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Reflexiones sobre emprendimiento. Una charla al mes con un emprendedor, profundizando en su historia desde el punto de vista más humano para entender su trayectoria profesional. Nexo es un proyecto audiovisual sin ánimo de lucro y de libre difusión.

Puro ingenio: el español que ha llenado Airbnb de casas a ambos lados del charco

Corría el año 2008 y Brian Chesky y Joe Gebbia eran dos estudiantes de diseño afincados en San Francisco con problemas para llegar a fin de mes. ¿La solución? Aprovechar el espacio sobrante de su apartamento para poner a disposición de los viajeros que llegaran a la ciudad californiana un cómodo colchón hinchable por un módico precio. Se les ocurrió hacerlo a través de una web, por entonces bautizada ‘Air bed and breakfast’ (literalmente, cama de aire y desayuno). Acababa de nacer AirbnbAirbnb.

De ahí a llegar a ser, en una década, una compañía valorada en más de 30.000 millones de dólares (unos 25.000 millones de euros) hay un largo camino caracterizado por la expansión a lo largo y ancho del orbe, alguna que otra polémica y no pocas dificultades. A una de ellas se tuvo que enfrentar en 2012 el español Kintxo Cortés. “Entré en la compañía para la oficina de Barcelona, en un equipo de menos de 10 personas, y mi rol era traer casas a la plataforma”, rememora en una entrevista para Nexo.

Su primera baza fue acudir a otras páginas en las que ya había propietarios de pisos ofreciendo habitaciones y apartamentos. Sin embargo, esa fuente de nuevos anuncios para Airbnb se acabó pronto. Una vez más, la necesidad agudizó el ingenio. “Hice un panfleto de estos que se pegan en paredes y farolas”, relata Cortés. “Imprimí 15.000 papeletas y compramos un móvil para que la gente me llamara si tenía una habitación o un apartamento libre en ese barrio”. Fue así como el equipo de Airbnb encargado de las ventas en España logró captar a los primeros anfitriones.

Tras llamar al teléfono que habían visto en un sencillo anuncio pegado a una farola, los propietarios se reunían, generalmente en grupo, con Cortés, quien les explicaba qué era aquello de Airbnb y les convencía para anunciar su casa en la plataforma.

Este original movimiento estuvo precedido de una no menos original llegada de Cortés a la compañía. Tras estudiar Publicidad, este bilbaíno se empeñó en trabajar en Airbnb. “Me encantaba la empresa”, afirma con rotundidad. Para lograrlo, se inscribió en todas y cada una de las ofertas disponibles en la web de Airbnb para la oficina de Barcelona. El hecho no pasó inadvertido para la empresa. Sin embargo, lo confundieron con un error informático: “Me llamaron pidiéndome disculpas: había un error en la página y aparecía que había aplicado a todos los puestos, desde jefe de operaciones a becario de ventas”, cuenta divertido Cortés.

Por supuesto, no había error alguno: era simplemente la perseverancia de Cortés. “Se sorprendieron muchísimo y al final me acabaron dando una oportunidad. Comencé en España como agente de ventas”, rememora.

Cruzando el charco

Con ese ingenioso uso de las farolas, Cortés no solo se aseguró un buen puesto en el 'ranking' que, por aquel entonces, clasificaba a los empleados que más anfitriones lograban atraer. También fue uno de los hitos que le abrió las puertas de su siguiente destino: la oficina que Airbnb establecería en 2014 en Miami para abrirse al mercado latinoamericano.

Una vez más, los retos llamaron a la puerta de la compañía y, cómo no, a la de Kintxo. “Recibimos una llamada en la oficina del CEO y nos dijo que quería entrar en Cuba”, narra Cortés. Por aquel entonces, la administración Obama empezaba a acercarse al régimen de Castro y algunas compañías estadounidenses, como Mastercard o Netflix, ya iniciaban el aterrizaje en la isla. “Pero esas llegadas no eran ciertas del todo: la penetración bancaria es muy baja en Cuba y la de internet es casi inexistentela de internet es casi inexistente; él [Brian Chesky] quería que fuese un lanzamiento de verdad”. Y eso no iba a ser una misión sencilla.

¿Cómo iba a operar Airbnb en un país sin conexión a la Red? “Fuimos a Little Havana, en Miami, para hablar con personas que tuvieran familiares en Cuba y que pudieran manejar los anuncios desde fuera de la isla”, comenta el español, quien también recuerda que otra de las estrategias que siguieron fue “identificar a ciertas personas que pudieran gestionar anuncios de gente en Cuba a los que nosotros pondríamos en contacto desde fuera de la isla”. En definitiva, el primer paso de Airbnb para llegar al mercado cubano fue crear una red de intermediarios en el extranjero que pudieran ocuparse de los aspectos digitales del arrendamiento.

Sin embargo, el reto caribeño no acababa ahí. La gestión de los pagos “fue un parto de trillizos”, bromea Cortés. “Encontramos una empresa muy pequeñita en Miami que se dedicaba a mandar remesas de dinero de los exiliados cubanos en Estados Unidos a dentro de Cuba y llegamos a un acuerdo con ellos: básicamente, el dinero se metía dentro de un avión y se repartía en ‘cash’ dentro de la isla”, describe el español, aún sorprendido del éxito que tuvo semejante operación logística. ¿El resultado? “Ha sido el mercado que más ha crecido dentro de Airbnb en los últimos años y ahora están en 18.000 anuncios”, sentencia.

El futuro de Airbnb

Hoy Cortés trabaja en la sede de la compañía en San Francisco, donde las salas son réplicas de algunas de las habitaciones que se anuncian en la propia plataforma. Su puesto ahora es el de Senior Regional Market Manager dedicado a México, un singular mercado de alquileres vacacionales en el que son empresas y no particulares quienes gestionan los apartamentos.

“Ahora mismo Airbnb tiene 3 verticales diferentes”, comenta Cortés. Más allá del alojamiento clásico, la compañía, que cumple este año una década de su nacimiento, experimenta en el sector de los viajes por negocios, en el mercado gestionado por empresas (en el que trabaja ahora Cortés) y, por último, en el de las experiencias, con eventos y visitas guiadas que completan la oferta turística más allá del alojamiento.

El propio Cortés apunta cuáles pueden ser algunas de las líneas de actuación de la compañía en el largo plazo. Posiblemente, el cada vez más habitual modo de vida nómada tenga cierto protagonismo en los planes de Airbnb de aquí a unos años. “Hay gente que vive viajando, que pasan 3 meses en una ciudad y otros 3 en otra. ¿Cómo se les puede atender de otra manera?”, plantea el español, que también prevé que los alquileres de larga duración llegarán tarde o temprano a la plataforma nacida hace diez años en un piso de San Francisco. “Que cada uno sienta que tiene una casa en cada ciudad del mundo, que te sientas ciudadano del mundo de verdad”, sentencia parafraseando a Brian Chesky. ¿Será pronto Airbnb la inmobiliaria que nos presente a nuestro próximo casero?

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La imagen que aparece en este artículo es propiedad de TechCrunch

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