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Espacio de opinión de La Gomera Ahora

En cinco tiempos

Manuel Fernando Martín Torres

UNO.

Se desconoce la idea que tenemos los gomeros de nuestra propia isla. En ningún momento se ha estudiado si en todos los pueblos compartimos los mismos deseos para nuestro territorio. No sabemos, por ejemplo, si un vecino de Valle Gran Rey tiene las mismas percepciones o necesidades que otro de Agulo.¿Saberlo sirve para algo?, por supuesto que sí.

Para crecer como colectivo insular es necesario saber cómo somos y dónde estamos, y sobre todo, se hace necesario conocer qué motivos nos han llevado a esta situación, y qué podemos hacer de cara al futuro para mejorar. Y es que está demostrado que cualquier comunidad se esfuerza mucho más cuando comparte objetivos claros y comunes. Y sobre esto creo que nunca se nos ha preguntado.

DOS

Nos hemos familiarizado - y no hablo del periodo electoral- con la indefinición, con las palabras huecas, o con las medias verdades. Todos nos hemos acostumbrado a vivir en un escenario de ambigüedad, diciendo lo que conviene oír, evitando posicionamientos claros, sobre todo si, al salirse de la norma, llegan a molestar. Nuestra sociedad ha tenido a bien vivir de ese modo, y no creo que sea el miedo quien justifique esta conducta, en absoluto. Somos unos ciudadanos lo suficientemente libres para obrar conforme a lo que nos dicte la conciencia, si no lo hacemos es - por lo general- porque no lo juzgamos conveniente u oportuno.

TRES

En general nuestros males no son culpa de los políticos, y tampoco los políticos los van a poder remediar. Nos ha resultado cómodo instalarnos en la idea de que los dirigentes políticos o económicos tienen la sartén por el mango. Que ellos hacen y deshacen, y que los de a pie somos simples marionetas que actuamos a su antojo.

Pero no, veinte mil gomeros no vivimos a expensas del antojo ajeno. No vale la pena engañarnos, ya que los que conformamos la sociedad gomera -como cualquier otra- vivimos priorizando lo nuestro, nuestros intereses singulares o familiares. Y sin embargo es precisamente esa obcecación por lo individual, por defender lo propio y olvidar lo ajeno/ lo común, lo que nos hace más vulnerables y cautivos. Históricamente siempre ha habido fuerzas que saben aprovecharse de eso.

CUATRO.

Los territorios insulares en general, máxime las islas pequeñas tienen una fuerte dependencia de lo público. Eso lo sabemos todos. La educación, la salud, o el empleo orbitan alrededor de la inversión y del saber-hacer de las administraciones.

La Gomera es un caso paradigmático de ello. Los que trabajamos directamente para lo público somos muchos, y muchos más son los que temporal o indirectamente viven de ello. Estamos hablando de enfermeros, administrativos, personal de medio ambiente, profesores, trabajadores de convenios, médicos, arquitectos, personal de limpieza, etc.

Esos miles de personas representamos un espectro amplio y diverso, pero aún así tenemos un denominador y una obligación común: defender los intereses generales de la población. Cada uno desde su puesto, cada uno desde sus posibilidades tiene la encomienda de trabajar para mejorar La Gomera. Y parecería que esa obligación ni se la debemos, ni debe venir impuesta por nadie, la acometeremos conforme al bien común, a nuestra conciencia personal y a nuestras obligaciones profesionales.

CINCO.

En resumen, cuanta más pluralidad, mejor. Cuantas más asociaciones independientes de toda índole existan, mejor. Cuanto más individuos libres, solidarios y enfrascados en el bien común, mejor.

Hablo de que La Gomera es, o debe ser, sociedad civil.

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