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La voz de las víctimas colombianas retumba en instalación de las mesas de paz

La voz de las víctimas colombianas retumba en instalación de las mesas de paz

EFE

Bogotá —

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El Congreso de Colombia escuchó hoy decenas de historias de terror de las víctimas del largo conflicto armado, tanto del Estado como de las guerrillas y los paramilitares, durante la instalación de la segunda ronda de las mesas regionales de paz, que aglutinarán propuestas para ser enviadas a La Habana.

Y es que las víctimas son las protagonistas de estos encuentros, que comenzaron hoy en la sede del Legislativo, en Bogotá, y proseguirán en distintas regiones tras haber concluido una primera ronda dedicada al problema de la tierra en Colombia.

Una tras otra, víctimas de masacres, asesinatos selectivos, despojo de tierras, violaciones sexuales, secuestro y desaparición forzada, desfilaron y contaron sus historias en un ambiente cargado de dolor.

Su objetivo es que el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que adelantan negociaciones para un acuerdo de paz en Cuba, busquen la manera de resarcirles y con ello el país encuentre la reconciliación.

El presidente del Senado, Roy Barreras, inauguró el evento y aprovechó para remarcar en su discurso que “el mejor homenaje” a las víctimas en Colombia, “es que no haya más víctimas”.

A quienes se oponen a la negociación con la guerrilla, sin citarlos expresamente, les invitó a reconocer que, la de ellos, es una “oferta de guerra perpetua”, mientras que la del Congreso es una propuesta “de una paz duradera”.

Luego llegaron los testimonios de las víctimas, cuyo clamor general fue un ruego al Gobierno y a los rebeldes para que no se levanten de la mesa de negociaciones y no vuelvan de Cuba sin un acuerdo de paz firmado bajo el brazo.

Jhon Frank Pinchao, soldado capturado por las FARC en 1998 y quien logró escapar de la selva tras casi nueve años de cautiverio, fue una de las víctimas que participaron en la instalación de las mesas de paz y llevó consigo la cadena con la estuvo apresado.

“Esta cadena nos acompañó durante todo el secuestro, la traigo como símbolo de la paz. La llave de este candado la tiene la guerrilla y quisiera que allá en Cuba la abrieran”, dijo Pinchao.

Hoy, cada una de las víctimas que pasaron por el Congreso aportaron un objeto lleno de simbolismo que la ONU, acompañante del proceso, se comprometió a llevar a la mesa de La Habana.

Otro testimonio fue el de José Antequera, hijo del dirigente comunista de la Unión Patriótica (UP) José Antequera, asesinado en Bogotá en 1989.

Antequera, integrante del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), hizo alusión a la discriminación de unas víctimas sobre otras y pidió a las de las FARC tener una actitud propicia para que no “se frustre” el proceso de paz.

A continuación entregó a los representantes de la ONU un bolígrafo: “El esfero (bolígrafo) que siempre llevaba con él y con el que hubiese querido firmar la paz”, dijo al recordar a su padre.

Entre los relatos más sobrecogedores estuvo el de Janeth Bautista, quien compareció junto a su sobrino, y denunció que su esposo y su hermana, madre del joven, engrosan la lista de desaparecidos en Colombia, donde se calcula que hay más de 50.000 casos.

“Es difícil estar aquí cuando los militares responsables están en la impunidad. Exijo a las Fuerzas Armadas que no desaparezcan más, ¿cómo pueden mirar a los ojos a su madre cuando acaban de autorizar desapariciones forzosas?, se preguntó Bautista.

Otra víctima entregó los zapatos, destrozados, que llevaba el día en el que le explotó una mina. “Que se incluyan las minas en la mesa de Cuba” reclamó ante el auditorio.

Y Janeth Mosquera, llegada desde el convulso departamento de Córdoba, un histórico feudo paramilitar, denunció haber sido “víctima de violación a los nueve años”.

Aprovechó para reclamar que el Estado reconozca a las víctimas de las bandas criminales o “bacrim”, herederas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC): “para nosotros son paramilitares y en el Bajo Sinú, ¡allí están los paramilitares!”, advirtió.

La de hoy fue la primera de las diez mesas regionales que se celebrarán durante las próximas semanas en los lugares más conflictivos de Colombia.

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