Sobre este blog

Estudio Ciencia Política y Periodismo en la URJC. Algo que alterno con la observancia voluntaria de las bajas morales que despierta el quehacer político y, aún así, con la capacidad que tiene de ilusionar la ciencia que estudió Max Weber. Escribiré sobre eso, sobre la política. Eso sí, de forma clara, tolerante pero sobre todo crítica.

Desmontando tópicos sobre la izquierda (I)

Desmontando tópicos sobre la izquierda

Aarón Rodríguez Ramos

A lo largo de varias entradas intentaré ir revelando opiniones y breves -muy sucintos- análisis contra varios tópicos que intoxican la visión sobre las ideologías de izquierdas a base de propaganda simplista y mediática, tristemente de gran efecto. Hoy empezaremos con el siguiente:

La economía de la izquierda se traduce en subir los impuestos”. Si hacemos caso a la teoría marxista de todo tipo (la original y las herederas desde Althusser hasta Piketty) las ideas económicas vinculadas a la izquierda tienen su eje, legitimación y pilar en “la redistribución de la riqueza”. ¿Las subidas del IVA son por tanto ideas marxistas/de izquierdas? Pues no, igual por eso las han hecho tanto el PP como el PSOE desde el gobierno: porque no son de izquierdas.

La izquierda defiende desde siempre el papel principal del Estado como actor redistributivo, sí. Pero no a toda costa. No en base a impuestos indirectos como el IVA que no miran si gravan a un paleolítico mileurista (de esos que ya no existen) o a un millonario helvético. Es cierto que el IVA realiza unas tablas en las que diferencia entre productos que pueden ser básicos o esenciales y otros de “mayor lujo”. Pero no por eso el IVA es proporcional ni equitativo. Para el gobierno actual, por ejemplo, los productos de “mayor lujo” son todos aquellos que tengan que ver con la cultura, a la que aplacan con un 21%. No es país para cultos.

Subir el IVA (impuesto de cobra y no mires a quién) destroza a autónomos y consumidores y es una idea bastante estúpida que conlleva la contracción del mercado interno, la reducción del consumo y una carga fiscal sobre los que menos pueden. Para crear una imagen literaria, subir el IVA recuerda a cuando Luis XVI se jactaba de vivir de puta madre en Versalles mientras su pueblo no tenía ni para comer mendrugos de pan, y aun así no le salían las cuentas del Estado… ¿Qué raro no? Entonces optaba por la medida más fácil (para los privilegiados claro): subir los impuestos (cuyo efecto incidía en la plebe, pues nobleza e Iglesia no pagaban tributos). Han pasado más de 3 siglos y Montoro adopta las mismas medidas por la misma falta de originalidad que entonces y por la inmediatez que supone a la hora de recaudar, bendita visión cortoplacista. También por los intereses de seguir manteniendo intocables a élites que no sufren esa presión fiscal o tributando al mínimo, evadiendo con las SICAV, etc… Pero sin contemplar cómo se agranda la brecha de desigualdad y se sostienen las mayores cargas fiscales sobre poblaciones casi en peligro de exclusión social. O contemplándolo y nauseabundamente no empatizando. Es el boicot encubierto del propio neoliberalismo, que ocupa las instituciones, a la idea del Estado como redistribuidor. La voluntad de atrofiar al Estado desde el propio Estado.

Una buena estratagema contra la que la izquierda lleva rebelándose desde siempre, proponiendo impuestos directos (que graven según la renta y no según el uso del dinero, es decir lo que se compra) y con carácter progresivo y diferencial (más a los que más tienen). Por lo tanto, ¿se traduce el asunto en subir los impuestos a diestro y siniestro? No, se trata de establecer cargas fiscales sobre los que de verdad puedan soportarlas y puedan contribuir más a las arcas comunes.

Quien reitere la falacia “Subir impuestos (refiriéndose a los indirectos) es de izquierdas” que trate de responder al menos a alguno de los puntos planteados en esta entrada de hoy. Más teniendo en cuenta que el único impuesto que ha bajado el Partido Popular es el de matriculación de yates de lujo, el resto han sido subidas y más subidas. Incluso contra su propio credo político en las campañas electorales, contra su propio programa electoral y contra su propio electorado. Subidas injustas y no equitativas, por supuesto.

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