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Los malos ratos no nos los quita nadie

Vecinos de las calles Cigüeña y Águila, Carcaboso

Somos familias, como la suya, como la de Alberto, como cualquiera, con niños, trabajo y dificultad para vivir el día a día, sobre todo cuando nos encontramos con un intrincado y complejo mundo de leyes por el simple hecho de comprar una casa  donde vivir.

Durante meses hemos tenido luz de obra y  cabreo , dificultades y cabreo, reuniones  y cabreo, lavadoras averiadas y cabreo,  desilusión  y cabreo, cortes de luz en pleno invierno con niños chicos y cabre0 , pero estos  días  ese cabreo se ha multiplicado cuando se ha contado una historia que es distinta a la que hemos vivido nosotros, por eso vamos a intentar que sientan aunque sea un poquito lo que hemos vivido estos años . Estos días se agolpan las emociones y recuerdos, los miedos, la angustia,  la desilusión, los malos ratos aunque muchos opinen alegremente que hemos comprado a la justicia, es lo que tiene conocer una sola versión de la historia.

Una promotora decide construir, en Carcaboso, 6 viviendas en un solar de la familia de uno de los concejales de la oposición. El solar es suelo urbano, eso quiere decir que dispone de servicio y dotaciones, red de abastecimiento, evacuación de aguas…., no quiere decir que esté completamente urbanizado. El proyecto fue parado un año y sólo se comenzó a construir  por silencio administrativo.  Algunos no sabíamos ni quién era  Alberto ni quién era Mario,  ni qué era el silencio administrativo, queríamos comprar una casa para vivir y esa vivienda nos pareció la adecuada y podíamos pagarla con dificultad y esfuerzo, y con mucho trabajo.

Compramos las casas, pero pasado un tiempo  el constructor entra en quiebra. Dicho constructor, con las casas casi terminadas, pide la licencia de primera ocupación pero  el técnico municipal al hacer la visita preceptiva observa deficiencias: no dispone de los servicios del alumbrado público, red de distribución eléctrica de baja tensión, los extintores en garajes  o las instalaciones solares térmicas.

El técnico municipal y el secretario advierten que no se debe dar esta licencia, pero aun así Alberto Cañedo, alcalde de Carcaboso, concede la licencia de primera ocupación y un día después la cédula de  habitabilidad, sin embargo  pide un aval  bancario al constructor por si no se termina lo que queda de la obra. Ningún vecino le pidió que diera esa licencia,  ninguno perdería las  viviendas, habríamos perdido lo que habíamos dado hasta ese momento, cantidades diferentes como nuestras familias y nuestros ingresos.

Meses después, con los vecinos viviendo en las casas, empiezan los problemas que estaban latentes desde el principio, los cortes de luz son continuos y los vecinos nos reunimos con el alcalde, no una sino muchas veces; él  nos asegura, en esas reuniones, que no hay problema y que de haberlo que denunciemos al dueño del solar dónde están construidas nuestras casas. También nos dice que existe un aval  y  que estemos tranquilos. Los problemas crecen y decidimos pedir una solución por escrito, varias veces. Pedimos al alcalde  que  ejecute el aval, queremos una solución. Incluso nos dirigimos a la prensa y cuando lo hacemos es el propio Ayuntamiento quien nos denuncia a Iberdrola por nuestra situación de ilegalidad. Las reuniones se suceden pero seguimos con el problema y finalmente nos enteramos un día que el aval había caducado, se le pasó, no se dio  cuenta, no vio la fecha en el calendario,  nosotros teníamos unas casas sin luz  y el aval se había evaporado en las oficinas municipales.  Le habíamos propuesto casi todo para solucionar esta situación pero estábamos en un callejón sin salida con las casas sin terminar, sin luz y lo que faltaba lo teníamos que pagar nosotros, un gasto extra para familias trabajadoras, no tendríamos luz a no ser que ejecutáramos la obra con nuestro dinero.

Las casas no estaban  finalizadas completamente  por lo que después de distintas reuniones de los vecinos y con  un problema que  parecía no  acabar nunca buscamos asesoramiento legal, no sabemos si el mejor pero el que creíamos conveniente y que nos aconsejó los pasos a dar ya que nosotros no somos abogados.

Finalmente después de una sentencia y una posterior reafirmación de sentencia en la Audiencia Provincial  Alberto Cañedo es condenado a pagar 12 euros diarios de multa durante diecisiete meses y el abono de las costas procesales (cuantiosas porque a la hora de contratar peritos  los vecinos lo hacen a 1.000 euros y el alcalde a 6.000 euros, cuando uno piensa que no va a pagar puede pasar eso). Nosotros no juzgamos ni por supuesto cuestionamos a la justicia sólo queríamos una solución que él  nunca nos dio y que nos llevó a un proceso judicial. Nos hubiera gustado una solución y desde luego que alguien pagará  nuestros gastos extras por comprar una casa donde la compramos sobre todo habiendo un aval bancario del constructor ante la posibilidad de que la obra no se terminara.

¿Por qué se dejó cumplir el aval? Alberto Cañedo es el único que lo sabe.

Y en esas estamos,  nos hicieron la vida imposible por comprar una casa en un terreno que era del padre de un concejal socialista, que bien caro pagamos la decisión. Ahora resulta que nos hicieron un favor y no nos dimos cuenta,  y somos malas personas por no agradecer a Alberto Cañedo este periplo  judicial que parece no tener fin.  No queremos que vaya a la cárcel,  queremos que  se nos pague una mínima parte de lo que nos hemos visto obligados a desembolsar, eso es lo único que podemos conseguir porque los malos ratos no nos los quita nadie. No, no sabemos por qué esa multa se ha convertido en una inminente entrada en la cárcel como tampoco sabemos por qué se cumplió el aval de un año o por qué no puede pagar si por suerte tiene un trabajo en Confederación. En los medios de comunicación Alberto Cañedo ha podido contar su verdad nosotros no hemos tenido tanta suerte y caro nos ha costado, porque no sólo hemos sufrido un calvario sino que parece que hemos sido los jueces de esta mala película.

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