“Hacen falta rebeldía y ciudadanos comprometidos”

Esther R. Medina / Esther R. Medina

No es una ciudadana resignada. Muy al contrario. Lucha en varios frentes para lograr un sistema menos perverso. Considera que la ecología política es la única opción que no condena a la sociedad “al pozo más profundo de la desesperación”. La sostenibilidad, asegura, no es una moda sino una “necesidad acuciante”. Como psicóloga, le preocupa especialmente que la gente, con la crisis, “caiga en la indefensión y acabe suicidándose”. En modelos sociales tiene como referente las colectividades agrarias de 1936. Está leyendo un libro de psicología que cuenta, en clave de humor, “cómo funciona la mente psicópata de un político” en la que no hay “ni empatía ni conciencia”. Le apasiona el chocolate, tocar el violín y los paisajes verdes.

-¿En qué se diferencia Equo del resto de partidos tradicionales?

-Sobre todo en la horizontalidad, en la pluralidad y en la transparencia. No dependemos de ningún banco, sobrevivimos con las cuotas de los socios. Todos los datos de Equo están colgados en nuestras webs. Queremos ser independientes, y estamos trazando líneas para evitar casos como los que vivimos en la actualidad de corrupción y de engaño a la ciudadanía, algo que no podemos permitir.

-¿Le gusta el chocolate?

-Me encanta, lo consumo con mucho placer, y procuro comprarlo de desarrollo local y de comercio justo, y si es posible, elaborado en Canarias.

-¿Qué se entiende por ecología política?

-La ecología política parte de la base de que no se puede ni legislar ni organizar un país o una región a nivel social, económico y político, sin tener en cuenta el paisaje y la tierra que nos sostiene, porque no debemos olvidar que la tierra no nos pertenece, somos nosotros quienes pertenecemos a ella. Organizar un sistema al margen de aquello que nos sostiene no sólo no es de sentido común, sino que es el totalmente suicida, y eso es lo que se está promoviendo desde otras agrupaciones.

-¿A qué dedica el tiempo de ocio?

-Me gusta mucho leer, y Gabriel García Márquez es una de mis lecturas de cabecera. También me encanta el género documental y el cine, grandes y buenas producciones que recojan otras épocas de la historia. Y, sobre todo, tocar el violín; tengo uno alemán extraordinario, antiguo, casi centenario; por cierto, lo llamo 'Philippe Jung', Philippe por el cantante de ópera Philippe Jaroussky, y Jung por el padre de la psicología analítica. Mi instrumento alemán está bien nombrado y apellidado.

-¿La sostenibilidad es una moda o una necesidad?

-Quizá hubo gente que se unió a este movimiento por una moda, pero está claro que es una necesidad y ahora, cada vez más acuciante. El mercado y las empresas, a los que no se les han puesto límites, tienen un crecimiento al margen del sentido común y al margen de lo que el sistema biológico y ecológico puede soportar.

-¿Cuál es su música preferida?

-La ópera me gusta muchísimo, grandes arias, principalmente Pavarotti, que tiene una luz en la voz realmente extraordinaria; aunque reconozco que estoy prácticamente todo el día escuchando violinistas como David Garrett o Itzhak Perlman, dos de los mejores violinistas del mundo, pero también puedo escuchar a Nirvana. Un poco de todo.

-¿Ve a los ciudadanos resignados ante la dramática situación que vive España?

-Hay una parte que sí, pero otra que no, y espero que los que no estamos resignados consigamos, haciendo una buena pedagogía ciudadana y política, que cada vez más personas se sumen a la indignación. Desde el Gobierno y los partidos mayoritarios se lanzan consignas de que 'esto es lo que hay' y de que 'no se puede hacer otra cosa', cuando es todo lo contrario, pero hay medios de comunicación manipulados para que fomenten precisamente esa resignación. Necesitamos rebeldía, periodismo valiente, ciudadanos comprometidos, porque creo que era Platón el que decía en 'La República' que el que se desentiende de la política termina siendo gobernado por un miserable, y eso es lo que nos está ocurriendo. Yo espero que cada vez sean más los que abran los ojos. Como psicóloga, me preocupa mucho la caída en la indefensión, que se refleja en el gran número de suicidios. La gente no ve salida y eso lo tenemos que evitar, porque sí la hay. Tenemos que luchar por visibilizar esa salida y crear otro panorama político. Sí se puede.

-¿Qué libro está leyendo?

-Releo 'Del amor y otros demonios', de Gabriel García Márquez, que siempre lo tengo cerca. Y, como tristemente estamos viviendo en un mundo político de psicópatas, estoy leyendo '¿Es usted un psicópata?', un libro de psicología, escrito por un periodista y un psicólogo, que cuenta en clave de humor cómo funcionan esas mentes totalmente faltas de empatía y sin conciencia.

-¿Realmente cree que es posible la igualdad social?

