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Segovia muestra los desarenadores del agua de su acueducto romano

Segovia muestra los desarenadores del agua de su acueducto romano

EFE

Segovia —

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Los llamados desarenadores o decantadores donde reposaba el agua y se limpiaba de impurezas son unas de las partes menos conocidas del Acueducto de Segovia, un monumento Patrimonio de la Humanidad, aunque se conservan visibles dos de ellos, que se quieren incorporar a una ruta turística.

El proyecto, cuyo resultado ha mostrado hoy la alcaldesa, Clara Luquero, ha consolidado y favorecido el mantenimiento de estos pequeños depósitos cubiertos en el que el agua pierde velocidad para que la suciedad o la tierra que transporta quede en el fondo, uno de ellos con un sistema de regulación del caudal.

El próximo a la plaza de toros, conocido como de La retina, a 13,3 kilómetros de la toma de agua al pie de la Sierra de Guadarrama, es una obra del siglo XV o inicios del XVI, con una restauración importante en el XVIII, aunque cerca de la zona donde se cree que existió el original, construido hace más de dos mil años.

La concejala de Patrimonio y Turismo, Claudia de Santos, sostiene que, siendo el más representativo, el acueducto es el monumento de Segovia menos estudiado arqueológicamente, ya que, por ejemplo, aún queda por localizar la ubicación de un tercer desarenador y el “castellum aquae” o depósito situado en la parte más alta de la ciudad.

A unos 794 metros del anterior, se encuentra el segundo desarenador, el de San Gabriel, levantado sobre dos hiladas de grandes sillares de granito, de factura romana, donde comienza la parte visible del acueducto, por cuyo canal correrían entre 20 a 30 litros de agua por segundo.

Tras salvar la altura con el puente de piedra de granito, con 120 pilares y 167 arcos, con 20.400 sillares, unos 776 metros lineales entre el segundo desarenador y el final del tramo monumental, comienza el canal subterráneo por el recinto histórico de Segovia, hasta el Alcázar, unos 1,2 kilómetros.

Las obras en los depósitos han consistido en la limpieza de las cubiertas de piedra y del interior de ambos, así como en la reparación de los elementos verticales de señalización y en el arreglo de las puertas, con el fin de incluirlos en un producto turístico.

De Santos quiere programar una visita a los dos desarenadores en torno al agua y a la vida que se realizaba en la época romana analizando consumos y cantidades que se recibían desde la sierra, aunque las primeras ordenanzas sobre el acueducto no llegaron hasta la reina doña Juana de Castilla, en 1504.

Este documento se produjo después de que, el rey taifa de Toledo, Yahya ibn Ismail al-Mamun (1045-1075), destruyera treinta y seis arcos entre los antiguos conventos de la Concepción y el de San Francisco, luego vueltos a levantar en época de los Reyes Católicos.

Con un presupuesto de 8.000 euros, junto con la limpieza de los depósitos, se han desbrozado y eliminado residuos a largo de los más de 15 kilómetros del trazado del acueducto, desde su captación en el río Frío, en el valle de la Acebeda, limpiándose los pasos de agua en todo el recorrido.

Pero, como sostiene el consistorio, aún queda mucho por hacer para mantener y descubrir la totalidad de uno los monumentos romanos mejor conservados del mundo, atractivo para miles de personas y fotografiado a diario por centenares de turistas, pero al acueducto aún le queda parte oculta, que va aflorando lentamente.

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