Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“Hay niñas con pene y niños con vulva, el género binario hombre-mujer es una construcción social”

Tamara Adrián, en la Asamblea de Extremadura / JCD

Jesús Conde

Al igual que existe el fenómeno del ‘endorracismo’, entendido como el racismo entre grupos excluidos, ocurre la endo-homofobia. “Y sobre todo la endo-transfobia dentro de la propia comunidad LGTBI”.

Tamara Adrián, primera diputada transexual de la Asamblea nacional de Venezuela, cuenta cómo hay ocasiones en que hombres gais y mujeres lesbianas consideran inferiores a la población trans.

El motivo, que las personas transexuales “rompen la hipótesis tradicional del concepto binario macho-hembra”. Cree que el concepto de género binario es una construcción social. La ruptura de la estructura binaria de género no significa que el hombre deje de ser hombre y la mujer deje de ser mujer. Pero sí implica reconocer una diversidad de identidad de género que “rompe la biologización de la estructura”.

A los impulsores del autobús de la organización ultracatólica de Hazte Oír que se paseó por las calles de Madrid les lanza un mensaje: “No te equivoques, no te dejes engañar. Hay niñas con pene y niños con vulva. Sí los hay. ¿Que son minoría? Pues sí, y siempre lo serán, pero a esos fundamentalistas les digo que no se pega, no se contagia, no se hereda”.

Tamara Adrián ha participado en Extremadura en el VI Congreso Internacional de Cooperación al Desarrollo de la Fundación Triángulo. Activistas y cooperantes de distintos países, como Venezuela, Perú, Argelia, Colombia y España han debatido en Badajoz este fin de semana sobre cómo introducir la realidad LGTBI en agenda en el mundo de la cooperación. 

Triángulo pone encima de la mesa que “amar o poder sentirse tal y como eres, hombre o mujer, debe de ser considerado un derecho humano” y por tanto, debe formar parte de la agenda de la cooperación internacional. 

Cambio de identidad de género

Tamara Adrián explica que el proceso de cambio de identidad de género no es sencillo y es un camino en el que sus protagonistas viven “con inmenso temor y desasosiego a las consecuencias”. “Estas personas sufren un ataque tan frontal, y es tanto el desprecio y la estigmatización, que las tasas de suicidios para niños y adolescentes trans es hasta 10 veces superiores a la tasa de suicidios de menores que no lo son”.

“Una cifra que llama a la reflexión y ante las que son necesarias las políticas púbicas de inclusión. ¿Por qué darle la razón a los intolerantes para que mueran niños? ¿Por qué complacer a quienes se aferran a una estructura de género normativa, despreciando la existencia de la diversidad sexual y de género?”.

Hace una separación entre fundamentalismo y religión, cuestiones diferenciadas para ella. Piensa que los comportamientos racistas, sexistas, xenófobos, homofóbicos y transfóbicos utilizan a la religión como un medio de fundamentar su odio. “Van a buscar en una biblia o en un Corán algún párrafo que diga que la mujer es inferior al hombre, que los esclavos son admisibles…. Algo encontrarán. Pero utilizan instrumentalmente las religiones para argumentar sobre la base de la creencia el odio”.

Identifica en los mensajes transfóbicos del autobús de Hazte Oír ataques similares a los que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia por el simple hecho de ser mujeres. Ataques machitas que a su juicio ‘biologizan’ las diferencias de género bajo las “estructuras de dominación que confinaron a la mujer en los roles reproductivos y al hombre el rol reproductivo”. La realidad, comenta, es que cuando llega la revolución industrial y se produce el cambio de los patrones de producción la fuerza física dejó de ser un elemento determinante en el ejercicio de las profesiones. De modo que en la sociedad actual no está justificado que haya profesiones eminentemente masculinas y otras femeninas.

Hablando de naturaleza, lanza un mensaje: “¿Nunca han visto a dos perras juntas, a dos perros juntos? La presencia de la sexualidad no hegemónica es una constante en todas las especies. Puede haber roles naturales (por ejemplo amamantar o de reproducción). Pero en toda la naturaleza, también en el hombre, el comportamiento animal es diverso”. Así defiende que existen machos con comportamientos de cuidados de sus crías más desarrollados que el de las hembras por ejemplo.

¿Transfobia es sinónimo de hetero patriarcado?

Ante esta pregunta responde que sí, y que no. Piensa que existe una ‘cárcel del género’ sobre la que se asigna a mujeres y hombres roles socialmente construidos y predeterminados. Asociados a modelos de conducta 'inducidos': por ejemplo niña sensible y sumisa versus varón fuerte. 