-Sí, porque ya se consiguió, y además en España, de una manera extraordinaria. Los anarquistas (la CNT) y la UGT en la revolución social de 1936 crearon las colectividades agrarias, donde ni siquiera se necesitó dinero. Había sanidad, educación, e incluso se acogió en esas colectividades, en una época extraordinariamente difícil como fue la Guerra Civil en la zona republicana, a los primeros movimientos migratorios. Sí se puede lograr, pero hay que limitar a los que están en contra y favorecen a los mercados, que lo único que fomentan es el individualismo y la competencia, no la cooperación.

-¿Cuál es su comida preferida?

-Depende, porque hay momentos en que una mujer necesita chocolate e hidratos de carbono, pero ahora estoy siguiendo una alimentación totalmente vegetariana.

-¿Se puede recuperar el verdadero sentido de la política?

-Por supuesto, y lo estamos recuperando con el 15M. Como dice un compañero del Frente Amplio de Gran Canaria, que se está gestando, no se trata de sumar siglas sino ciudadanos comprometidos en plataformas o individualmente. Muchos quieren aniquilar, hacer desaparecer o humillar al 15 M, pero según Gandhi, cuando terminamos siendo humillados es cuando ganamos, y estamos ganando.

-¿Tiene coche?

-Tengo coche, pero solo lo utilizo para desplazamientos largos, entre municipios, porque yo, por lo general, voy al trabajo caminando.

-¿Qué modelo de desarrollo defiende para La Palma?

-Un desarrollo sostenible, y si es posible con autonomía energética, como se está haciendo en El Hierro. En La Palma podemos fomentar las energías alternativas (mareomotriz, biomasa, solar, eólica) frente al petróleo, que se acaba, y que cada vez será más caro.

-Dígame algún lugar al que le gustaría viajar.

-Todo lo que sea verde me encanta, así que me gustaría conocer Irlanda, Gran Bretaña o el Norte de España, aunque todavía hay algunas islas orientales de Canarias que no he pisado, y debería empezar por ahí. También quiero visitar el Museo de Néstor de la Torre en Las Palmas de Gran Canaria y contemplar su 'Poema del Atlántico'.

-¿Hacia dónde conduce el consumismo ilimitado de recursos limitados?

-Directamente al suicidio y al pozo más profundo de desesperación. Tenemos que convencernos de que podemos ser felices con muchísimo menos, compartiendo los recursos; no necesitamos agotar hasta la última pepita de estaño o de cobre de la tierra, porque no hace falta. Hay que fomentar todo lo contrario a la obsolescencia programada, no necesitamos cambiar nuestro móvil o nuestro ordenador de tres en tres años, porque hay fabricantes que están decididos a terminar con esa obsolescencia, porque eso es propio de una economía de mercado suicida. Tenemos que poner en marcha sistemas que quiten peso a la tierra y aligeren nuestras vidas.

-¿Qué cena?

-Suelo cenar leche de soja, me gusta mucho, y cuando estoy un poquito más comilona, un par de filetes de seitán empanados con un poquito de limón, que están buenísimos. Lo recomiendo.

-¿El futuro está en la agricultura?

-Sí, porque comer es algo que tenemos que hacer todos los días. Necesitamos de la tierra, somos de ella y no podemos ir contra ella, sino con ella, con nuevos sistemas de cultivo que no la agotan ni la violan ni la expolien. Tenemos que comprender a la naturaleza porque somos parte de ella.

-¿Cuál es su estación preferida?

-Todas, me gusta todo lo que me dé la naturaleza. Me encanta, por ejemplo, una estupenda tormenta sobre el mar, porque yo nací mirando al mar y conozco su humor, su color dependiendo de la época del año; la niebla, el comienzo de la primavera? La naturaleza toda, esa es mi estación favorita.

-¿Qué espera de las políticas neoliberales que está aplicando el PP?

-Nada. Lo que quiero es acabar con ellas cuanto antes. Desenmascararlas y conseguir que la gente se convenza de que esas políticas no funcionan y de que otros sistemas económicos son posibles. Me enteré de una cosa terrible, y es que los Premios Nobel de Economía son concedidos por la banca, se asocia una teoría económica a una teoría que favorezca el bien común, y eso es una atrocidad. El neoliberalismo, las doctrinas económicas que en Europa se están implementando, y a las que se están plegando nuestros políticos, son sistemas económicos suicidas. Por suerte, ya hay en marcha otras alternativas como la 'economía del bien común' de Felber, que muchas empresas ya están siguiendo.

-¿Le han dicho alguna vez que es utópica?

-Sí, pero gracias a la utopía se ha llegado a la Luna, se han creado obras de arte extraordinarias o se han puesto en marcha las colectividades agrarias del 36. La utopía para mí es una ilusión que nos hace caminar hacia un objetivo que favorezca el bien común, aunque también ha habido utopías destructivas como el de una raza superior, pero esas sí que las tenemos que apartar de nuestros corazones, de nuestras sociedades y de nuestros sistemas políticos.

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