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“Ellos lo llaman purificación, no mutilación”

Mutilación

Rocío Sánchez Rodríguez / Rocio Sánchez Rodríguez

“Mi abuela me agarró y me sujetó la parte de arriba del cuerpo. Otras dos mujeres me abrieron las piernas […] Las tijeras bajaron y el hombre me cortó los labios menores y el clítoris. Sentí un dolor punzante, indescriptible, y aullé. Luego vino el cosido”. Es el testimonio de la refugiada somalí Ayan Hersi, una de las 150 millones de mujeres en el mundo que han sufrido la ablación. El Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEX) ha querido usar sus palabras para arrancar un manifiesto que ha difundido a través de centros educativos y asociaciones de mujeres con motivo del Día Mundial de Tolerancia Cero ante la Mutilación Genital Femenina, que se conmemoró el pasado viernes.

En España, alrededor de 17.000 niñas estarían en riesgo de sufrir esta práctica que atenta contra los derechos humanos y supone una de las violencias más crueles contra la mujer. En la comunidad extremeña, con una población inmigrante de apenas el 2%, no hay casos registrados, no obstante, tal y como la explica la directora del IMEX, María José Ordóñez, “sí se ha detectado alguna vez en mujeres inmigrantes cuando van a dar a luz”. Y añade: “Tenemos cerca a personas que están viviendo esa situación, por eso hay que provocar el rechazo a estas obsoletas creencias culturales a través de campañas de sensibilización y la elaboración de protocolos de actuación para los sanitarios, la policía y los servicios sociales”. Ambos proyectos forman parte del Plan para la Igualdad de las Mujeres de Extremadura 2013-2016.

Extremadura se suma

La región ha querido sumarse a la celebración de este día mundial, además, con un taller organizado por el IMEX y Cruz Roja Extremadura. Ana Pavón Lozano, técnico de cooperación internacional, ha participado en esos talleres. Ella explica el proyecto que la citada ONG lleva a cabo en Mali para erradicar la mutilación genital femenina. “Trabajamos en un territorio en el que hay 300.000 niñas y mujeres en riesgo de sufrir esta violencia. En algunas zonas nueve de cada diez mujeres son víctimas de la ablación”, explica Pavón.

Y continúa: “Hay que abordar el problema desde un enfoque sanitario. Primero se identifica a las víctimas y se les da atención sanitaria y psicológica. Un gran número de ellas tienen complicaciones a corto, medio y largo plazo. A corto plazo la mutilación puede provocar incluso la muerte; a largo plazo hay incontinencia, imposibilidad de quedarse embarazada, mucha mortalidad en el parto, fístulas, quistes… Cosas que impiden llevar una vida normal y que hace que sean apartadas de la comunidad. Una vez que esas mujeres son atendidas, se incorporan a nuestras ‘ciudades de civilización’. Porque la idea es unir práctica y consecuencia. Normalmente la ablación se suele hacer antes de que tengan cinco años de edad, de manera que las mujeres no asocian que las complicaciones que tienen en el parto o en su menstruación o en su desarrollo normal, tienen que ver con esa práctica que les hicieron cuando apenas tenían uso de razón”.

“Cuando ven la relación entre causa y consecuencia, ellas mismas se unen a la lucha dentro de su comunidad primero dejando de practicarlo a sus propias hijas y luego siendo transmisoras de información”.

Pavón explica que también se habla con las llamadas ‘purificadoras’, las encargadas de realizar esta práctica, y con los líderes religiosos para explicarles cuáles son las consecuencias sanitarias de la mutilación. “Es una práctica que está muy arraigada en su cultura e inicialmente no lo ven como algo negativo, la comunidad no siente que esté haciendo algo malo. De hecho, ellos lo llaman purificación, no mutilación”.

  1. 000 años de castigo

Hay estudios que aseguran que la ablación lleva más de 4.000 años llevándose a cabo y que tiene su origen en el antiguo Egipto, cuando tener marcas corporales implicaba formar parte de la comunidad. “Está muy arraigado a su cultura y no lo ven para nada como algo machista, por eso hay abordarlo desde las consecuencias que tiene para la salud”, asegura la técnico de cooperación internacional.

El programa de Cruz Roja en Mali, con un presupuesto de 1,2 millones de euros, está financiado al 90% por la Agencia Española de Cooperación. El 10% restante es de aportación extremeña de la mano de las diputaciones de Badajoz y Cáceres y el Ayuntamiento de Cáceres.

Con el mismo se ha intervenido en más de 25 municipios y el año pasado se atendió a 92 víctimas. ¿Resultados? “Nosotros damos apoyo al sistema sanitario de allí y los últimos informes que hemos obtenido dicen que a casi un 40% de las niñas atendidas no se le ha practicado la ablación. Es un dato muy esperanzador. Los expertos en la materia dicen que esto acabará, pero necesita un recorrido. Porque cuando las personas ven las consecuencias, nadie quiere hacerles eso a sus hijas”.

Tres tipos de mutilación

Según la OMS, existen tres tipos de mutilación genital femenina:

-Tipo 1: Eliminación (con cuchillas, bisturíes, navajas…) de la parte externa del clítoris. Hay 89 países vinculados a esta práctica.

-Tipo 2: Eliminación de la parte externa del clítoris y corte de los labios menores.

-Tipo 3: Llamada infibulación. Además de eliminar el clítoris y los labios menores, hay un cosido, una sutura que deja sólo dos pequeñas aberturas para menstruar y para orinar. Este tipo es el más habitual, por ejemplo, de Egipto, país en que la ablación se realiza principalmente en los centros de salud.

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