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Tres postales del solsticio de invierno. Tres postales de Navidad

Miguel Jiménez Amaro

Queridos amigos míos, queridos hermanos míos:

Le pedí hace unos días a Assumpta Llopart la postal con la que Cava Llopart iba  a felicitar las Navidades, y me envió tres, pues todavía no tenían claro con cuál de las tres lo iban a hacer,  para hacerlas llegar yo a vosotros. No voy a elegir una, me es muy difícil. No sé cuál elegirá La Cava.  Os voy a enviar las tres, por la belleza y alegría que guardan. ¡Qué bonito sería si cuando pidiéramos algo nos viniese por triplicado!, como me ha ocurrido con Assumpta y las tres postales, como tres reyes magos, navideñas.

Acabo de ver unas imágenes de Alepo que te dejan sin ganas de decir algo, pero las fechas llaman a ello, a decir . Desde la época de las primeras religiones, a estas religiones de ahora, más al uso, que no tienen más de dos mil años, debemos de sobreponernos a cualquier vicisitud por grande que sea, y expresar o sacar en estos días lo mejor que llevemos dentro.

La historia de la humanidad está llena de ciudades como Alepo, incontables ciudades. La historia está contada con sangre. La sangre y la historia van juntas. Yo no sé, sinceramente, qué le ocurre a este ser humano, y me tengo que sobreponer a estas ganas de callarme y esconderme en donde pueda por vergüenza de él. En estos casos, me da mucha vergüenza esta  humanidad, este hombre.

Si pudiera pedir paz, como le pedí a Assumpta una postal, y esta paz viniese triplicada ¡Qué distinto sería todo! El Solsticio es el tiempo de los milagros, es el tiempo más mágico del año, entonces, podría ocurrir.

Yo pienso que este tiempo del solsticio de invierno es tremendamente mágico, especial, por ello, la religión católica acunó el nacimiento de Jesús, el pesebre,  en estas fechas. Yo estoy decepcionado de las grandes religiones en general, de la única que no es del budismo, porque el budismo no ha creado ninguna guerra ni cruzada, no ha llevado a nadie a la hoguera, no ha excomulgado, no se ha vendido al poder, no se ha inmolado ningún budista haciendo saltar vidas únicas por lo aires, no ha bendecido tanques, armamento y gobiernos dictatoriales, y dado la comunión a dictadores sanguinarios. Al mismo tiempo, tampoco me ha decepcionado Jesús y su mensaje de amor y compasión, El Evangelio, el Jesús que se inició con Los Esenios en el Mar Muerto; él que dijo: “Lo que hagas a tu hermano, me lo haces a mi”; el que echó a los mercaderes del templo. Esa es la Navidad, ese es el solsticio de invierno, el mensaje de amor de Jesús, o el Buda, o el del sufismo islamita.  Yo pienso que las grandes religiones se han desmarcado del mensaje del que dicen que están inspiradas, y que se han convertido en verdaderas multinacionales del crimen,  robo,  pillaje,  armamento y del dinero, ropajes que nunca llevó Dios consigo. Dios anda siempre desnudo, sin religión que lo vista. Solo necesita amar, pero este  hombre, esta humanidad, no se deja amar por Dios, rehúye de su amor.

En este tiempo tan especial, aún a pesar de tanta sangre que corre en Alepo y todo el planeta,  y de la que no puedo apartar mi mirada, saco lo mejor que hay en mí, sin querer ofender a nadie, que cada cual crea en lo que quiera creer, para decir: “Feliz solsticio de invierno, hermanos, y mucha paz”. ¡A ver si se cumple este milagro, esa magia, que es tiempo de ello, de milagros y de magia, aunque no sea por triplicado, como el milagro de las tarjetas navideñas de Assumpta!

Abrazos por el lado del corazón.

Salud y alegría interior.

Las Cosas Buenas de Miguel.

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