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El mestizo Crossland X guía la rutina de la nueva Opel

Opel Crossland X, el diseño de un crossover entre monovolumen y SUV.

R. T.

En las últimas semanas Opel ha copado las primeras páginas de la información económica por su venta de General Motors a PSA. La histórica firma alemana, de gran tradición en Europa, se separa del gigante norteamericano y pasa a manos del constructor francés, conformando el segundo conglomerado automovilístico europeo (solo por detrás de Volkswagen) y el primero a nivel nacional.

La transacción no ha detenido el programa de producto de la marca; al contrario. Opel está inmerso en un año 2017 plagado de novedades. La llegada de una nueva generación de su tótem, el Opel Insignia, es la mejor demostración. Pero hay más: la gama de crossovers, de apellido X, sigue creciendo. Tras rebautizar al Mokka -ahora Mokka X-, llega el Crossland X, un coche que marcará un punto de inflexión para Opel por varios motivos.

En primer lugar, será el primer Opel fabricado -en Figueruelas, Zaragoza- bajo el paraguas de la nueva alianza. ¿Qué significa eso? Que en los próximos meses tendrá un primito de Citroën, el venidero C3 Picasso. Ambos han compartido desarrollo, plataforma... y motores. El nuevo Crossland X incluirá una gama de motorizaciones cien por cien PSA, esto es, tres bloques de gasolina de 1.2 litros con 80, 110 y 130 CV de potencia y dos diésel de 1.6 l de 100 y 120 CV.

Tampoco podemos perder de vista los cambios en la carrocería. El modelo sustituido por Opel, el Meriva, era un monovolumen urbano. El nuevo Crossland X toma ciertos rasgos estéticos de un todocamino ligero, tipo, los exitosos Nissan Juke o Renault Captur. Sin rastro de la tracción 4x4 (todas versiones son tracción delantera), la marca ha puesto nombre a la categoría: CUV/SUV B. En cristiano esto significa que, dentro de Opel, se posiciona (con sus 4,21 metros de largo y 1,59 m de alto) por debajo del Mokka X y por encima del Corsa.

Sin embargo, su amplitud interior (con una generosa zona acristalada) y sus elementos de modularidad (las plazas traseras se abaten 40:20:20, inclinan y desplazan longitudinalmente 15 centímetros), lo colocan más próximo a un compacto familiar tipo Astra. Sus 410 litros de maletero (520 con los asientos en su posición más adelantada) así lo acreditan. Y Opel también se ha replanteado la disposición de las puertas traseras: adiós a las de apertura en sentido inverso a la marcha que tantas opiniones -encontradas- suscitaron en el anterior Meriva.

Lo que se mantiene respecto al Meriva, son los números y generosos huecos en el habitáculo para dejar objetos (otra característica común en los monovolúmenes), y en relación a otros Opel de última factura, el paquete de seguridad y confort liderado por elementos como el Opel OnStar, la iluminación adaptativa con faros LED, el Head-up Display, la cámara panorámica de visión trasera, el reconocimiento de señales de tráfico, el sistema de mantenimiento de carril, la alerta de colisión frontal con detección de peatones y frenada automática, o el asistente de aparcamiento semiautomático con el que el conductor solo controla los pedales.

Opel quiere recuperar la rutina...

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