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El Palacio de Versalles reestrena su estanque principal, el dedicado a Latona

El Palacio de Versalles reestrena su estanque principal, el dedicado a Latona

EFE

Versalles (Francia) —

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Los millones de visitantes que cada año se dan cita en Versalles podrán ahora contemplar en sus jardines el Estanque de Latona tal y como lo veía a finales del siglo XVII el rey Luis XIV, quien encargó su construcción.

Para Versalles, el “renacimiento” del principal conjunto escultórico e hidráulico de sus jardines, que hoy volvió a ver correr el agua por todos sus dorados surtidores, “es un momento histórico”, subrayó en una entrevista con Efe la presidenta del establecimiento público del Palacio de Versalles, Catherine Pégard.

Sus entrañas no habían sido sondeadas desde su origen, destacó Pégard, tras subrayar la coincidencia del final de las obras con el tricentenario de la muerte de Luis XIV (1638-1715) y su inicio, en marzo de 2013, con el tricentenario del nacimiento de su autor, el jardinero real André Le Nôtre (1613-1700).

Edificada sobre la antigua “Fuente de los Sapos”, creada en tiempos de Luis XIII, Le Nôtre encontró su forma actual en 1689, tras las posteriores intervenciones propuestas por el arquitecto Jules Hardouin-Mansart (1646-1708), en particular para elevar la estatua de Latona y sus hijos con Júpiter, los gemelos Diana y Apolo.

“Así los cortesanos podían verla mejor incluso desde el propio palacio”, recuerda el ingeniero jefe hidráulico, Gilles Bultez, quien estudió grabados y dibujos antiguos para reencontrar y poder recrear los 74 juegos de agua disfrutados por Luis XIV y, a partir de ahora, durante los fines de semana, por el público.

Su elevación dejaba claro el mensaje que el rey quería transmitir con Latona, quien maldijo y condenó a ser metamorfoseados en batracios a los agricultores que le negaban el agua, a ella y a sus hijos.

La sedienta amante de Júpiter se encontraba de paso por Licia, al sur de la actual Turquía, durante la huida eterna a la que le había condenado Juno, esposa de su amado, al saberla encinta.

En pleno centro del jardín, “es un mensaje fuerte” a la gloria del rey, que entonces rondaba los cuarenta años, y del poder que quería implantar en Versalles: “si contradecís lo que el rey quiere, podemos transformaros en sapos, ranas, lagartos u otras cosas”, resumió Bultez.

“Los jardines -recalcó- son un soporte excelente para transmitir mensajes, no requieren palabras y el cortesano los recibe fácilmente”.

Integrado por 74 figuras -38 ranas, 15 lagartos, 15 tortugas y 6 agricultores en plena metamorfosis-, el imponente conjunto escultórico narra un célebre episodio de la infancia del dios solar Apolo, tal y como lo captó Ovidio en sus “Metamorfosis” y los escultores Gaspar y Baltasar Marsy a mediados del siglo XVII.

Volverle a dar vida ahora, con todos sus juegos de agua, sus dorados y sus esculturas y soportes restaurados, fue una “verdadera operación a corazón abierto”, destacó el arquitecto jefe de los Monumentos Históricos, Pierre-André Lablaude.

“Cuando el caso es muy grave se abre y se repara lo que no funciona y luego se cierra”, añadió.

Para salvaguardar este elemento principal del parque de Versalles hubo que desmontarlo enteramente y rehacer sus cimientos, restaurar canalizaciones y elementos diversos y, cuando esto era imposible, reproducirlos con las mismas técnicas con las que fueron creados, subrayó.

Se activaron en ello expertos en hidráulica antigua, en talla de piedra, jardineros, doradores, restauradores y toda una cadena de artesanos especializados capaces de trabajar como en el siglo XVIII para dejar el estanque en su estado inicial.

Fue un trabajo excepcional porque era una obra “muy compleja, muy antigua, muy prestigiosa y muy decorativa, que sufría de desordenes extremadamente complejos”, resaltó el arquitecto jefe.

La operación, que incluyó las dos fuentes laterales y los parterres que completan el monumento, costó ocho millones de euros en total, un presupuesto costeado por la fundación suiza Philanthropia, precisó.

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