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Un proyecto para devolver la ilusión a los hijos y las hijas de las mujeres víctimas de violencia de género

Una madre junto a su hija.

El 85% de las 20.000 mujeres víctimas de violencia de género con las que se realiza una intervención integral en Cruz Roja tienen hijos e hijas. Ellos también están expuestos a esta lacra: la violencia vicaria es la que se ejerce a través de los hijos. No se trata de un tipo de violencia aislada, generalmente va acompañada de otras formas de violencia y con ella se instrumentaliza a los hijos y las hijas que, siendo también víctimas directas de la violencia, son muchas veces menos visibles que las madres. 

Con ese cometido, el de no dejar a los más pequeños olvidados, nace el proyecto “Creando ilusiones”. La Fundación Mutua Madrileña junto a Cruz Roja pusieron en marcha hace un par de años este programa en el que ya han participado más de 300 niñas y niños, de 22 provincias, cuyas madres han sido víctimas de violencia de género. Un proyecto de ocio terapéutico que trata de hacer que los pequeños y pequeñas se recuperen emocionalmente de las situaciones vividas y refuerza su vínculo materno filial desarrollando actividades de ocio junto a sus madres. 

Cada localidad en la que se lleve a cabo “Creando Ilusiones” organiza sus actividades, en función de las necesidades que muestren los/las más pequeños. Para ello, previamente se trabaja en talleres mediante sesiones para el fomento de las relaciones maternofiliales que se desarrollan en los centros de Cruz Roja y donde se va desarrollando un itinerario de ocio en familia: “Porque la ilusión la vas construyendo”, matiza Isabel García, técnica del Programa de Mujeres en Dificultad Social de Cruz Roja.

Está documentado que en toda intervención dirigida a los hijos e hijas de víctimas de violencia de género se tiene que tener en cuenta la realización de acciones de ocio terapéutico. Entre sus beneficios está el mejorar el vínculo de la madre con sus hijos/as, paliar la desigualdad en el acceso al ocio -muchas veces son solo los padres los que tienen la capacidad adquisitiva para hacerlo-, permite a los niños tener una vida normalizada como el resto de sus compañeros y reduce el estigma que su situación pudiera crearles y mejorando a su vez la autoestima. “También nos permite crear espacios de reflexión sobre qué les gusta hacer en su tiempo libre y ejercitar competencias marentales que a veces están bloqueadas”, señala Isabel García.

Mediante el ocio terapéutico se busca que estos menores puedan recuperarse de las situaciones de violencia vividas en sus hogares y superar los problemas de desarrollo que les puedan haber generado. Se trata de que los entornos que se creen hagan que los niños puedan expresarse libremente, trabajar la empatía y que esto mejore sus capacidades para desenvolverse en las esferas cognitiva, social, física o emocional. 

Dentro de cada localidad, el personal encargado del proyecto escoge las actividades que más se adecúen a las necesidades de los pequeños, entre ellas hay cines o teatros, actividades en la naturaleza como granja-escuelas, excursiones o visitas a centros de rehabilitación de aves. También se les lleva a centros de formación de perros guía o  protectoras de animales. Pero, además, habrá otro tipo de actividades en familia como yoga, piscina, equinoterapia o patinaje sobre hielo. “Durante el confinamiento, nos adaptamos creando un curso de cocina online que tuvo mucho éxito. Les enviamos a sus domicilios un lote de utensilios y una tablet, porque el acceso a la tecnología no siempre estaba garantizado en estas familias”, comenta Eva Calle que, como Isabel García, es técnica del Programa de Mujeres en Dificultad Social de Cruz Roja.

Este tipo de terapias es tremendamente importante para los niños y las niñas que están expuestos a estas situaciones de tensión y estrés, pero hasta 2021, los hijos de las víctimas de violencia de género no podían recibir atención psicológica si no había una sentencia condenatoria y no tenían la autorización del padre agresor. Este año entró en vigor una reforma del código civil que permite el acceso a este tipo de atención sanitaria a los menores hijos de víctimas de violencia de género siempre y cuando su condición esté acreditada por los servicios especializados. 

Un programa 360 para combatir la violencia de género

En 2020, 46 mujeres murieron por violencia de género, este año, son ya 37. Además, 24 hijos menores de 18 años han quedado huérfanos. Desde la Fundación Mutua Madrileña, intentan en la medida de lo posible combatir esta lacra con proyectos educativos, de asistencia y prevención en un programa 360. 

“Creando ilusiones” solo es una pata de este plan que pretende atajar la lacra desde todos los ángulos posibles. Iniciativas como, por ejemplo, “Escuela Mutua”, un programa de formación para víctimas de violencia de género que posteriormente se integran en el Grupo Mutua o los proyectos de ONG que se apoyan económicamente en el área de violencia de género desde la convocatoria anual de Ayudas a Proyectos Sociales, son otras de las iniciativas que Fundación Mutua ha puesto en marcha dentro de su compromiso con la lucha contra la violencia de género. 

Además, desde la Fundación se ponen en marcha otros proyectos de sensibilización social como el llevado a cabo con los mejores tenistas del mundo en el contexto del Mutua Madrid Open, o el programa “Tolerancia Cero” junto con Atresmedia. Para llegar también a la sensibilización de los más jóvenes, otro proyecto de la Fundación Mutua Madrileña es “Nos duele a todos”, un concurso para jóvenes creadores que premia la creatividad de los estudiantes para crear campañas contra la violencia de género. 

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