y de la vecina región meridional de Sindh.

El secreto para evitar que los granjeros y las comunidades se endeuden más allá de sus posibilidades y conocimientos de manejo del dinero, algo en lo que también reciben apoyo de IFAD, es dar cantidades pequeñas, unos 250 dólares de media por receptor.

La tasa de morosidad en Pakistán no supera el 3 %, explica Marchisio, que recuerda que en su primera visita a Chakwal un lugareño le dijo que el apoyo de IFAD los había ayudado “a organizarse para realizar sus proyectos, pero sobre todo a tener valor para hacerlo”.

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