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“Los artistas se han aproximado a Rosalía de manera poco atrevida, con una imagen estereotipada”

Óleo de Rosalía, por Brocos

Marcos Pérez Pena

La efigie de Rosalía de Castro es posiblemente una de las imágenes más reconocibles para cualquier gallego o gallega, un icono, un símbolo con una enorme fuerza y una gran importancia sobre el cual, no obstante, apenas ha habido históricamente un trabajo de reinterpretación artística, y tampoco una reflexión teórica en forma de estudio iconográfico. Es precisamente ese el hueco que el libro Rosalía de Castro: Imaxe e realidade (Xerais), del profesor Fernando Pereira, quiere contribuir a llenar. Hay muchas imágenes de Rosalía, eso es cierto, y de hecho esta obra analiza un total de 150, pero todas ellas parten de unos pocos modelos iniciales, en concreto de siete fotografías y de un único retrato en pintura realizado en vida de la poeta. El resto son copias y reinterpretaciones de estas imágenes iniciales, pero eso sí, alejándose muy poco de los originales, lo que llevó a que a lo largo de un siglo la imagen que se transmitió de la autora fuera unívoca y apenas variara con el tiempo.

¿Por qué hasta ahora no se había ahondado en esta cuestión? “Esa es la misma pregunta que me hacía yo y que me llevó a hacer este libro” –dice Fernando Pereira–. “Vi que había que rellenar un hueco bibliográfico sobre el que no había nada. Y es muy importante, además, porque la imagen también contribuyó a que Rosalía sea hoy una figura bien visible y conocida por todo el mundo. Es una imagen muy popular, muy consolidada, inconfundible. Todos los gallegos la reconocen, y ya hace un siglo era reconocible por buena parte de la población, también entre los emigrantes”.

Durante muchos años la imagen icónica de Rosalía no cambió nada, primando sobre todo las que provenían de la fotografía realizada por Sellier e interpretada después por Portela en un dibujo realizado tras la muerte de la poeta. Y solo fue en los ochenta y en los noventa cuando comenzó a haber reinterpretaciones, sobre todo a partir de 1985. Es en ese año, con el congreso que se celebra coincidiendo con el centenario de su muerte, cuando surgen otras Rosalías.

Fernando Pereira señala que “es una lástima que los grandes pintores gallegos no hayan interpretado más a Rosalía. Hablo de Castelao, de Laxeiro, de Colmeiro. Únicamente Maside y Seoane tienen alguna cosa pequeñita. Y tampoco lo hicieron en los años ochenta los renovadores de la pintura gallega, la generación de Atlántica tampoco interpretó a Rosalía. Me refiero a Lamazares, a Menchu Lamas, a Patiño...”. Pereira añade que “siempre imaginé que sería muy interesante ver lo que haría Leiro. En el libro no trato el monumento público, pero tampoco en el monumento público Rosalía fue tratada como se merece. Rosalía tiene muy pocos monumentos y estos no están a la altura del mito”.

El autor de este estudio iconográfico subraya que los artistas se han aproximado por lo general a Rosalía “de una manera muy estática, muy poco atrevida, con una imagen muy estereotipada, con una cierta sacralización de su figura, lo que impidió la renovación del icono”. Pereira destaca la “consistencia icónica de Rosalía, con muchas imágenes que han reinterpretado unas pocas imágenes iniciales y que a fuerza de retocarlas fueron perdiendo la conexión con el original”. “La distancia entre el modelo y la copia se ha hecho infinita”, concluye. Explica que “fue convertida en mito, y los mitos sufren manipulaciones. Hay intervenciones mitificadoras y desmitificadoras en los años cincuenta y sesenta, pero en realidad todos contribuyeron a aumentar el mito” y cita al escritor colombiano Darío Jaramillo, que afirmó que “no hay nada más mitificante que la labor de los desmitificadores”.

Pereira lamenta igualmente la falsificación provocada tanto por algunas imágenes como por ciertas interpretaciones de su obra o por ciertas descripciones y testimonios literarios realizadas por distintos autores o biógrafos, “que determinaron una cierta manera de ver a Rosalía. Esa Rosalía melancólica, llorona, lánguida, que se puede leer en algunas imágenes y que nada tenía que ver con la Rosalía real”. En ese sentido, Fernando Pereira destaca que el cuadro de Modesto Brocos (el único pintado en vida) “es muy interesante, porque nos muestran a una Rosalía distinta, una Rosalía de carne y hueso, sin máscara, una Rosalía bastante real”. Para Pereira, Brocos “hizo un gran cuadro, que recoge a una mujer fuerte, de fuerte carácter, nada que ver con esa imagen de melancolía que se ha querido transmitir a veces”.

Las relecturas

A partir de los años ochenta comienza a haber nuevas lecturas del icono. Todos tenemos en mente (y en algún maillot) la relectura pop realizada por Rei Zentolo. Pero no fue la única. También Elba Fernández jugó con la imagen de Rosalía y la insertó directamente en el siglo XXI. Y muy recientemente pudimos asistir a la iniciativa de la AELG para que la imagen de la poeta llenara los muros del país (sobre todo de los centros de enseñanza) en forma de graffiti. “Este movimiento es muy importante” –destaca Pereira– “porque acercó la imagen de Rosalía a la juventud, que no se podía sentir identificada con una imagen melancólica o llorona”.

Con todo, el autor muestra su sorpresa porque “estas nuevas visiones sobre Rosalía vienen no de la mano de grandes nombres o de artistas muy conocidos, sino del mundo del diseño gráfico, de la ilustración, de la caricatura, del comic...”. De igual manera, también señala el hecho de que “una figura tan importante, un símbolo nacional y cultural gallego” no haya tenido hasta este momento demasiada presencia en el mundo audiovisual: “En los años setenta hubo en TVE una telenovela que trataba de la vida de Rosalía, y un poco más tarde hubo otra producción basada en una obra suya. Pero después no ha habido muchas más aportaciones, y en Galicia, a partir de la creación de la TVG, no hay mucha cosa tampoco. Resulta curioso”.

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