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La Galicia negra de los 80 bajo el cometa Halley

Página de la novela gráfica 'Os dias do cometa'

Alberto Ramos

Galicia en los años 80. En alguna villa del interior. Los comienzos de una corrupción que ahora nos es muy familiar. El narcotráfico se amplía cada vez más y más, tejiendo una red que cubre cada palmo de terreno. Y en el cielo, entre las estrellas, el cometa Halley atraviesa la negrura de la noche, entre presagios y vaticinios. Ese es el telón de fondo escogido por el ilustrador Miguel Fernández y el periodista Manolo López Poy para su nueva novela gráfica conjunta publicada por Demo Editora: Os días do cometa. “La obra está ambientada en los ochenta, cuando el Halley sobrevuela Galicia. Ese es un momento de predicciones catastrofistas y en medio de ese ambiente, se produce una serie de ajustes de cuenta”, resume la obra Manuel Poy, quien subraya que el cómic transita por las claves habituales del género negro.

Un género que los dos autores ya habían probado en su anterior trabajo, O fillo da furia. En aquel trabajo, se realizaba un retrato de Mamed Casanova, bandolero gallego de comienzos del siglo XX conocido con el seudónimo de Toribio. Un personaje singular del imaginario colectivo de aquella época del que Ramón María de él Valle-Inclán llegó a decir que era “hermoso como un bastardo de Cesar Borgia”. “En el retrato de Mamed Casanova nada delata el asesino. Su rostro incluso puede ser de un monje penitente o de un hidalgo sombrío. Casanova mató siempre sin saña, con frialdad, como matan a los hombres que desprecian la vida y que, sin duda, por eso no miran como un crimen dar la muerte”, explicaba el escritor de Luces de bohemia.

Ese era el retrato que trazó Valle Inclán del bandolero y esa fue la historia que quisieron retratar en 2010 Manuel Poy y Miguel Fernández. En esa primera obra, ya se vislumbraban una serie de características del género policial. En blanco y negro, narraron y dibujaron la historia del bandolero empleando las mismas claves en las que ahora ahondan en Os días do cometa. De alguna manera, es una continuidad del álbum del bandolero. Si en O fillo da furia abordaban la violencia de comienzos del siglo XX; ahora, en esta nueva obra, se sumergen en otra violencia diferente, la propia de los años ochenta. El país es el mismo, aunque cambió entre un momento histórico y otro. La violencia, seguramente, es la misma, aunque sus formas son diferentes. Y el estilo gráfico y el diseño son semejantes, pero evolucionan a un estado maduro. “Ahora empleamos el mismo estilo que entonces, con un blanco y negro bien definido, aunque más rotundo, sin espacio para los grises. En realidad, es una evolución, un paso más en esa estética, pero sacándole punta”, explica el dibujante Miguel Fernández. “Hay una evolución el dibujo, pero manteniendo las claves del género negro. Quizás, un género más concreto más propio: el negro-rural”, añade Manuel López Poy.

De aquellos vientos...

La historia de Os días do cometa transcurre bajo el cielo atravesado por el Halley. En la tierra, lejos de los astros, el territorio está cruzado por una corrupción incipiente, por el narcotráfico, por un momento también de crisis. “Todo eso configura el telón de fondo, son pinceladas”, insiste en matizar López Poy. Lo importante, la esencia, está en otra parte. Gira alrededor de cuatro amigos de la infancia con roles bien diferentes, pero que confluyen en una historia de corrupción y droga que, finalmente, los lleva a un desenlace rotundo. “Lo importante son las vivencias de este grupo, de esos personajes. El resto”son pinceladas de ese tiempo y de las circunstancias de aquella época. En cierto modo, dejamos ver las cosas que sucedían por aquella época, que tienen mucho que ver con el que vivimos en estos momentos. Vaya, podemos decir que 'de aquellos vientos, vienen estas tempestades“, reflexiona Manolo Poy.

Además, en la historia hay cierto fondo personal en cuanto el ambiente. “No hay conexiones con hechos reales, es todo ficticio, pero el espacio en el que se desarrolla la trama bien podría ser cualquier villa rural de la época. Yo soy de Sarria y Miguel de Baralla y vivimos esos tiempos”, explica Manolo. “Ese ambiente es parte de nuestro imaginario, de nuestra infancia. Entonces éramos niños”, recuerda Miguel, quien también destaca el trabajo de documentación y diversos referentes de la realidad para concederle a la obra mayor verosimilitud. En esa línea, el dibujante explica que se puede ver al periodista, ya fallecido, Luis Mariñas como ejemplo de esos referentes.

Antes de ser novela gráfica, Os días do cometa nació como un relato. “Lo había escrito a comienzos de los noventa. Era un relato breve en el que se hablaba de ese grupo de amigos, en ese ambiente rural y con trazos propios de la época. Recuerdo que había en él detalles de ese momento, como el referéndum de la OTAN o el paso del cometa Halley. Al final, en el momento que pasó a ser cómic, me quedé con el cometa, me parecía un buen referente y, además, venía acompañado por los presagios. Decidí que podía ser una buena guía para un ambiente de locura colectiva y catastrofista”, concluye López Poy.

Con esa guía como punto de partida, en la novela gráfica se genera una fría escenografía, nada nostálgica. Os días do cometa contiene, además, todos los elementos necesarios para construir una auténtica crónica negra que viene reforzada por la experiencia periodística de su guionista y el gusto por el género policial de ambos autores.

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