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La nueva ropa vieja

Contenedor de ropa

Rita González

Los españoles participaban en la tradición como turistas. Hacían sus compras en los mercados de ropa de segunda mano de Nueva York, Londres o Dublín, pero en España se asociaba con caridad y, además, el sector carecía de desarrollo. Las cosas empiezan a cambiar, en buena medida motivadas por la crisis, que ha hecho modificar la visión al consumidor y ha activado al emprendedor. Reciclar vestuario es bueno para la economía y para la ecología.

Europa dista mucho a día de hoy de cumplir con la Directiva Marco de la UE/2008 que obliga al reciclaje de, como mínimo, la mitad de los residuos domésticos en el año 2020. Pero en algunos de sus Estados miembros la cultura del reciclaje es muy superior a la de España. Alemania (45%), Bélgica (40%) y Eslovenia (39%) se posicionan más cercanos a alcanzar los objetivos.

En el conjunto de la UE, las cifras son especialmente negativas en la reutilización de los textiles. Y aunque hay países con larga tradición en el mercado de segunda mano de ropa, el 75% de las 6 millones de toneladas de prendas que dejamos de ponernos cada año acaban en la basura.

En España se reutiliza únicamente entre un 10% y un 20% de la ropa. Según Aeress, nueve son los quilos de ropa que desechamos de nuestros armarios cada doce meses, lo que equivale a 376.000 toneladas de restos textiles a lo largo del territorio estatal.

En la gestión del textil reutilizado participan empresas con ánimo de lucro y ONG o emprendimientos de corte social. Estos últimos suelen recolectar las prendas a través de contenedores donde los ciudadanos depositan el excedente de sus armarios. La organización de Consumidores y Usuarios (OCU) demandó hace casi un año la retirada de cientos de ellos por su ilegalidad, emplazados sin permisos y casi siempre por falsas organizaciones. Cada uno, calculan, genera hasta 3.500 euros de beneficios anuales a quien lo gestiona y en total mueven unos nueve millones de euros. Las cifras son sorprendentes: en Madrid, de los 16 contenedores inspeccionados, 14 eran irregulares. “Resulta evidente que dañan a las instituciones que financian proyectos solidarios con los ingresos que recaudan de la recogida de ropa –dicen en su informe-. Suponen un fraude a las expectativas de los consumidores, que donan su ropa con buena voluntad pensando que van a favorecer a personas que lo necesitan”. Para ayudar al consumidor, ha realizado una lista de contenedores legales

Las opiniones sobre las ONG dedicadas al textil de segunda mano que figuran en él no son unánimes. Entre los contenedores legales se encuentran los de Humana, una organización estable, de largo recorrido, cuyas cuentas están auditadas y disponibles en la web http://www.humana-spain.org/, pero polémica para algunos sectores del gremio.

Del total de ingresos obtenidos en 2012, casi 17 millones, lo destinado a proyectos de cooperación al desarrollo no llega a los 4 millones, la “ayuda a la vestimenta” ronda los 80.000 euros, pero los “gastos derivados de acciones encaminadas a la recogida y clasificación de la ropa” y “venta de ropa” son más de 13 millones y medio –aunque, justifican, son imprescindibles para generar recursos para la consecución de sus fines sociales-.

Fuera de esta lupa, en Cataluña figura la cooperativa Roba Amiga. Más de 1.500 contenedores de color naranja se reparten por todo el territorio catalán. Es el símbolo reconocible de esta organización asesorada en su plan de negocio por la iniciativa del BBVA y Esade Momentum Project. Desde sus cinco plantas de tratamiento textil envían a sus tiendas entre el 2 y el 4% del producto que recogen, el de primera calidad, un 35% lo exportan como producto reutilizable a países en desarrollo y 40% es reciclable para trapos, hilo y borras de aislamiento.

Cuentan que su filosofía se basa en la llamada Ley de las 3R que popularizó Greenpeace: Reducir el volumen de productos que consumimos, Reutilizar el mayor número posible de objetos, Reciclar materiales de viejos productos para fabricar otros nuevos.

España carecía hasta ahora de cultura de empleo de ropa de segunda mano, pero sí tiene el hábito desde hace décadas de entrega a las parroquias de prendas en buen estado para los más necesitados. En Roba Amiga apelan a esa tradición para convertirla en un proyecto generador de empleo. La cooperativa la integran Formació iTreball, ADAD-L'Encant, Solidança, Troballes y Recibaix, y tiene por objetivo modernizar el sector en términos de eficiencia y rentabilidad. 70.000 toneladas es el potencial de ropa usada con el que se puede trabajar cada año en esta comunidad, para lo que demandan la extensión de Centros Eficientes de Tratamiento Textil, un modelo que funciona con éxito en Francia o Bélgica. La eficiencia del tratamiento del residuo textil, por ejemplo, puede ser muy superior. Y de él se extraería un 75% potencialmente reciclable, que se descompone en un 49% de algodón, un 34% lana y un 17% de fibras sintéticas.

La satisfacción de su proyecto está en ser capaces de ser una empresa rentable dando oportunidad a los que nadie quiere emplear, cerca de 170 trabajadores, la mitad de los cuales son personas en situación de exclusión social. Sus valores, cuentan, son posicionarse como referencia en la gestión del residuo textil, reconocidos por la sociedad, por las empresas, la administración y los medios de comunicación como una empresa responsable con el medio ambiente, la integración de las personas y el fomento del comercio justo, y referentes en el modelo de inserción laboral.

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