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Pagar por sentarse juntos en el avión: el nuevo sobrecoste que indigna a los viajeros

Viajeros en una imagen de archivo en el aeropuerto de Palma.

Marta Garijo

Pagar por tener prioridad de embarque, por facturar una maleta o por sentarse juntos. Las aerolíneas, sobre todo las de bajo coste, están acostumbrando a sus pasajeros a que si se quiere viajar barato hay que olvidarse de las comodidades o pagar por los extras. Una de las últimas quejas de los pasajeros de Ryanair es que cuando facturan dos personas que han comprado los billetes juntos acaban colocados en dos filas diferentes, tras lo cual la compañía ofrece la posibilidad de sentarse juntos pagando por el cambio de asiento.

La compañía te asigna un asiento de forma gratuita si facturas entre los cuatro días anteriores al vuelo y un límite de dos horas antes del vuelo. Si quieres un asiento diferente al asignado o si quieres facturar antes tienes que pagar. El precio varía y es más elevado si se eligen, por ejemplo, los asientos más anchos de las salidas de emergencia o los de las primeras filas.

La queja de algunos viajeros es que, hasta hace unos meses, si se compraban varios billetes juntos los asientos solían ser contiguos. “Hasta ahora siempre nos han colocado juntos, pero ayer me colocaron a mí en la fila 32 y a mi acompañante en la fila 14”, cuenta Laura, que señala que una vez que hizo la facturación y le dieron estos asientos, le apareció un mensaje en la web que le daba la posibilidad de comprar un asiento contiguo por nueve euros. No es el único caso, en las redes sociales otros viajeros han mostrado sus quejas por este nuevo sistema.

La compañía señala que no han cambiado su política de asignación aleatoria de asientos. Respecto a la queja de algunos viajeros de que podrían haberlos sentado juntos, la compañía explica que es más sencillo vender unos asientos que otros. “Algunos pasajeros que han escogido asignación aleatoria de asientos están confundidos porque hay asientos vacíos a su lado cuando hacen el check-in hasta cuatro días antes de su vuelo”, explica en un correo electrónico la compañía.

“La razón por la que no se les asigna estos asientos de pasillo o ventana es porque es más probable que este tipo de asientos sean elegidos por pasajeros que hacen el check-in 24 horas antes de despegue. Como nuestra ocupación es actualmente del 95%, debemos mantener estos asientos de pasillo y ventana libres para facilitar que aquellos pasajeros que estén dispuestos a pagar por ellos lo hagan”, añaden.

Más allá de sentarte separado de tu guitarra, el problema aparece con los menores. Desde octubre del año pasado, Ryanair obliga al adulto que viaje con un niño menor de doce años (excepto bebés) a pagar un asiento y así asignarle otro de manera gratuita al menor. En este caso se pagan cuatro euros si el asiento elegido es entre las filas 18 y 30, un precio que se incrementa si se quiere un asiento en una fila anterior.

Hasta 2013, Ryanair no asignaba ningún asiento a sus viajeros, lo que originaba largas colas a la hora de embarcar. En diciembre de ese año, en plena flexibilización de su política de trato al cliente, Ryanair anunciaba que asignaría un asiento de forma gratuita a cada pasajero, aunque elegirlo tendría un coste.

Facturar una maleta o prioridad de embarque

No es el único coste, ni la única compañía que vende a sus viajeros otra serie de pluses adicionales al billete de avión. Easyjet, Norwegian o Wizzair a la hora de comprar los billetes incluyen extras que van apareciendo en las pantallas posteriores a la elección de horarios. Entre los más comunes están algunos como seguros, la prioridad en el embarque, la facturación de una maleta de mayores dimensiones a las de cabina o utilizar algún medio de pago concreto.

En el caso de Easyjet, la compañía limita a un bulto el equipaje que puede llevarse en cabina y en su página web explican que en caso de tener que llevar a bodega equipaje en la puerta del avión el coste a pagar es de 45 euros. Por su parte, Norwegian señala que son la única compañía con base en España que ofrece wifi gratis en la mayor parte de sus vuelos de corto y medio radio. La compañía cuenta con cinco tipos diferentes de tarifas que a medida de aumentar el precio van incrementando sus prestaciones.

Fernando Moner, presidente de la asociación de consumidores CECU, explica que hay que diferenciar entre las prácticas transparentes y las opacas de las aerolíneas. “Lo importante es que el consumidor compre lo que decida y una vez que tenga el precio final del billete del bajo coste lo compare con otras propuestas”, señala. Moner recomienda leer bien la letra pequeña y recuerda que viajar en una aerolínea de bajo coste no significa tener menos derechos como consumidor.

Ante la duda de si es posible reclamar por los extras cobrados, desde Reclamador.es señalan que depende del caso porque aunque se está acotando el cobro de cargos extra, lo cierto es que la legislación sigue teniendo puntos ambiguos que permiten que las aerolíneas sigan cobrando algunos no indicados inicialmente. Además añaden que debe tenerse en cuenta que muchos de los cargos, como es el caso de los asientos, son más bien servicios extra que el pasajero puede elegir o no y que no son estrictamente imprescindibles para volar, por lo que no son reclamables.

En un estudio de hace unos años, la OCU calculaba que el precio de los billetes de las aerolíneas de bajo coste podía incrementarse un 43% desde el precio inicial al final. En aquel documento, la organización se hacía eco sobre todo de los billetes comprados a través de algunos agregadores de aerolíneas.

Unos sobrecostes que se están viendo ahora de forma muy clara en los nuevos viajes de bajo coste transatlánticos que han comenzado a operar LEVEL (la marca de bajo coste de IAG) y Norwegian. En un estudio del comparador Skyscanner señalaban que el coste del billete podía incrementarse hasta un 21% al añadir extras como facturar la maleta o el servicio de comida a bordo.

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