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“Rajoy puede poner el punto y final al carbón, cada vez creo más que no quedará nada”

Plácido Álvarez (a la derecha con la bandera), en la Marcha de los Mineros a su paso por la Cuesta de las Perdices, en Madrid. Foto: J.A. Marrón

José A. Otero

“Queda irse de España, acaban con todo”. La sentencia demoledora es de Plácido Álvarez Agra, minero y en la calle desde octubre. Es uno de aquel puñado de mineros de la Marcha Negra que entró a pie en Madrid en julio al grito ciudadano de 'Esta es nuestra selección' tras 19 días a pie desde Bemibre. Hoy es uno de los seis millones de parados.

Placi, como se le conoce en Matarrosa del Sil, donde reside, nació hace 38 años en Santa Cruz del Sil. Es el pueblo que se hizo célebre el verano pasado porque ocho compañeros permanecían encerrados en un pozo. Quería defender “el futuro de la zona y del país, porque esto es de todos”. Pero aquel grito de ‘Sí se puede’ con el que cruzaron entre miles de personas no paró la política de acelerar la liquidación del sector por parte del Gobierno del PP –ya lo intentó en 1996–, ni prácticas empresariales decimonónicas. Como víctima, narra la desunión del sector y un desgarro en el país.

Hizo la Marcha Negra y ahora está en la calle.

La realidad es que se hizo todo lo que se hizo para otros, para el politiqueo. Fue acabar la marcha, llegar aquí, con la gente encerrada en Santa Cruz y desconvocar la huelga... No contaron con nadie para hacerlo. Y esos que dicen que apoyan, los alcaldes, han chupado fondos del plan del carbón. Tanto que apoyan, que dimitan. Están callando, nadie sabe nada, pero están echando gente y no pasa nada.

¿Qué fue de la mítica fuerza de los mineros?

Había unión, pero eso se ha ido perdiendo. No sé muy bien por qué. Igual es por la corrupción que hay, empezando por sindicatos, alcaldes, el Gobierno... es lo que explica que se haya perdido la unión.

Ya participó en una marcha minera en 2010. ¿Cómo se llega a este punto?

Yo hace dos años estaba trabajando en una mina, con Victorino (en referencia a Alonso, el mayor empresario minero privado de España) en Santa Cruz. Estaba en una subcontrata. Cuando las eléctricas dejan de quemar carbón, en 2010, hacemos la huelga, nos hacen hacer la marcha, llegamos a León... Logramos lo que queríamos. Pero los de las subcontratas quedamos en la calle. En mi caso, 30 compañeros. Estuve en ERE tres meses y en la calle un año. Me busqué la vida y logré volver a la mina en el Grupo Viloria, en Alto Bierzo. Allí estaba contento.

Cuando parecía todo estabilizado, llega el cambio de Gobierno de Rajoy y…

Sí, y los recortes. Se pasaron por el forro todo lo que estaba firmado. Tendrían que haberlo cumplido. Entonces volvemos a las calles. Empieza la Marcha Negra, llegamos a Madrid, cuando vuelvo trabajo un mes y medio, pero como el Gobierno no suelta la pasta, nos largaron. Nos dijeron que nos volverían a llamar cuando esto tomará rumbo. Llevo en el paro seis meses.

¿Hasta dónde estaba dispuesto a seguir tras la marcha?

Cuando llegué a casa de vuelta de Madrid me enteré que se desconvocó la huelga y aún había compañeros encerrados. Yo hubiera seguido lo que hiciera falta. Y ahora igual. Ya no miro solo por nosotros: ¿qué queda a los que vienen por detrás?

¿Cuál es la razón de la falta de unidad, de la inacción cuando están en la calle?

La lograron el empresario y el Gobierno. Unos cobraban, otros no... hubo muchos factores. Al que cobra no le interesa ir a la huelga.

¿Qué diría a los que dicen que en la mina se gana un sueldo astronómico?

Eso es todo mentira. Eso era antiguamente. En los ochenta, sí se cobraba bien. Yo he estado siete años dentro, en varias etapas, y no he pasado de 1.400 euros al mes haciendo diez y doce horas diarias. Que me lo expliquen. Y como yo muchísima gente, casi todo el mundo. Nunca he trabajado seguido siquiera. Hay la misma precariedad que en cualquier otro sector. Solo que no se puede estar mucho tiempo. En la mina estamos como las ratas, quienes dicen que somos unos privilegiados que entren allí.

¿Cómo explicaría la evolución de su trabajo desde que empezó?

No ha cambiado en nada. Ni en sueldo, ni en condiciones: sigo igual que entonces. Solo ha cundido la desunión y el hartazgo.

Madrid les recibió como a la selección de fútbol, como líderes obreros. ¿Cómo cree que se tenía que haber aprovechado?

Tendríamos que haber seguido hacia adelante. Sin pacto ninguno: las huelgas no se pactan. Yo me hubiera quedado en Madrid hasta lograr algo claro. Tendríamos que haber ido más allá, coger al empresario o al político y encerrarlo en la mina. ¿Acampar? No, porque no se puede estar molestando. Hay que ir a por quien hay que ir.

Pero, ahora van unos mil despidos en seis meses, los que quedan en la minería privada no cobran hace dos, las eléctricas no compran carbón, el Gobierno incumple…incumple…

Movilizaciones ya hay, pero no serán como antes. Estamos la mitad en la calle y no van ni los de las plantillas propias de las empresas, que ni cobran hace dos meses o los están echando.

¿Qué le pediría al Gobierno, qué le diría a Mariano Rajoy si se lo cruzase?

Que la están cagando, pero bien. El carbón no es de ahora, ha hecho mucho por este país. Que apuesten por él, que dentro de unos años será necesario. Le recordaría que Endesa nació en el valle del Sil. O que Ciuden, la planta de captura CO2, está a punto de cargársela y van a tirar muchos millones y futuro.

¿Y a las personas que les recibieron en Madrid como héroes?

Se lo agradeceré toda la vida y nunca lo olvidaré. Ahí me hicieron sentir que estábamos haciendo algo, algo importante.

¿Cómo explicaría que ahora en cambio no hagan nada, por el momento al menos?

Hay que salir a la calle y echar al Gobierno. Si nosotros les pusimos ahí, también les podemos echar. Ya está bien de aguantar que nos asfixien poco a poco. Mientras, ellos siguen igual.

¿Rajoy y Soria enterrarán la minería?

Yo creo que todos están poniendo de su parte. Pero sí, Rajoy puede poner el punto y final al carbón, cada vez creo más que no quedará nada.

¿Qué espera del futuro?

Tengo un niño de cuatro años al que tengo que dar una educación y una vida. Acabo el paro en un par de meses. La perspectiva que tengo es marchar, como todo el mundo. Los que queden aquí les va a tocar pagar lo que nos han robado. Y con marchar me refiero de España: aquí que paguen los que se han llenado los bolsillos. Porque no esperarán que cojamos trabajos precarios por 500 euros y arreglar todo lo que ellos han estropeado. Conmigo que no cuenten: antes prefiero robar.

¿A dónde se irá? ¿Busca trabajo como minero?

No necesariamente. De lo que salga: tendremos que adaptarnos a lo que haya e irnos a donde sea.

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