Sobre este blog

Estudio Ciencia Política y Periodismo en la URJC. Algo que alterno con la observancia voluntaria de las bajas morales que despierta el quehacer político y, aún así, con la capacidad que tiene de ilusionar la ciencia que estudió Max Weber. Escribiré sobre eso, sobre la política. Eso sí, de forma clara, tolerante pero sobre todo crítica.

¿Pero qué pasó en Andalucía?

Susana Díaz (PSOE) dice que Andalucía tiene "un reto histórico" y va a estar "a la altura"

Aarón Rodríguez Ramos

El pasado domingo volvió a ganar las elecciones en Andalucía el partido que más casos de corrupción tiene en la región, el PSOE. No obtuvo un gran resultado, de hecho no se movió ni un ápice en el número de escaños que obtuvo la vez anterior, en 2012, manteniéndose en los 47. Eso sí, perdió 118.881 votos con respecto a los anteriores comicios pero por arte de D’Hondt (el método electoral matemático imperante) no se inmutó la representación parlamentaria. ¿Y qué hay que sacar en claro de estos resultados? Sólo previsiones/estimaciones en vísperas de ver más estimaciones (pero un poquito más curradas, eso sí) de las desviaciones de voto de unas formaciones a otras.

En mi humilde opinión, el voto que infló al PP hasta alcanzar su mejor resultado en la región en 2012 se basó en el descontento con el PSOE y en el efecto sugestivo que provocó la derrota el 20N de 2011 del PSOE en toda España. El electorado andaluz, predominante rural y conservador en su voto (que no en ideología), decidió optar entonces por castigar al PSOE votando al PP. Del pin al pon. E infló muchísimo a la derecha andaluza. Ahora bien, ¿qué ha pasado con toda esa gente que votó al PP para castigar al PSOE? Pues que han devuelto mayoritariamente su confianza al PSOE en primer lugar, luego un importante número ha optado por apoyar a Ciudadanos (para muchos el “Podemos de la derecha”) y ya en cantidades ínfimas por votar a Podemos, tragándose su comunicación del transversalismo y el cambio de eje, etc. De ahí que el escalabro del PP haya sido tan pronunciado.

Si sumáramos PP (33 diputados) + Ciudadanos (9 diputados) veríamos como en total las fuerzas de centro/centro-derecha/derecha computan 42 diputados en el Parlamento Andaluz. Un resultado que hubiera sido del PP si no hubieran estado de por medio “los naranjitos”. Aunque es indudable pensar que al no estar tan radicalizado el discurso de Ciudadanos como el del PP, los de Albert Rivera le han comido parte de la merienda a Podemos (especialmente aquellos votantes indecisos hartos del PPSOE) y al PSOE, pero en Andalucía casi nada.

Podemos por su parte obtuvo 15 diputados, un buen resultado para ser su primera vez. Pero no fue el mejor resultado que ha obtenido la izquierda alternativa al PSOE en Andalucía. Ya en 1994 IU obtuvo 20 diputados. ¿20? Sí, 20. ¡Qué casualidad! Justo los que hoy suman en el parlamento andaluz Podemos + IU, y lo que hace presagiar que mayormente Podemos ha rascado sobre el electorado de IU (que en las pasadas elecciones tuvo 12 escaños) y sobre muy poca parte de descontentos con el PSOE y otras fuerzas políticas.

¿Y qué decir sobre el PSOE? Bueno, hace poco leí un buen artículo titulado Las casas del pueblo: el arma invisible del PSOE andaluz que narra muy bien cómo el PSOE es un partido estructural de Andalucía. No en vano, probablemente como Ferreras decía en el programa especial de laSexta por la cobertura electoral: “los andaluces saben cómo están hoy y cómo estaban hace 30 años”. Pero precisamente eso en sí es un problema, el estar obligados a responder a los dictámenes del miedo que tienen las generaciones más antiguas (recordemos que la población andaluza como toda la española es bastante envejecida) por sus recuerdos y vivencias.

En definitiva, el PSOE aspira a perpetuarse al sur de España como el PRI mexicano. Convirtiéndose en un partido que gobierne y siga siendo mayoría durante décadas y décadas ininterrumpidamente, en México fueron 70 años ininterrumpidos y en Andalucía llevan 33. En La Gomera llevamos 24 por cierto. Quedándose como un partido sin ideología, que dice ser de izquierdas, pero capaz de pactar hasta con el diablo. Con la única diferencia de quienes sean sus líderes, tendiendo a los personalismos y tejiéndolos como ha hecho Susana Díaz desde el primer momento. También como el PRI, el PSOE en Andalucía y en La Gomera se ha visto envuelto en casos de corrupción. El PRI, ese partido de la corrupción institucionalizada en México. El PSOE de Andalucía, ¿lo mismo?.

Como decía, el voto andaluz al PSOE es un voto rural, envejecido y muy influido en todos los ámbitos de su vida por el propio PSOE. Y de aquellos polvos, estos lodos. No podemos quedarnos pensando como Ferreras dice que piensan los que han votado al PSOE. Porque aunque mi generación era la llamada a vivir mejor que sus padres y ha acabado siendo la que vive como sus abuelos (exilio económico, desempleo, pobreza) no podemos seguir creyendo que las recetas de los 70 valen para 2015.

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