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Decapitados

Junta directiva del PP Extremadura en la que se aprobó abstenerse en la investidura de Vara.

José L. Aroca

Veinticuatro horas después de sobrevenida la ruina electoral, el secretario general de los populares extremeños, Fernando Manzano, anunciaba que su presidente de partido, José Antonio Monago, y él lo apoyaba, proponía abstenerse en la próxima investidura de Guillermo Fernández Vara; así éste podría estar “tranquilo” ya que el PP no pensaba poner zancadillas porque “quiere profundamente a Extremadura”.

La mercancía tuvo buena venta en los medios de comunicación, que también tendrán que hacer su propia transición entre los distintos aromas y perfumes del poder, de manera que un generoso PP aparecía dando “vía libre” a la investidura de Vara.

En realidad no les quedaba otra, tras machacar hasta el hartazgo –como lo del presunto pacto socialista con Podemos— que debía gobernar la lista más votada.

Y por si fuera poco, e impropio que se iniciara aquí una maniobra de bloqueo como la padecida por Andalucía, el grupo parlamentario popular, además de políticamente decapitado por la derrota personal de su presidente José Antonio Monago, se encuentra  en buena medida incapacitado para dar vía libre, o muerta, a nadie, ya que la llave que antes estaba en el bolsillo de Pedro Escobar, y que dejó la puerta preferentemente abierta, ahora realmente está en manos de Podemos.

Otra cosa sería que las urnas hubieran conformado un grupo de bloqueo suficiente para oponerse a la investidura de Vara, para lo cual además de los 28 diputados del PP habrían sido necesarios 2 de Ciudadanos, pero los ‘naranjitos’ se han quedado en uno.

Es muy duro pasar del poder a la oposición, que se lo digan a Vara, pero los populares no tendrán más remedio que dejar de imaginarse hipotéticas posiciones de fuerza, que ya no tienen, y empezar a comprender que en unos días volverán a ocupar en la Asamblea de Extremadura su banco natural, el de la derecha mirando desde la presidencia, no porque su natural sea la oposición sino porque esa es la tradición parlamentaria.

Unos asientos en los que por cierto, cuesta imaginar a señorías del PP que desembarcaron directamente en política en escalones altos del poder, en pleno Consejo de Gobierno, y a las que la táctica agradecida, también conservadora, de Monago, les ha obligado a probar ahora la ingratitud del escaño de oposición.

O sea, y entre otros inconvenientes, lo que es pasar del altavoz siempre presto de una caterva de medios de comunicación públicos y privados, unidos en la docilidad, a la pelea de intentar obtener día tras día un trocito de presencia mediática.

“En unos meses veo a media docena del PP dejando el escaño”, aventura un ex diputado que ha vagado varios años por la oposición, pero cabalgado también tranquilo en los caballos del poder, viendo a ese conjunto de  ex cargos oficiales, de no mucha trayectoria política, y encadenados ahora al solitario oficio de la contra.

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