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El Lazarillo de Tormes y cómo engañar a Robe Iniesta

José Juan González Gómez

Parecía que el cambio de gobierno en la Junta de Extremadura no nos iba a deparar ya nuevos sobresaltos, cosas por ventura nunca oídas ni vistas, agotado el cúmulo de felonías del anterior Gobex en la gestión de las más variadas áreas de la Administración. Pero he aquí un último marchamo del extinto Gobex en el ámbito de lo artístico y de las campañas publicitarias, de la profusión de la sana imagen extremeña. Os voy a contar la historia de cómo, mediante el ardid del “palo y la zanahoria”, Monago logró el uso gratuito de la imagen del músico placentino al que llaman Robe Iniesta, usando la picardía más propias del Lazarillo de Tormes que los modos de un estado de derecho. Y así les voy a contar estos hechos, para que como dice el prólogo de tan magnífica obra picaresca “no se entierren en la sepultura del olvido”.

Ya mucho antes de las elecciones de mayo pasado, había comenzado el baile entre Robe Iniesta, líder del grupo Extremoduro, y Monago, líder del extinto Gobex. Igualmente Lázaro lo decía cuando se asentó con su escudero, “Mochacho, ¿buscas amo?” Yo le dije: “Sí, señor.” “Pues vente tras mí -me respondió- que Dios te ha hecho merced en topar comigo”. Nunca he llegado a comprender totalmente este amorío, pero estas cosas ocurren a la lumbre del dinero, con tropiezos casuales. Al son de una romántica rapsodia, nos sorprenderían con un enlace entre el artista y el político viajero, llevado a efecto para engrandecimiento de la gloria y renombre de Extremadura y sus productos ecológicos. Un baile peligroso, que comenzó sueltito pero que devino en la cercanía que roza lo amoroso, y que hizo firmarse un acuerdo de “latrocinio”, con la banda de rock Extremoduro por casi 121.000 euros. Todo para que en las entradas y carteles de la gira del grupo apareciera el logo de la marca Organics Extremadura, que promocionaría los productos de la región procedentes de agricultura ecológica. ¡Qué fácil gastar el dinero ajeno, el de todos, en absurdas campañas como esta!

Todo se desarrolló conforme a los planes previstos, pero llegaron las elecciones y desapareció la magia. Y es que una vez roto el matrimonio de forma electoralmente abrupta, siempre quedan las típicas deudas que saldar entre los cónyuges. Hubo sexo y del bueno, pero se acabó; tararí que te vi de lo que te prometí. Robe Iniesta actuó de buena fe y cumplió su parte, pero pecó de ambicioso. ¿Pensabas que Monago iba a dejar las cuentas saldadas, por si acaso perdía las elecciones?

Como en otras tantas industrias que no vienen a cuento el Gobex no cumplió, más por estulticia que por maldad. Pero también Robe actuó ingenuamente, pues nadie antes de firmar un contrato procede a ejecutarlo si no es por fe ciega en el prójimo. Como mujer despechada, ahora ha exigido a la nueva Junta que le pague los réditos matrimoniales, pero el muy hábil Monago no firmó el contrato, y dejó a Robe en el altar compuesto y sin novio. Vara, que no quiere ser segundo plato de nadie, le ha dicho que acuda a la Justicia, que no quiere saber nada de sus platos rotos. Y es que el acuerdo verbal consistía en pagar 90.000 euros para que apareciera en el disco el logotipo de Extremely Good, la campaña publicitaria que ha sido sustituida con el lema Sencillamente Extremadura.

Pobre Robe Iniesta, inocente de él,  que confió ciegamente en Monago. Su amor se tornó en asombro cuando el actual director general de Turismo, Paco Martín, le dijo esta semana pasada: ¿cómo que quieres cobrar? / sin contrato no hay dinero / los garbanzos son garbanzos / de la olla, p`al puchero. Y no quedaban garbanzos en la olla.

Ahora alega el PP, en un acto de desenfreno y en el intento de justificar lo injustificable, que sobrevinieron las elecciones y por la Ley de Transición no pudieron firmar el “pliego de condiciones”. Argumento falaz, ya que dicha Ley se aplica una vez que Monago deja de ser presidente y está “en funciones”, lo cual no ocurrió hasta inicios de julio, y el expediente se comenzó a tramitar en marzo. Por esa regla de tres debería haberse actuado igual con los contratos del Canal Extremadura para el desarrollo de la programación externa, o con el del transporte escolar, ambos además anulados por la justicia. La verdad es que no había “ni un euro”, que la olla estaba vacía, y que prometieron a Robe que cobraría, pero tras las elecciones. Y hay que reconocer que ambos han cobrado, pero un buen leñazo, eso sí.

Robe ha comprobado que las amistades en la política siempre son peligrosas, y ha salido escaldado sin ser gato, con una medalla al cuello que pesa más de lo que vale y que es un mal galardón por quién y cómo se impuso.

Es posible que la Justicia le dé la razón, quién sabe, y que esto tenga sus consecuencias legales. Si ello ocurre, me gustaría que Monago y su asesor Iván Redondo pagasen los 90.000 euros, que son de todos los extremeños, y los inhabiliten; pero ciertamente antes volarán los burros. Una nefasta gestión en la que claramente un gobierno ha pretendido engañar a un ciudadano, al estilo picaresco típicamente castellano, debe tener consecuencias. Invito a Robe Iniesta a que, una vez cobrado los euros, los done a los pobres para que este indigno capítulo, impúdica gestión redondina y monaguesca, revierta en algo positivo para nuestra tierra.

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