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El desplome del ladrillo manda al matadero a numerosas yeguadas

Cadáver de uno de los caballos abandonados.

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Las fotos de unos caballos muertos y desnutridos, famosos un día por salir en series de éxito en televisión, fue un latigazo para miles de ojos que vieron esas duras imágenes. Son imágenes fuertes, pero más frecuentes de lo que cabría suponer.

En los años recientes del boom inmobiliario fueron muchos los propietarios que se enriquecieron con la construcción y quisieron invertir (algunos blanquear) su dinero en el campo extremeño. Los nuevos ricos querían tener bodegas, toros y caballos. Y aquí las dehesas extremeñas les ofrecían todo eso para alegría de los veteranos ganaderos que también hicieron su agosto vendiendo yeguadas a los recién llegados.

Caballos al matadero

Ahora, muchas de esas yeguadas han acabado en los mataderos extremeños. No ha sido una ni dos, han sido decenas, resaltan fuentes del sector. A Vidal Carreño, un ganadero de tradición familiar de toda la vida, no le ha sorprendido demasiado que hayan aparecido abandonados y muertos de hambre quince caballos en el Valle del Ambroz.

Bueno, en realidad le ha sorprendido la brutalidad del hecho, pero no el abandono de los animales. “En estos últimos años yo me estoy quedando con caballos de clientes que ya no los quieren, que no pueden mantenerlos, o que no saben qué hacer con ellos”.

Un caballo necesita en torno a una hectárea al año para poder alimentarse. Además, en invierno, necesitan un complemento alimentario y de pienso. Se trata de un gasto inasumible en momentos de crisis para muchos.

Organizaciones ecologistas de la comarca, cercanas a donde fueron abandonados la quince de caballos hace unos días, también han constatado un aumento de maltrato animal y el aumento de propietarios que optan por la venta de sus animales para el consumo de carne. También hacen alusión a casos de maltrato animal, con equinos en situaciones de raquitismo por una mala alimentación.

Además advierten de que en algunas ocasiones los caballos destinados a montar reciben unos tratamientos y vacunas que no permiten su consumo humano.

Para las ganaderías que intentan mantener las yeguadas en estos tiempos no resulta nada fácil. Vidal Carreño, por ejemplo, señala que su negocio abarca rutas a caballo por los alrededores de Navalmoral de la Mata, cría, doma… pero mantener el negocio no es nada sencillo. “Estoy ahora domando un potrillo de pura raza; hace unos días, este ejemplar se hubiera vendido por unos veinte mil euros, ahora es difícil que nadie pague más de dos o tres mil euros”.

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