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Skoda Octavia, viajero por excelencia

Skoda Octavia 2.0 TDI de 150 caballos y cambio automático de seis marchas.

R. T.

Skoda ha lanzado en poco más de doce meses dos modelos clave para la transformación de su gama, Kodiaq y Karoq, dos SUV de tamaño grande y mediano, respectivamente, que ponen el foco de la marca en las tendencias actuales del mercado. Sin embargo, si por algo ha permanecido Skoda en la memoria del cliente es por sus productos prácticos, económicos y espaciosos. Y en ese contexto, el Skoda Octavia manda con pulso firme.

La berlina que no es berlina, puesto que realmente es un turismo de cinco puertas con un portón de gran formato que da cabida a un maletero de 590 litros, se ha actualizado recientemente sobre los pasos marcados por la tercera generación del modelo, lanzada en 2013. Los cambios, que afectan a diseño, equipamiento y apartado técnico, mantienen la línea de coche sensato y lógico como ninguno.

El Octavia berlina (hay una versión familiar denominada Combi) mide 4,67 metros de largo, 11 milímetros más que su predecesor, creciendo también el ancho de vías en 20 o 30 milímetros según la motorización y manteniendo los 2,69 metros de batalla, lo que da cabida a unas plazas traseras ideales para el transporte recurrente de pasajeros.

El resto del habitáculo se guía por la sobriedad, aunque con matices. Rediseñados el volante, ahora de cuatro radios, y las pantallas multifunción del cuadro de instrumentos, el equipamiento estrella es un nuevo equipo de infoentretenimiento de la marca Columbus, con una enorme pantalla táctil panorámica de 9,2 pulgadas presidiendo la consola central.

Si a esto se suma el acabado superior, denominado Laurin & Klement en honor al fundador de la compañía, el Skoda Octavia se convierte por dentro en un coche delicado, esmerado en el detalle y con una pinta general estupenda para los grandes trayectos. Destacan unos asientos tapizados en Alcántara marrón o unos paneles en puertas y salpicadero acabados en tonos similares y basados en aplicaciones de mayor calidad que otras versiones.

La carrocería es un caso similar al del habitáculo. Las versiones de acceso son discretas, pero con las llantas de 18 pulgadas y el pack de estética cromada del Laurin & Klement, el Octavia adquiere una impronta superior. Por cierto, el diseño exterior destaca por una nueva mirada, basada en un frontal, que, aunque continuista respecto al modelo anterior, incorpora unas ópticas partidas con nuevos LEDs diurnos y la posibilidad de montar faros adaptativos.

El último Octavia (disponible desde 15.500 euros) tampoco se queda atrás en asistentes a la conducción, todos esos equipamientos que anticipan el coche autónomo. Pues bien, la berlina media de Skoda cuenta con unos cuantos: un sistema de frenada automática con detección de peatones, detector de vehículos en punto muerto, alerta de tráfico cruzado trasero, asistente de aparcamiento automático con cámara, control de crucero adaptativo hasta los 210 km/h y asistente de remolque.

El otro frente que ataca el último Skoda Octavia es el de la conectividad. Ahora es compatible con Android Auto y Apple CarPlay, a travás de la tecnología SmartLink+, la cual permite acceder de forma sencilla y seguras a las aplicaciones del teléfono móvil a través de la pantalla del coche. Además, puede equipar opcionalmente una tarjeta SIM 4G para obtener una conexión WiFi, ofreciendo servicios intrínsecos a Internet y otros que ofrece la aplicación Skoda Connect.

Aunque hay opciones en gasolina y en primicia en Skoda una de GNC de gas natural, las mecánicas diésel son las grandes protagonistas de la gama. Una vez más la marca de origen checo se ha aprovechado de su dependencia de Volkswagen para incluir el bloque 2.0 TDI que lleva una amplísima gama de coches en el mercado. En su evolución de 150 caballos (hay una más potente de 184), mueve con total solvencia el Octavia. Ciertamente no se requiere más para la filosofía del modelo. Dicho lo cual las versiones RS se disparan hasta los 245 CV.

El motor no es el más refinado del mercado. Aunque para un uso general es satisfactorio, ofrece un ruido superior a la media y algo áspero en frío. Combinado con la tracción delantera y el cambio automático de seis marchas y doble embrague (DSG), destaca por un consumo de carburante muy bajo: mezclando kilómetros urbanos y carretera, por debajo de los 5,5 litros cada cien kilómetros.

En marcha, por encima de cualquier otra consideración, es un coche agradable de conducir. El conductor siente una rápida adaptación al puesto de mando, contando con una buena visibilidad en todas las direcciones para maniobrar fácilmente con él. Colabora a esta causa la dirección, electrónica, que, si bien no es la más precisa, ofrece una gran asistencia, y las suspensiones, que filtran los obstáculos sin inmutarse ni descontrolarse.

El Skoda Octavia puede contar con cuatro modos de conducción, Eco, Normal, Sport e Individual, que varía diversos parámetros: el cambio de marchas (si es automático), la respuesta del acelerador y la propia suspensión. Ni en el modo más dinámico activado, el Sport, el Octavia pierde su carácter: el de viajero por excelencia.

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