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Los afortunados niños que aprendieron informática con el cofundador de Apple

Los niños se fotografían con los portátiles PowerBook 1400 que Wozniak les proporcionó

José Manuel Blanco

Un día de 1995, los padres de una comunidad 'hippie' de California decidieron diseñar una serie de actividades extraescolares para sus hijos. Los profesores serían ellos mismos. Así, el padre de una de esas niñas los llevaría a pasear por la naturaleza. La madre de otra decidió crear un grupo de chicas 'scout'. Y el padre de una tercera se dispuso a darles clases de informática.

Este último progenitor les enseñaría lo básico sobre el funcionamiento de un ordenador y algunas lecciones de mecanografía. También, les mostraría ese invento que se empezaba a popularizar, llamado internet. Gracias a ese hombre, los chicos descubrirían que en los chats era posible hacer amigos de todo el mundo. Aquel padre se llamaba Steve Wozniak.

Durante algunos meses, el cofundador de Apple fue el profesor de informática en horario extraescolar de una treintena de niños, entre los que se encontraba su hija Sara. Una compañera de la niña (“la conocía desde la guardería”) es la ahora periodista Syambra Moitozo, que ha explicado a HojaDeRouter.com el funcionamiento de esas clases de Wozniak. “Nos enseñó sobre redes de ordenadores básicas, cómo usar el ordenador… Nos enseñó cómo usar internet, America Online [lo que luego se conocería como AOL]...” Señala además que “no eran clases formales”, así que no hubo exámenes ni nada parecido.

¿Cómo era Wozniak? “Era muy muy amable”, recuerda Moitozo. “Era muy atento con los alumnos” durante el tiempo que duraron las clases, que Moitozo no recuerda con exactitud (“quizá seis meses”). Una vez que terminaron el colegio y pasaron al instituto, las lecciones se acabaron y la periodista no volvió a tener contacto con el cofundador de Apple (“creo que lo vi en la graduación del instituto”, matiza).

Como profesor “era genial. Es una especie de niño grande, así que creo que se veía reflejado en nosotros”, cuenta Tara Hodge, otra de las niñas que asistía a aquellas extraescolares. De 33 años, en la actualidad trabaja en una clínica ortopédica, tiene una hija de trece meses y vive con ella y su marido en Petaluma, una ciudad a unos 60 kilómetros al norte de San Francisco. “Las clases eran un par de días a la semana, tras la escuela, en nuestra aula habitual”, explica a HojaDeRouter.com.

Al no formar parte las clases de un currículo, “nos dejó aprender a nuestro propio ritmo y trabajar en lo que estuviéramos interesados”. Si no te gustaba la mecanografía o las redes de ordenadores, siempre te quedaba la opción de navegar por AOL, “pero si de verdad estabas interesado, él te enseñaba lo que quisieras aprender”.

Según recuerda, Wozniak les explicó los conceptos básicos de informática y del uso de ordenador. “Nos enseñó código binario y cómo se hacían las imágenes”, explica. “Trabajamos la mecanografía junto con la creación de imágenes digitales y animación por ordenador básica”. Hodge recuerda cómo incluso algunos niños se llevaron sus propios ordenadores para “juguetear” con la placa base.

Aunque las clases tenían lugar dos veces a la semana, en ocasiones Wozniak escogía a algunos de ellos para continuar con las lecciones en su oficina de Los Gatos, una ciudad de California. “Creo que los niños que continuaron yendo a esas sesiones eran probablemente los que terminaron luego interesados en la tecnología”.

“Como si tuviera las llaves de algún reino mágico”

Wozniak, que para entonces había abandonado Apple, les llevó los ordenadores. En concreto, unos PowerBook 1400, un portátil de la línea Macintosh. Con él hicieron todas esas actividades e incluso se atrevieron, según el relato de Moitozo, a diseñar páginas web simples. “Recuerdo sentir como si tuviera las llaves de algún reino mágico”. El padre del Apple I también se preocupó de que hubiera conexión a internet en el aula.

