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Las metáforas de Stallman y la obligada reinvención del software libre

Richard Stallman vestido de San IGNUcio (Foto: Wikimedia Commons)

José Barreiro Solano

Resulta que el 'software' libre permite al usuario copiarlo, modificarlo, distribuirlo sin restricciones y adaptarlo a las necesidades de cada uno. Su coste es mucho menor, está disponible para casi todo el mundo a un 'click' de distancia y funciona en ordenadores viejos y desfasados. Parece que todo son ventajas, pero a la hora de la verdad, el usuario corriente ni conoce lo que es el 'software' libre ni, por lo general, quiere conocerlo. ¿Qué es lo que falla para que un usuario tenga tanto miedo del cambio?

Richard Stallman es uno de los grandes nombres de la historia de la informática. Su movimiento en pro del 'software' libre ha permitido a millones de personas tener acceso a las antes conocidas como 'nuevas tecnologías' y sus acciones han concienciado a Gobiernos y administraciones para usar sistemas libres, más seguros y baratos para la Administración y, por ende, para todos sus ciudadanos. Lleva años dando conferencias y charlas para explicarnos las ventajas del software libre y por qué no deberíamos usar 'software' privativo. Sin embargo, la realidad es clara: la gran mayoría de los usuarios corrientes utiliza sistemas y programas privativos sin interesarse siquiera por las alternativas. ¿Es un problema sistémico del 'software' o por el contrario es un problema de imagen?

La metáfora de las recetas

Stallman lleva años utilizando metáforas para explicar por qué los programas de código cerrado son “malos”. Una de las que más utiliza es la de las recetas de cocina, que se explica de manera sencilla en este vídeo:

No es un ejemplo complicado, se entiende de manera fácil y sencilla, pero a la mayoría de los usuarios corrientes no les llega el mensaje: que existe una alternativa (tal vez mejor y más libre) a aquello a lo que están habituados. Al final no saben si todo esto va con ellos o es un tema de informáticos.

Una de las lacras de GNU/Linux es no haber sabido venderse. A día de hoy software libre o Linux sigue sonando a algo para especialistas, para informáticos y 'geeks'. No importa que este o aquel programa tenga las mismas o más funciones que el que yo uso, porque seguro que es muy complicado y no lo voy a entender, así que me quedo como estoy. El 'software' libre tiene un problema de imagen que debería resolver.

Del código a los colores, la evolución de la imagen

Cuando una persona sin conocimientos de informática oye hablar a Stallman, probablemente entienda el ejemplo de las recetas, pero no entenderá en qué le afecta realmente si no tiene conocimientos de informática, no sabe programar, no podría llegar hasta el código fuente aunque quisiera y en todo caso no sería capaz de entenderlo. ¿De qué me sirve que sea libre entonces? Hay otras cosas como poder copiarlo y distribuirlo sin limitaciones, pero eso es algo que afecta más a terceras personas, y mucha gente quiere saber solo una cosa: ¿hará lo que yo necesito que haga?

El 'software' libre a menudo se vende desde abajo, es decir, alabando el código y detallando sus bondades a partir de ahí, generalmente cuestiones técnicas. Sin embargo, las empresas de 'software' privativo nivel usuario lo hacen al revés, empiezan mostrándote lo bonito que es el programa, luego te explican lo fácil de usar e instalar que es, y más tarde te explican lo que puede hacer por ti. La capa externa es mucho más importante para el usuario corriente que el código, y es por donde hay que empezar. Es posible que esa persona pruebe un programa y no le funcione bien, pero si la primera impresión no es buena, ni siquiera llegará a utilizarlo. Quizá haya que dejar de vender las bondades del código y empezar a destacar la cantidad de colores con los que se puede adornar el sistema. El diseño importa, y sino que se lo pregunten a Apple.

Stallman ha hecho más que nadie por el 'software' libre, pero a las personas de la calle no se les suele convencer hablando de código abierto y libertad, porque son conceptos que suelen ponerse en un segundo plano. Primero hay que empezar por explicar que el software libre puede hacer lo mismo o mejor que el privativo, que cualquiera puede usarlo, que no es difícil de aprender y que te sorprenderá su rendimiento. En el momento en que la persona vea que realmente le sirve, se interesará por sí misma por el resto y preguntará por qué no tiene que pagar licencias por su uso y por qué le he pasado yo un CD con los programas y eso no es piratería. Ese es el momento de mentar a Stallman y sus recetas de cocina para atraer a otro usuario al 'software' libre.

Ubuntu, el Apple del software libre

A menudo un programador da prioridad al rendimiento de una aplicación por encima de otros factores como el diseño o la sencillez de uso. Es una posición lógica porque el propósito principal de usar un programa es que la tarea que tiene que hacer la haga correctamente. Sin embargo, a día de hoy no es suficiente. Canonical, la empresa de Mark Shuttleworth que lanzará el próximo año el 'smartphone' Ubuntu Edge, se ha convertido en la cara amable del 'software' libre. Ubuntu no es la distribución GNU/Linux más estable, ni la más rápida, ni la que tiene un mejor rendimiento, pero es la más popular. Lo ha conseguido porque desarrolla un sistema pensando para el usuario corriente, para el estudiante que necesita hacer los deberes, la persona que se relaja en las redes sociales, la que necesita simplemente consultar su email y compartir sus fotos y vídeos... En definitiva, la gente de la calle y no sólo los informáticos. Ubuntu ha hecho que GNU/Linux sea un sistema sencillo de entender y usar, con un diseño moderno y atrevido que te entra por los ojos y apuesta por simplificar al máximo todas las tareas. Se trata de que sus usuarios no tengan por qué saber lo que es un terminal, ni necesiten saberlo.

El diseño es fundamental en el 'software' dirigido al usuario corriente. Hay que tener en cuenta que cuando hay múltiples opciones y todas funcionan de una manera parecida (como en el mundo de los coches) lo que más suele pesar en la decisión final es el diseño, el aspecto, si me gusta o no. Ubuntu ha sabido aprovechar esto para que gente que jamás se había adentrado en el mundo de los ordenadores pueda arreglarse perfectamente con algo que no es Windows ni Mac.

De hecho, las empresas comerciales suelen tener esto muy en cuenta no solo en el diseño de sus productos (Apple con sus iPhone) sino también en los logos de sus marcas (la evolución de la manzana mordida) e incluso en el aspecto de sus oficinas. En un mundo tan competitivo, una buena imagen puede marcar la diferencia.

Cada uno a su aire

La comunidad del 'software' libre tiene una gran ventaja y un gran inconveniente. Por un lado las diferentes sensibilidades, ideas y esfuerzos de los usuarios hacen que se pueda adaptar el 'software' a las necesidades más específicas, algo que en principio es positivo. Pero el inconveniente está justamente en esa dispersión de ideas. La falta de concreción para seguir un camino común hace que surjan miles de proyectos pequeños, pero pocos proyectos grandes. Eso impide luchar en igualdad de condiciones con las grandes compañías, y por lo tanto, seguir una estrategia de marketing común que beneficie al colectivo.

El gran cambio que ha de hacer el 'software' libre no pasa solo por mejorar la calidad o el rendimiento de sus programas, sino por empezar a venderlos como alternativas reales a los tradicionales. Mozilla y su Firefox lo han hecho bien durante muchos años, y gracias a ello el navegador se ha convertido en uno de los programas de código abierto más conocidos del mundo. Sin duda, un cambio de imagen puede marcar la diferencia.

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