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“Documentar tragedias ha marcado mi vida para siempre”

Javier Teniente ha pasado unos días de vacaciones en La Palma.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Su trabajo se resume en “contar historias”, y ha narrado muchas tragedias del planeta con una estética limpia. El reconocido fotógrafo documentalista gallego Javier Teniente (Vigo, 1968), Premio Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria por las imágenes de la guerra de Irak y del tsunami del sudeste asiático, que ha pasado unos días de vacaciones en La Palma, ha asegurado en una entrevista concedida a LA PALMA AHORA que “documentar tragedias ha marcado mi vida para siempre”. “Me ha hecho de otra manera; a día de hoy, soy como soy por lo que he vivido, como le ocurre a todo el mundo, pero los que hemos experimentado estas situaciones quedamos marcados intensamente, aunque creo que para bien, a pesar de los momentos tristes, pero también los ha habido alegres, de superación, de constatar de lo que es capaz el ser humano; siempre digo que me siento un privilegiado por haber sido testigo de todos esos acontecimientos”, señala.

Este fotógrafo freelance nunca ha acudido a las guerras ni a las catástrofes naturales en busca de ‘carroña’. Su mirada ha sido ética y estética. “En en mis fotos hay muy poco de sensacionalismo, más bien he recogido cómo la población civil era capaz de sobrellevar ese tipo de acontecimientos, de dolores, de tragedias…”. “Cuando llegué a Banda Aceh después del tsunami – lo hice muy pronto, en uno de los primeros aviones con ayuda humanitaria que salió de Europa- había miles de muertos, y era tal la tragedia que me dije que yo no podía fotografiar aquello, fotografiando muertos no estaba aportando nada”, cuenta. “Posteriormente, me dieron un premio muy importante por ese trabajo, el Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria, y, en concreto, por fotografías en las que no se veía ningún muerto; sin embargo, representaban toda la tragedia que había ocurrido: un hombre caminando por una calle con una luz de tormenta al fondo, y, a ambos lados de la carretera, todo totalmente destrozado; esa es la estética de la tragedia que yo busqué en ese momento, no necesité fotografiar a muertos para contar que allí habían fallecido miles y miles de personas”, subraya. “Mi trabajo era contar lo que estaba ocurriendo de la mejor manera posible, de acuerdo a mi forma de trabajo que es el reportaje y la fotografía documentalista”, precisa.

Preguntado sobre si merece la pena arriesgar la vida por documentar desgracias y fatalidades, responde: “En lugares de conflicto, lo primero que intentas es protegerte para que no te ocurra nada, pero evidentemente son zonas de alto riesgo, y lo asumes para poder contar la historia como se debe”. No quiere destacar ninguno de los dramas que le ha tocado cubrir, porque, resalta, “todos te dejan algún tipo de marca, en todos he tenido experiencias muy importantes”. Sin embargo, reconoce, “en la revuelta de Haití vivimos la tragedia de la muerte de Ricardo Ortega, periodista que trabajaba para Antena 3, y, quieras o no, esto te marca un poquito más porque es la vida de un compañero”.

Teniente, que ha vivido en primera línea conflictos bélicos y desastres naturales, admite que “hay algo de cierto” cuando se dice que la solidaridad de los países ricos se marcha con la CNN. “No es que deje de llegar la ayuda, pero mientras la prensa está en el lugar de la tragedia, hay noticia; cuando se va, deja de tener importancia para mucha gente porque ya no sale en los medios”. Tampoco oculta la manipulación informativa. “A veces no se cuentan las cosas como se deberían, o como son, porque hay intereses; todo depende de quién cubra la noticia, para qué medio trabaje o incluso para qué país; como bien sabes, la información, en ocasiones, se manipula”.

Pero la trayectoria profesional de este fotógrafo no ha consistido solo en documentar infortunios. “Mi trabajo es mucho más amplio; he hecho muchos viajes en los que he estado en contacto con comunidades que viven en lugares remotos del planeta”, recuerda. “Cuando uno trabaja con el dolor de los demás, es más difícil pararse a pensar en la estética, pero en el momento en que dejé de contar tragedias y comencé a narrar, por ejemplo, ‘Hijos del Océano’, proyecto al que me he dedicado en los últimos años, que cuenta la vida de los últimos grandes pescadores artesanales en todo el mundo, como es gente que no lo está pasando mal, que vive su vida con normalidad, digamos que eso me ha dado la oportunidad de cuidar un poco más la estética, y no solo el color”, explica.

El último trabajo de Javier Teniente es ‘Vigo sonríe’, en blanco y negro, que ha tenido una gran repercusión en su ciudad natal y que pretende trasladarlo a otros lugares. Este proyecto nació “en los años más tristes de la crisis, cuando la ciudad era gris y la gente caminaba cabizbaja” y consta de más de sesenta fotografías de personas sonrientes que han sido colgadas en la calle Abeleira Menéndez y alrededores para alegrar la vida de los vigueses.

Teniente lleva tiempo apartado de las tragedias, pero desconoce si sentirá de nuevo la imperiosa necesidad de acudir a ellas para documentarlas. “No es una decisión definitiva. Mi trabajo va en armonía con mi estado vital, y en este momento me suceden más proyectos personales como el de las sonrisas, que pretendo seguir desarrollando en diferentes ciudades, pero eso no quiere decir que no vuelva a trabajar en zonas en conflicto o desastres naturales”. Lo que sí tiene claro es que, en la vida, “todo te va marcando y nutriendo”.

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