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Análisis The Hungry Horde, esta vez tú eres el zombi

The Hungry Horde

Daniel Moreno

Que sí, que los videojuegos de temática zombi están más vistos que el fútbol los domingos, que las rebajas de enero de El Corte Inglés y que los escándalos por corrupción entre nuestros partidos políticos, pero al igual que ocurre en este último caso, ¿no sería más que curioso poder afrontar este tema por una vez desde ‘el otro’ punto de vista? Imaginad poder llenar vuestros bolsillos con dinero público sin el menor remordimiento, ¡qué gozada! Pues ahora imaginaos siendo un zombi con hambre de cerebros… Puede no ser tan ‘glamuroso’, pero nadie negará que la idea mola.

Y eso es precisamente lo que busca ofrecer The Hungry Horde título desarrollado por Nosebleed Interactive y distribuido por Sony Computer Entertainment en exclusiva para la portátil Playstation Vita, consola que como todos sabéis necesita de juegos aunque sean indies y reediciones de títulos ya vistos en otras plataformas como el PC en un año en el que los Triple A parecen no estar por la labor de asomar la patita por debajo de la puerta.

¡Cereeeeeeebroos!

¿Y qué demonios tenemos que hacer en The Hungry Horde? Bien, pues nuestro principal objetivo es conseguir aumentar la horda de zombis todo lo posible, dado que por cada nuevo miembro que sumemos ganaremos tiempo antes de que una bomba nuclear acabe con todo. Todas las partidas empiezan de la misma forma, controlando a dos zombis de estética similar a lo visto en Minecraft que manejaremos de forma conjunta con el joystick izquierdo o bien de forma independiente si pulsamos el joystick derecho.

Nada más salir del cementerio (sí, somos zombis de los de la vieja escuela) nos encontraremos ante una típica zona residencial yanqui con sus casitas con jardín trasero y sus despreocupados habitantes. Sin embargo, en contraste con esos peatones que parecen estar haciendo vida normal como si nada pasara, también habrá un montón de trampas y polis armados listos para acabar con nosotros, aunque tampoco tendrán mucho que hacer si conseguimos reunir una poderosa horda.

Al igual que podemos dividir a nuestros dos zombis originales, también podremos partir nuestra horda por la mitad para controlar cada parte con uno de los joystick. De esta forma podremos cazar cerebros a mayor velocidad sembrando el caos y la destrucción por duplicado, aunque bien es cierto que cuesta un tanto hacerse con este sistema de control dado que, aunque la pantalla de Vita no sea excesivamente grande, tampoco es que seamos camaleones, y aquello de mirar en dos direcciones distintas a la vez no resulta tarea fácil.

Para facilitarnos un poco las cosas nos encontraremos con cerebros de colores que al ingerirlos irán llenando el medidor de diferentes habilidades especiales, como esprintar, proteger a nuestra horda con un escudo o aturdir a la peña con un casete ochentero gigante (no nos preguntéis). Además nos encontraremos con enormes cajas regalo que nos darán acceso a una buena multitud de minijuegos.

Dado que la espina dorsal de The Hungry Horde no es precisamente muy variada al limitarse a que recorramos escenarios de arriba abajo convirtiendo a unos pobres desdichados en zombis, la introducción de estos minijuegos es más que bienvenida, sobre todo porque algunos de ellos resultan tan originales como divertidos. Tenemos por ejemplo una conga en una pista de baile sesentera que funciona de similar forma al juego de la serpiente que todos hemos disfrutado en los viejos Nokia. También hay una especie de ‘machaca topos’ en el que tendremos que eliminar zombis y otro en el que nos enfrentaremos a ellos fusil en mano. Desde luego tampoco es que sean incontables ni revolucionarios, pero como digo se agradecen.

A nivel visual nos encontramos con un título graciosete pero que por desgracia cuenta con alguna que otra tara técnica, empezando por ligeras caídas del frame rate y continuando por el hecho de que no aporta nada ni trata de explotar el hardware de Vita. Realmente dada su propuesta tampoco es que lo necesite, pero se habría agradecido el cuidar un poquillo más este punto, así como limitar unos tiempos de carga excesivos que molestan más de lo que deberían teniendo en cuenta que este es un juego limitado a aquello de ‘me voy a echar una partidilla rápida’.

Mata el rato sembrando el caos.

En definitiva, nos encontramos ante un juego accesible, cachondo y disfrutable en pequeñas dosis. The Hungry Horde es una de esas propuestas ideales para matar el rato en trayectos cortos de bus o cuando nos entra la necesidad de alimentar a nuestro amigo el váter, pero no cuenta ni con la profundidad ni con la variedad suficiente como para engancharnos durante horas sin que suframos un colapso cerebral.

No, desde luego no es un mal juego, pero si nos hacemos con él ya sea pagando o ya sea descargándolo sin coste adicional durante este mes con Playstation Plus tenemos que ser conscientes de sus limitaciones. Estamos ante una experiencia desenfadada que ni aporta ni innova en absoluto, pero que se deja jugar siendo capaz de sacarnos alguna que otra sonrisa de vez en cuando, y eso a estas alturas de la vida ya es bastante.

Lo mejor:

  • Qué demonios, ¡ser zombi mola! Y manejar una horda sedienta de cerebros resulta divertido. Al menos durante un rato…
  • Los minijuegos son cachondos y aportan variedad y gracia a la experiencia.

Lo peor:

  • Los tiempos de carga resultan excesivos y un tanto incomprensibles en un juego de estas características.
  • Hay que ser conscientes de sus limitaciones: es un juego para matar el rato. Peca de falta de profundidad y variedad.
  • Manejar a la vez dos grupos de zombis de forma independiente resulta un tanto complicado, aunque es un mal menor.
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