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El mítico guitarrista de Queen apuesta por la realidad virtual de hace un siglo

Brian May durante su ponencia en el Festival Starmus de Tenerife

Lucía Caballero

Cuando era niño, allá por los años 50, a Brian May le gustaban los cereales. El guitarrista de la mítica banda Queen, que entonces aún no podía presumir de cabellera leonina, descubrió en las cajas una de sus mayores pasiones ajenas a la música. En una promoción especial, una marca regalaba tarjetas con dibujos que podían verse en tres dimensiones. El roquero quedó maravillado por el efecto y desde entonces cultiva su pasión por las imágenes en relieve.

Los asistentes a la última edición del Festival Starmus, un evento científico celebrado el pasado mes de julio en Tenerife, pudieron comprobar los conocimientos que ha adquirido durante décadas: May, doctor en astrofísica además de intérprete, ofreció a la audiencia un paseo virtual por el universo.

El británico incluyó en el tour más de cincuenta imágenes en 3D de su propia colección, proporcionadas por organismos como la ESA, la NASA (con la que ha colaborado en las misiones New Horizons y Rosetta) y diversos astrónomos aficionados a la fotografía. Sin moverse del asiento, los espectadores visitaron nebulosas, planetas y galaxias.

Pero lejos de dejarse impresionar por los aparatos más modernos, May sigue interesado en aquellas primeras versiones que descubrió en su niñez. Así, su verdadera pasión es la estereoscopía, una técnica predecesora de la realidad virtual inventada en la época victoriana que consiste en utilizar dos imágenes distintas para crear la percepción de tridimensionalidad.

Junto a la historiadora Elena Vidal, May reflotó en 2008 la desaparecida Compañía Estereoscópica de Londres en forma de web en la que explica los fundamentos de la estereoscopía, su historia y ofrece una amplia biblioteca de imágenes. En la página pueden comprarse también dispositivos diseñados por el británico, aquellos que probaron los asistentes al Starmus. El catálogo incluye dos opciones: el visor estereoscópico Owl, disponible desde 2009, y el nuevo kit de realidad virtual OWL para 'smartphones', lanzado recientemente, ambos fabricados en polipropileno, un polímero plástico.

Con el segundo kit, May ha querido adaptarse a la tecnología actual. “Todo lo que necesitaba era conseguir que funcionara con cualquier teléfono como fuente de la imagen”, explica la estrella del rock británica a HojaDeRouter.com. Ha tardado un año en dar con la solución y perfeccionar la idea: “¡Una placa magnética!”, exclama. El imán mantiene fijo el móvil a la superficie trasera del artilugio mientras el espectador mira la pantalla a través de las lentes.

De la época victoriana al siglo XXI

El kit de realidad virtual OWL funciona tanto con fotos y dibujos estereoscópicos impresos como con imágenes y vídeos de realidad virtual reproducidos en una pantalla. Se parece considerablemente al Cardboard de Google, un visor casero de cartón que propone el gigante de Mountain View desde hace un par de años, y al resto de modelos fabricados posteriormente por otras marcas. Sin embargo, existen varias diferencias: “Tiene unas lentes con una mayor distancia focal que la mayoría de modelos del mercado”, aclara May. “Esto significa que la geometría es diferente y no tienes las imágenes pegadas a la cara”, señala el músico y científico.

El OWL no se fija a la cabeza con ninguna cinta, con lo que el usuario puede apartar la mirada de la imagen cuando quiera. May destaca que “no produce claustrofobia ni agobia”, y prosigue enumerando ventajas: “Se adapta a todos los parámetros oculares [importante para las personas mayores], el espectador tiene acceso constante a los controles del teléfono”.

Debido a su sencillez, “las sensaciones extrañas como el vértigo se reducen considerablemente, lo que proporciona una experiencia más agradable para cualquier tipo de persona y durante un periodo de tiempo más prolongado”, dice el británico. El visor representa una alternativa para quienes se sienten sobrecogidos por la inmersión de las gafas modernas. “El grado en el que una persona es extraída de su entorno varía dependiendo de la luz y el ambiente; mucha gente lo encuentra menos estresante”, asegura.

El precio es otra de sus ventajas: el visor OWL de realidad virtual cuesta 25 libras (alrededor de 29,5 euros), una cantidad que permite su uso en colegios. “Cualquiera puede acceder a la experiencia de la realidad virtual y disfrutar casi instantáneamente de las fotografías en 3D obtenidas con aplicaciones móviles”, dice May.

El “milagro” estereoscópico

Nuestros dos ojos nos dan dos visiones diferentes del mundo y el cerebro hace el milagro de combinarlas en una imagen tridimensional”, explica la estrella del rock. El fenómeno, conocido como estereopsis, “ocurre todo el tiempo sin que seamos conscientes de ello”.

Por eso “una foto o un dibujo plano constituye una aproximación muy pobre a una percepción real”, indica este peculiar astrofísico. “El cerebro no obtiene la información suficiente para reconstruir la imagen”.

En 1838, el científico británico Charles Wheatstone concibió un dispositivo para reproducir artificialmente este proceso natural, el estereoscopio. Un artilugio compuesto por dos lentes ante las que se colocan dos imágenes, esas dos “visiones del universo” que captan los ojos. De esta forma, “la experiencia real e inmersiva es capturada para siempre”.

Para May, lo más sorprendente de la estereoscopía es que “la hemos tenido delante desde la aparición del hombre en la Tierra”, pero solo hemos conseguido entender el proceso hace unos 150 años.

Hoy en día, el dispositivo inventado por el músico y astrofísico no solo permite pasear por el universo desde una butaca, ver imágenes de la época victoriana o fotografías en el móvil. Gracias a Google es posible disfrutar de una versión en tres dimensiones de ‘Bohemian Rhapsody’, uno de los temas más célebres de Queen.

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Las imágenes de este artículos son cortesía del Festival Starmus y la Compañía Estereoscópica de Londres

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