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El ocaso de los tejos: el único árbol en peligro de extinción en la región

Imagen de las hojas y del fruto del tejo / Universidad de Extremadura

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Son árboles que pueden vivir hasta 2.000 años, sagrados para la cultura celta y envueltos en un halo de misticismo. También son muy valorados por la ciencia, las propiedades medicinales de algunos de sus componentes, el taxol, se utilizan en el diseño de anticancerígenos.

El tejo es el único árbol catalogado como especie en peligro de extinción por la Junta de Extremadura. Se extienden por Las Hurdes, el Valle del Jerte o La Vera. Esta especie ha sido objeto de investigación por parte del Grupo Investigación Forestal de la Universidad de Extremadura ante sus problemas de conservación.

Los que sobreviven en Extremadura son ejemplares viejos, se están muriendo y la población no se regenera. Se trata de algo similar a lo que está ocurriendo a las encinas en la dehesa extremeña, según las investigaciones de los expertos de la Universidad de Extremadura.

Por este motivo los expertos estudian cómo favorecer la regeneración de la especie, dañada principalmente por los incendios, el pastoreo y las altas temperaturas, que provocan una baja polinización. Pero también por el impacto negativo de los roedores, que pueden hacerse con más del 90 por ciento de sus frutos.

El estudio

En concreto el grupo de investigación ha analizado la conservación de más de veinte especies arbóreas amenazadas, con la finalidad de remediar el estado desfavorable, a través de proyectos financiados en una primer etapa por el Gobierno de Extremadura y desde 2006 mediante convocatorias del Plan Nacional de I+D.

Los resultados del estudio advierten de que el tejo vive en un ambiente marginal y en condiciones desfavorables en Extremadura. Son poblaciones fragmentadas, separadas por largas distancias que impiden la polinización necesaria para la regeneración de la especie.

Enemigos del tejo

La peculiaridad del tejo es que hay árboles “machos” que generan polen pero no frutos, y árboles “hembras” que producen sólo frutos“. Para que la especie se reproduzca, el polen tiene que llegar hasta los ejemplares productores de frutos y polinizarlos.  Sin embargo,  y así lo ha demostrado el equipo de la Universidad extremeña, las grandes distancias entre los ejemplares  obstaculizan la polinización.

Además los investigadores han encontrado otro problema añadido a la polinización y que afecta también a la regeneración de la especie en ambientes marginales. Los frutos del tejo están formados por un arilo rojo que envuelve la semilla. Su vistoso color atrae a los pájaros y mamíferos que comen la parte carnosa y blanda del fruto,  expulsando así la semilla.

De esta manera, los animales favorecen la diseminación de las semillas y su germinación, ya que se trata de una especie gimnosperma, como los pinos y abetos. Sin embargo, los investigadores han comprobado que el consumo de las semillas por parte de los roedores impide en muchos casos la germinación de estas. Así es el caso sobre todo en poblaciones marginales de tejos donde las tasas de recogida de semillas por los roedores ascienden hasta un 92,5%, mientras  que en grandes concentraciones los valores registrados son de 65,4%.

La consecuencia de la marginación ecológica es evidente. Sin polinización no hay frutos, y por tanto, tampoco semillas, y sin semillas no se produce la regeneración y nacimiento de nuevos árboles.  “Los tejos que sobreviven en Extremadura son ejemplares viejos, se están muriendo y la población no se regenera, de manera similar a lo que está ocurriendo a las encinas en la dehesa extremeña”, señala Fernando Pulido.  Ahora sólo falta aplicar las medidas de mitigación propuestas por los expertos para favorecer la regeneración de la especie.

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