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Las cuotas elevan la competencia y perjudican a “los hombres mediocres”

Un estudio dice que las cuotas mejoran la competencia.

Ana Requena Aguilar

Introducir cuotas de género aumenta la competencia y pone en crisis a los “hombres mediocres”. Un estudio de la London School of Economics concluye, a partir de un modelo creado con datos de la experiencia de los partidos políticos y las elecciones en Suecia, que las cuotas no solo ayudan a conseguir la igualdad, sino que contribuyen a romper con las dinámicas de dominio de “élites masculinas mediocres”. Una conclusión, dice el documento, que puede extenderse más allá de la política a, por ejemplo, los consejos de administración de las empresas.

El estudio parte de la premisa de que las democracias representativas necesitan hombres y mujeres competentes para funcionar adecuadamente. Este planteamiento, sin embargo, choca con algunas prácticas. “Por ejemplo, los líderes pueden ser reacios a promocionar talento si eso amenaza su propia posición”, explican. Este tipo de dinámicas entre líderes y candidatos “mediocres” pueden romperse, dice el estudio, de varias formas. Una posibilidad es precisamente la introducción de cuotas de género. 

Los autores reconocen que las cuotas son un sistema aún controvertido cuyos oponentes aseguran que puede amenazar la meritocracia. En su documento mencionan otros trabajos hechos al respecto: en 2010 un estudio probó que, tras la implantación de las cuotas en Francia, las mujeres que entraron en el Parlamento eran igual de eficientes y de activas que los hombres que lo hicieron. En otro caso, en 2012 y sobre el parlamento de Uganda, no se encontró ninguna diferencia cualitativa entre parlamentarios y parlamentarias. Más recientemente, en 2014, un autor demostró que la introducción de una cuota de al menos el 30% en las candidaturas de los partidos en Italia hizo que la preparación de hombres y mujeres políticas aumentara.

El estudio apunta a que hay buenas razones para pensar que las cuotas afectan especialmente a los líderes masculinos mediocres. El apoyo a estos líderes cae desproporcionadamente cuando se introducen las cuotas, dicen. La cuota reduce el número de puestos elegibles que están disponibles para los hombres. “Con menos asientos que distribuir, la cuota eliminaría la habilidad de los líderes mediocres de nombrar candidatos mediocres para sostener la continuidad de sus liderazgos”, prosiguen.

Efecto inmediato en la competencia

Estas “alteraciones” tienden a ser mayores cuanto mayor es el porcentaje de mujeres que consigue arrancar la cuota. Es decir, cuantas más mujeres van siendo elegidas, más se transforma el sistema tradicional de elección. “Afirmamos que las cuotas pueden incrementar la competencia de la clase política reduciendo la proporción de hombres mediocres”, señalan.

“Las cuotas tienen un efecto inmediato en la competencia de los líderes masculinos al desencadenar una ola de ceses de líderes mediocres. Además, allí donde los hombres mediocres renuncian encontramos las mejoras más grandes en la competencia en las listas en los siguientes periodos electorales”, concluye el estudio.

En total, cerca de un centenar de países de todo el mundo han adoptado algún tipo de cuota de género para aumentar la presencia de mujeres en las elecciones. Algunas son más eficaces que otras, dice el estudio. Es el caso de los sistemas que obligan a colocar a mujeres en posiciones elegibles en las papeletas. Por el contrario, si el mandato es solo que un porcentaje de candidatos tienen que ser mujeres éstas tienden a ocupar el final de las listas, donde hay menos probabilidad de que sean elegidas.

Las conclusiones del estudio, dicen los autores, pueden extenderse a otros ámbitos de la sociedad y la economía: “El nexo de unión entre las cuotas y la capacidad puede ser relevante también fuera de la política. Podría aplicarse, por ejemplo, a organizaciones privadas como consejos de administración”.

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