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El hombre que vendió su apellido regresa: ahora pone en venta su propio futuro

Jason Zook vende el acceso a los proyectos que desarrollará a lo largo de su vida

Cristina Sánchez

“Ojalá no tuviera que vender cosas”. El emprendedor Jason Zook, un “tipo loco de internet” tal y como se define él mismo, releyó hace unas meses esas palabras que había escrito en su diario tiempo atrás. La cafeína del desayuno le ayudó a que ese antiguo deseo se transformara en su último proyecto: vender su futuro.

Si el 'marketing' nunca había sido su parte favorita a la hora de montar negocios, ¿por qué no cambiar las reglas para ofrecer el trabajo de toda de su vida en un único lote por adelantado y poder centrarse así en la parte creativa de sus proyectos?

Por disparatado que parezca el plan de Zook, lo cierto es que cientos de personas han confiado ya en sus extravagantes ideas a lo largo de su carrera. Cofundador de una empresa de diseño web, Jason tomó la decisión de convertir su cuerpo en un escaparate publicitario andante hace unos años y la jugada no pudo salirle mejor.

CAMISETAS Y APELLIDO A LA VENTA

El 1 de enero de 2009, Zook pedía a las empresas un dólar a cambio de promocionarlas durante un día en su camiseta, prenda que exhibiría, sin ningún sentido del ridículo, en Twitter, Facebook, Youtube o la plataforma de vídeos en vivo Ustream. Su idea funcionó y pudo subir progresivamente el precio del servicio publicitario hasta llegar a los 365 dólares el último día del año (324 euros al cambio actual).

A lo largo de los cuatro años que duró la campaña, facturó un millón de dólares (890.000 euros) por llevar sobre el torso los logos de casi dos mil clientes, entre los que figuran grandes compañías como Starbucks, Nissan o Pizza Hut. El negocio acabó, pero Jason aprovechó la coyuntura para escribir un libro en el que narra las anécdotas vividas durante ese tiempo en el que se convirtió en un hombre anuncio.

Aunque ahora afirme que lo de publicitarse a sí mismo no le gusta demasiado, Zook continuó su exitosa carrera dándole visibilidad a las marcas. Para ser más precisos, el verdadero nombre de este tiburón de las ventas es Jason Sadler. Como no sentía ningún apego a su apellido porque nunca había tenido una figura paterna estable, Jason también decidió ponerlo en venta. Realizó los trámites legales necesarios con el fin de pasar a ser Jason HeadsetsDotCom, Jason SurfrApp, y Jason Zook, el apellido definitivo que tomó prestado de su bisabuelo. A la tercera fue la vencida (y definitiva) y, por el camino, se embolsó 100.000 dólares (89.000 euros).

“Honestamente, solo quiero divertirme y disfrutar el proceso” nos cuenta este emprendedor. Su peculiar ingenio le llevó a crear el 'Proyecto Galaxy', el nombre en clave con el que denominó, antes de su lanzamiento, al paquete de proyectos que ha desarrollado y desarrollará a lo largo de su vida. Se trata de un conjunto de productos enfocados a ayudar a los emprendedores a ser más creativos y aconsejar a las empresas que quieran aumentar sus beneficios por internet.

Ocho de sus proyectos ya están acabados, como su libro o la plataforma educativa Teachery. Otros seis ya los tiene definidos y los lanzará a lo largo de los próximos dos años: dos 'apps', otros dos libros y dos cursos 'online'. Los que realice a partir de ahí dependerán de las circunstancias y de las sugerencias de los propios compradores (no descarta incluir un 'jet pack' o unas gafas de rayos X como complementos). 

Así que del creador de 'Me pongo tu camisa' o 'Compra mi apellido', llega 'Compra mi futuro''Compra mi futuro', disponible en la pantalla de los dispositivos de todo el mundo desde la pasada semana y solo hasta el martes que viene.

ETERNO ACCESO AL PORVENIR DE UN EMPRENDEDOR

El futuro de Zook tiene un precio: 1.000 dólares. Decidió fijar esa cifra tras analizar la cantidad máxima que los clientes habían gastado en sus anteriores proyectos.  A cambio, ofrece “acceso inmediato y durante toda la vida” a los proyectos que realice a lo largo de una carrera previsiblemente dilatada, ya que solo tiene 33 años. Eso sí, puntualiza que se refiere exclusivamente a las iniciativas profesionales: su familia no va incluida en el lote de 'Buy my future'.

“Si tú confías en mi producto, me das la oportunidad y después desarrollo un producto de diez mil dólares, lo conseguirás gratis. No pagas porque ya has comprado mi futuro”, detalla Zook. Aunque la oferta para disfrutar de sus productos hasta la eternidad va dirigida especialmente a sus seguidores, no descarta lanzar campañas similares anualmente.

Sus inversores tendrán otras ventajas, como entrar a formar parte de una comunidad en Slack, Slackla popular plataforma para gestionar proyectos virtualmente, lo que les permitirá conocerse y estar informados de todos los avances de Zook. Ideas no le faltan a este declarado apasionado de los unicorniosunicornios, esas escasas 'startups' que consiguen estar valoradas en más de 1.000 millones de dólares.  

Más de sesenta personas ya han decidido rascarse el bolsillo para pagar por el futuro de Zook, aun sin saber exactamente qué tendrán a cambio. “La mayoría de gente que lo ha comprado está realmente entusiasmada por todas las cosas que conseguirán y por la comunidad. Un montón de personas me dice que está entusiasmada por apoyarme como emprendedor”, nos cuenta Zook, que dice sentirse sorprendido por la acogida de la iniciativa.  

Cabe preguntarse qué ocurre si a uno de los inversores no le gusta su idea y le acusa de convertirse en el vendedor de humos del mañana. En ese caso, aunque devolverá el dinero a los que no estén satisfechos, también tomará otras medidas. “Si compras mi futuro y dentro de seis meses quieres una devolución, no te permitiré comprar nada mío otra vez. Suena drástico y dramático pero creo que la gente que toma la decisión debería hacerlo al 100%”.

A Zook no le gustan las medias tintas (recomienda emprender con ideas aparentemente alocadas solo a quienes crean realmente en ellas) ni tampoco que intenten cambiarle su forma de pensar (le asusta la idea de conseguir dinero en rondas de financiación que le hagan perder el control de su propio futuro). No quiere que nadie le diga lo que tiene que hacer, por eso ha querido buscar exclusivamente seguidores que formen una comunidad. “Están invirtiendo en mí, así que haré el mejor trabajo con mi propia y única forma de hacerlo”.

Este emprendedor calcula que cada dos años se le ocurre una idea disparatada, así que todavía tiene tiempo para preparar la siguiente. Lo que sí tiene claro es su meta a largo plazo. “Mi objetivo es vivir al menos 150 años”, sentencia, acompañando su afirmación con una carcajada. Sentido del humor no le falta a este original empresario al que no le importa poner precio a los singulares pensamientos que todavía no han cruzado su mente.

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Todas las imágenes de este artículo son propiedad de Jason Zook.

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