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Las Escuelas Municipales de Santa Cruz de La Palma

Elsa López

Son el gran reto. La puerta abierta a la expresión del arte. Danza, teatro y música están ahí, delante de nuestros ojos, dejándonos apreciar lo que hacen y lo que representan. Se agradece que un ayuntamiento haga el esfuerzo de mantener esas escuelas y nos den la oportunidad de tener a nuestros hijos aplicándose en hacer de sus vidas un camino de esperanzas basadas en llegar a alcanzar un día lo que aman. Y no solo a nuestros hijos, sino a tantos adultos deseosos de dar de sí lo que no pudieron dar en otros tiempos y ahora nos muestran con creces. Hacer teatro, bailar, tocar un instrumento musical, etc., son las oportunidades que el ayuntamiento ofrece a sus ciudadanos. En estos tiempos tan revueltos y oscuros en lo político, hacer una gestión cultural tan eficaz y valiente intentando mantenernos en forma en lo que a espíritu se refiere, es algo digno de alabanza. Ya saben y me conocen lo suficiente para saber que no alabo lo que no quiero alabar y que levanto una lanza a favor de lo que es bueno para el pueblo de la misma manera que levanto mi espada para cortar cabezas cuando creo que algo es injusto o humillante para él. Por eso escribo lo que escribo después de haber podido apreciar y recibir todo lo bueno que estas escuelas nos ofrecen.

He sentido la necesidad de decir lo que digo después de haber visto y vivido en Santa Cruz de La Palma conciertos, bailes y actuaciones teatrales que han llenado la ciudad de alegría y de arte. En el Teatro Circo de Marte pudimos presenciar una parte de lo que de bueno se cuece en las Escuelas Municipales de Santa Cruz de La Palma. La espina de la rosa de la escuela municipal de danza Maika Lerin en una versión del célebre cuento de hadas La Bella Durmiente y el también célebre ballet de Tchaikovsky adaptado y dirigido por José Ángel Gordillo, son un ejemplo de lo que quiero contar. La obra de teatro Las lágrimas del éxodo dirigida por Carlos de León en la que vimos actores de la Escuela de Teatro Pilar Rey de distintas edades dando de sí lo mejor que puede ofrecer un alumno de arte dramático, es otro ejemplo. Y los conciertos, audiciones y celebraciones en teatros, calles e instituciones con los alumnos de la banda de música dirigida por José Gabriel Rodríguez González es ya para subir nota.

Brindo por ellos. Por todos y cada uno de esos alumnos, jóvenes y no tanto, que pasan horas y horas aprendiendo y luchando por lo que les gusta. Brindo por los profesores entregados a causas tan nobles y brindo por quienes ofrecen la posibilidad de que esas escuelas sobrevivan contra viento y marea. Creo que nuestro dinero está bien empleado en cualquiera de esas direcciones que vienen a aumentar el caudal de lo que La Palma tiene: arte por todos los costados. No hay gozo más grande ni emoción mayor que ver a esos niños y a esos adultos que participan y colaboran en cualquiera de estas funciones, trabajar juntos, interpretar juntos, dar vida, todos juntos, al arte que nos engrandece y hace más fuertes.

No tenemos playa, es verdad. Aún no la tenemos y probablemente no la tengamos en mucho tiempo, pero mientras tanto no estaría de más que aplaudiéramos a esos artistas, a esos profesores que se vuelcan en hacer realidad las aspiraciones de sus alumnos de llegar a ser lo que desean ser; a esos padres que se sacrifican renunciando a horas de sueño o de ocio para llevar y traer a sus hijos a las clases; y, ¿por qué no?, a esas autoridades que no escatiman esfuerzos para que estas escuelas, que son nuestras, sigan adelante.

Elsa López

La Palma julio 2016

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