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Jacinto Guerrero, el gran compositor de zarzuelas, también era “un cinéfilo”

El maestro Jacinto Guerrero, tercero por la izquierda, en la inauguración de los Estudios CEA (Madrid, 1933)

David Martos

  • El profesor Jon Zabala imparte una conferencia sobre la relación del maestro Guerrero con el cine en el marco de las Jornadas de Zarzuela 2016
  • Escucha fragmentos de la conferencia en el episodio 31 de Kinótico, el podcast de cine y series de eldiario.es

Jacinto Guerrero, más conocido en los círculos sociales que solía frecuentar como 'el maestro' Guerrero, fue uno de los compositores de zarzuela más influyentes de nuestra historia reciente. Los gavilanes, Don Quintín el amargao, El sobre verde o La blanca doble salieron de su pluma, el Edificio Coliseum [que alberga el teatro del mismo nombre] se alza en la Gran Vía madrileña por su impulso, y no son pocas las crónicas capitalinas de aquella época -entre los años 20 y 50 del siglo pasado- que lo citan como una personalidad influyente. Guerrero nació en Ajofrín, un pueblo de Toledo, en el año 1895. Justo el año que el consenso viene celebrando como el del nacimiento del cine, con aquella primera proyección pública a cargo de los hermanos Lumière.

Asegura Jon Zabala, profesor en la Universidad Complutense de Madrid, que el maestro Guerrero era “un cinéfilo”. La semana pasada, en el marco de las Jornadas de Zarzuela que anualmente organiza la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, una de las conferencias -la suya- estuvo dedicada a la relación de Guerrero con el cine. Su título fue 'Algunos apuntes de la relación del maestro Guerrero con el cine'. Y esta fue una de las afirmaciones iniciales de Zabala: “Era un cinéfilo; a las personas, aunque se dediquen a las cosas más insospechadas, les gusta el cine. Y a Guerrero le gustaba el cine”. No solo porque de niño y adolescente acudiera a las salas como un espectador más, sino porque trabajó poniendo sus conocimientos musicales al servicio de las películas mudas, tocando al piano bajo la pantalla, aporreando las teclas cuando aparecían tormentas con truenos o acariciándolas dulcemente durante las escenas de amor.

Dos décadas haciendo películas

Quizá fue ese gusto por el cine o quizá fueron las conexiones sociales que realizó durante sus primeros años en Madrid, pero la relación de Guerrero con la industria del cine fue muy estrecha. Esas crónicas que citábamos relatan que siguió yendo al cine en la capital, e incluso que cortejaba allí a las señoritas. En el Coliseum, de su propiedad, se proyectaba cine. “Hacia el año 1920 comienzan los éxitos”, decía Zabala, que alcanzan su máximo esplendor en 1925 con Don Quintín el amargao. “Este es el año en el que Guerrero comienza a participar en el cine de forma decisiva. Ya no solo como asistente a las salas, ya no solo como acompañante de las películas al piano, sino que se involucra directamente. El texto de Arniches y Estremera es llevado a la pantalla grande, y el maestro Guerrero es invitado a colaborar”. Su obra cinematográfica como músico de cine se dilataría en el tiempo unos 20 años, entre 1925 y 1945.

Toda la conferencia de Zabala estuvo salpicada de una descripción precisa del paisaje industrial -en lo cinematográfico- de la España de la primera mitad del siglo XX. Muchos de los rollos de las películas de esa época se destruían, y la documentación de la etapa es muy complicada. “En el año 32 y por estas vicisitudes, el maestro Guerrero y otros intelectuales de la época se plantean el proyecto de la Cinematografía Española Americana, con la intención de que las películas españolas tuvieran el mismo nivel técnico que las americanas. Se reunió con nombres como los de Jacinto Benavente, Carlos Arniches o los hermanos Álvarez Quintero”, relataba el profesor. Juntos impulsaron los estudios de los que acabarían saliendo títulos como Nobleza baturra, Raza, La torre de los siete jorobados, Bienvenido, Mr. Marshall o Por un puñado de dólares.

El maestro Guerrero fue por tanto músico de cine, en cierto modo productor, empresario... y también actor ocasional en alguna cinta, como Héroe a la fuerza. Colaboró con Enrique Jardiel Poncela (1937-1939) en una serie de cuatro películas cómicas... y finalmente trabajó activamente en una película de animación, Garbancito de la Mancha, el primer largometraje europeo en colorGarbancito de la Mancha. “Se hizo en 1945 y, cómo no, apoyada por el régimen. Tenía que ser una película muy española, sobre la heroicidad. Estaba basada en un cuento de Julián Pemartín, uno de los fundadores de la Falange en Sevilla. Y naturalmente la película tiene el mismo tinte que el resto del régimen”. La conclusión de la conferencia dejó claro que el trabajo, por ingente y por la falta de fuentes fiables, está por acabar. “Por eso he llamado a la conferencia 'algunos apuntes', ojalá pueda seguir recopilando apuntes”, se lamentaba Zabala.

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