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Feijóo lanza al Parlamento de Galicia contra el “ultraje” del soberanismo catalán

Feijóo, durante su discurso en el debate de política general

David Lombao

“Galicia avanza estable”. Cinco años después de llegar al poder y cuando se cumple una década desde que Manuel Fraga se desvaneciese en la tribuna parlamentaria, síntoma de salud que se transformó en político, Alberto Núñez Feijóo protagonizó este martes el que, posiblemente, ha sido su diagnosis más complaciente desde que le correspondió tomar las riendas del país. Su “tarea, sin estar terminada, comienza a tener recompensa”. “Tenemos una Galicia mejor que la que teníamos hace un año”, “crecimiento” económico y “más confianza en el futuro”, dice el presidente que, al dar por iniciada la recuperación económica, promete ahora un “impulso democrático” mientras intenta lanzar al Parlamento de Galicia contra el proceso soberanista de Catalunya.

Como viene sucediendo desde hace un lustro, Feijóo se jacta ante el resto de autonomías de que, gracias a su “anticipación”, Galicia ya ha acometido las reformas que eran necesarias en materia económica, por lo que solo queda seguir “haciendo las cosas como mejor sabemos en este país: con sentidiño” para aprobar asignaturas pendientes como la del empleo, para lo cual propone ampliar en 48 millones el vigente plan de empleo juvenil y crear otro para mayores de 45 años sin, por el momento, objetivos ni presupuesto definido. Todo esto lo anuncia desde la advertencia de que “la política no puede reducirse a una misión basada únicamente en el subsidio”, algo “culturalmente nocivo” que supondría “una estafa a la gente”. No obstante, matiza, gracias a su gestión el Estado del Bienestar “llega a más gente” que con el bipartito.

Entre críticas más o menos subterráneas a propuestas como la renta básica el titular de la Xunta insta a los “demócratas” a sumarse a sus planes “frente a los que aprovechan los errores en el funcionamiento de la democracia para hacer una enmienda a la totalidad del sistema”. Es aquí donde entra su “impulso democrático”, paquete en el que integra medidas ya conocidas, como el código ético con prohibiciones ya vigentes, u otras como la prometidísima regulación de los traspasos de poder o un endurecimiento de las incompatibilidades para altos cargos con intereses empresariales. Además, asegura, propondrá reducir a la mitad la duración de las campañas electorales o “atribuirle al Consello de Contas facultades para la prevención de la corrupción”, todo esto sin renunciar al recorte de escaños del propio Parlamento, que ya acumula dos años en agenda. “Una gran democracia debe progresar, o pronto dejará de ser grande o democracia?, ilustra, citando la Roosevelt.

Contra Catalunya

Feijóo contrapone su “ánimo democrático” y el buen concepto que, dice, existe de Galicia en el Estado y en el mundo frente a otras “marcas autonómicas lastradas por cuestiones de diversa índole”. Sin vincularlo explícitamente el jefe del Ejecutivo mete en este saco a Catalunya, cuyo proceso soberanista define como un “ultraje” para Galicia que los miembros del Parlamento autónomo “no podemos aceptar”. “El cuestionamento” de la actual estructura del Estado “merece una respuesta política desde Galicia, hace falta reafirmarlo de manera decidida”. “Los gobernantes” catalanes “forman parte” de una “fotografía” en “blanco y negro” que “desafía al sistema autonómico”. En esta coyuntura cabe “diálogo”, pero este “carece de sentido si no forma parte del cumplimiento de la ley”. En caso de que se produzca ese diálogo ve la Conferencia de Presidentes como “instrumento” a “potenciar”.

“Oponer una España que ya no existe a una Catalunya que nunca existió es una gran falacia”. ¿Y Galicia? El titular de la Xunta da, como viene haciendo, el autogobierno por blindado por su renuncia a acudir a mecanismos de financiación como el Fondo de Liquidez Autonómica. Así, sin mención alguna a la posibilidad de adquirir nuevas competencias Feijóo se limita a reiterar que la futura financiación autonómica tendrá que tener en cuenta factores como el envejecimiento o la dispersión poblacional y, además, primar que “Galicia es de las pocas comunidades que durante la crisis ha sabido ejercer sus competencias”. “No todas las comunidades han sido capaces de demostrar que son autónomas”, sostiene.

Propuestas 'recicladas'

Junto a anuncios nuevos como el plan de empleo -ligeramente semejante a una propuesta socialista de hace un año-, un “Plan de Diversificación Industrial” o “medidas de impulso a la natalidad” como “deducciones fiscales para familias con rentas bajas que apuesten por tener más de un hijo” el líder de la derecha incluyó en su discurso múltiples anuncios ya realizados. Entre ellos destaca especialmente algo más de media docena de iniciativas aprobadas en el debate de política general del pasado año y que aún no se han puesto en práctica, así como iniciativas que ni siquiera dependen de la Xunta, como “reanudar” las obras del AVE Lugo-Ourense, que nunca han comenzado y que el propio Feijóo prometió antes de ser presidente.

Así, por ejemplo, Feijóo asegura que, ahora sí, llegará a ser aprobada una Ley de Calidad de los Servicios Públicos y otra de Estructura Agraria. Asegura también, como se aprobó en 2013, que el Ejecutivo impondrá un canon sobre las explotaciones mineras y actualizará su Plan Estratégico de la Economía. Además, destaca, la Consellería de Educación extenderá los contenidos digitales en las aulas, Economía seguirá relanzando la marca Galicia Calidade y el conjunto de la Administración primará las solicitudes de subvenciones que vengan firmadas por más de un ayuntamiento, propuestas todas ellas que ya vieron la luz en el pasado debate. Galicia, asegura “puede mirar el futuro con certeza”.

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