“Pero en torno a la transfobia hay una cárcel de género que desde la niñez adoctrina e impone la estructura de los géneros. Todos vivimos una especie de síndrome de Estocolmo colectivo, por el que el prisionero se convierte en aliado del opresor”. “La transfobia es la manifestación de ese guardián de la estructura. O del prisionero que eventualmente se convierte en aliado en ese síndrome y no tolera la diversidad de identidad de género.

Los referentes positivos

Piensa que todas las minorías necesitan la presencia de referentes positivos. De manera tradicional se ha otorgado a las minorías raciales, a la mujer y también a la comunidad LGTBI, capacidades limitadas. “Una doble limitación, por ejemplo el pensamiento de que la mujer es un ser de cabellos largos e ideas cortas”.

Recientemente veía una de las películas de los Óscar, ‘Mentes Brillantes’, con la presencia de chicas negras que fueron invibilizadas. “La lucha de las minorías es la lucha contra la invisibilización que pretende la estructura hegemónica, y que consiste en hacer ocultar los logros, hacer ocultar las facultades, las capacidades. Por ejemplo, en la película se visibiliza la presencia de científicas negras en la NASA, es el mismo tema”.

Cooperación y perspectiva LGTBI

Defiende la necesidad de que la cooperación incorpore la perspectiva LGTBI, aunque sin paternalismos. “Los cambios radicales que ha habido en la teoría de género, en la teoría LGTBI, no vienen del norte global, sino del sur global”.

Comenta que el reconocimiento de la identidad de las personas trans sin patologización se extiende desde América, y de allí viene a Europa. “El reconcomiendo directo de las co-maternidades, las co-paternidades, o maternidades subrogadas, están mucho más avanzadas en América Latina que en Europa”,

Apunta de este modo que el norte global tuvo alguna pretensión de teorizar sobre el tema LGTBI, por ejemplo con la teoría queer. “Pero la situación que vemos hoy en día en organismos como la ONU es que se toman fundamentalmente en cuenta esas propuestas que vienen del sur global, y que han desplazado a las pretensiones hegemónicas del norte global de uniformar la teoría de género o las teorías sobre la diversidad sexual”.

Al igual que en Europa, apunta que en América Latina hay diferencias en el cumplimiento de los derechos y libertades de las personas LGTBI. “Te encuentras que el 80 por ciento de la población tiene igualdad ante la ley”, en alusión a países como México, Ecuador, Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile. “Mientras quedan algunas zonas muy grises, por ejemplo América central, Venezuela y Paraguay, también Cuba y algunas islas hispanas del Caribe”.

¿Hay transfobia y homofobia en la izquierda?

Piensa que sí, porque “son transversales, están en todos lados”. “Cuanto más estamos en los extremos más se tocan. Las extremas izquierdas y las extremas derechas llegan a ese punto de tocarse, en el caso de la transfobia y homofobia es evidente”. 

Por el hecho de ser política y transexual ha recibido insultos en las redes sociales e internet, aunque matiza que los activistas son conscientes de que pueden ser objeto de ataques.

“Hay ataques que pueden llegar a ser más fatídicos. Cuando era candidata el obispo mayor de Venezuela hizo un llamamiento pidiendo no votar por mí, porque era una candidata abiertamente defensora del aborto, la eutanasia, los derechos LGTBI  el derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo”.

Incide de nuevo en que las iglesias no son homofóbicas o racistas, “sino hay un uso instrumental de personas que son racistas u homofóbicas para justificar el odio”. Y lo mismo ocurre en los partidos según comenta.

Una lucha contra los tribunales

Cree que en su país, Venezuela, hubo años atrás promesas incumplidas del gobierno chavista en torno a la protección de la discriminación y la defensa de la identidad sexual. Aunque explica que las batallas se libran hoy en los tribunales. 

“Mi incursión en la Asamblea comenzó proponiendo el respaldo de la cámara al día contra la homofobia, y fue una de las primeras cosas que el Tribual Supremo declaró inconstitucional”. Tiene pendientes propuestas de matrimonio igualitario, la reforma de la ley de los registros civiles con el reconocimiento de la identidad de las personas trans, la co-maternidad y co-paternidad: “Están ahí, y no las he presentado a discusión porque todas han sido declaradas inconstitucionales por el Tribunal Supremo de Justicia”. 

Etiquetas
stats