De hecho, Moitozo recibió su primera lección sobre privacidad en internet con apenas 10 años. Pensando que uno de los protagonistas de 'Un chapuzas en casa', Jonathan Taylor Thomas, tendría correo electrónico, mandó un mensaje a JTT@aol.com con el fin de invitarlo a su casa para enseñarle su colección de tazos. En ese mensaje escribía su número de teléfono y su dirección. A las dos semanas, los padres de la joven recibieron “una carta mecanografiada muy cortés” de un dentista de Des Moines, en Iowa. El dentista les pedía que controlaran la actividad de su hija, que estaba dando información personal a desconocidos.

“No prestaba atención”

Stephanie Frost fue otra de las compañeras de Moitozo y Hodge en aquellas clases. Ahora tiene 32 años y vive en San José (California), trabajando como administrativa para una empresa de auditoría. Más de dos décadas después, sus recuerdos sobre la experiencia con Wozniak son difusos. “No recuerdo ninguna de las lecciones que enseñó, lo siento”, reconoce. “No prestaba atención. No tenía ningún interés en enterarme de cómo funcionaba Ethernet o las máquinas de redes múltiples”.

Eso sí, “disfrutaba navegando por AOL y chateando con mis compañeros de clase tras la escuela”. Lo corrobora Moitozo: “Creo que el chat de America Online fue algo muy importante para muchos de nosotros en la escuela, porque te conectabas con gente de todo el mundo”.

Lo que sí recuerda Frost es que Wozniak daba algunas clases en compañía de otros colegas, y que “cuando él estaba allí era siempre un profesor muy paciente”. “Era capaz de bajar a nuestro nivel para que pudiéramos entender y absorber con facilidad el material”. Además, aunque no recuerde las lecciones, sí puede rememorar “lo divertido que era cuando él aparecía con comida para todos y pequeños y divertidos regalos”. Entre esos presentes hubo punteros láser, lo que resultó un desastre, pues aquel día los niños se lo pasaron intentando cegarse los unos a los otros.

“Cada día que teníamos clase pedía algo de comer para todos nosotros, McDonald’s (su favorita) o pizza”, nos detalla. También recibieron una copia de una biografía de Wozniak ('Steve Wozniak: Inventor of the Apple Computer', de Martha E. Kendall). “El dinero no era un objeto para él, y creo que le hizo feliz hacer estas cosas por nosotros”, resume.

Lo que recuerda Wozniak

Frost dice que ya no tiene contacto con él aunque, asegura, ambos son amigos en Facebook. Hodge tampoco mantiene el contacto y Mayroto cree que lo vio “en la graduación del instituto”, aunque recientemente habló con él por teléfono para recordar esta experiencia.

Wozniak le contaba a Mayroto que lo más importante para él era “motivar a la gente haciendo las cosas tan divertidas como pudiera”. “Tenía esa libertad, porque estaba patrocinando la clase y no estaba bajo la guía de un director”, le dijo el cofundador de Apple. “Mi intención no era formar a la gente para que se convirtieran en especialistas de ordenadores o trabajaran para compañías informáticas”.

Echando la vista atrás 22 años, Moitozo cree que las lecciones fueron muy valiosas. “Nos ayudaron a sentirnos más seguros de nosotros mismos”, comenta. “Tuvimos acceso a tecnología que mucha gente no tenía, así que creo que nos sentíamos comos si tuviéramos más poder personal, aprendiendo y descubriendo cosas en línea”.

Fuimos muy afortunados de muchas maneras por crecer donde lo hicimos e ir a la escuela a la que fuimos, y Steve fue claramente parte de ello”, sintetiza Hodge. “No supimos cuán especial era en realidad. Creo que teníamos cierta idea, porque nuestros padres lo sabían, pero probablemente ninguno de nosotros lo apreció en su alcance total hasta hace poco. Y con la explosión de Apple en la última década o así, lo hace parecer incluso más especial”.

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Las imágenes son cedidas por Syambra Moitozo y propiedadde Robert Scoble y Wikipedia

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