La familia de la dueña del Castillo de la Virgen rechaza su explotación turística

En la imagen, el Castillo de la Virgen, en La Encarnación.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Las últimas voluntades de María de la Pureza Cabrera González parece que no se van cumplir. Esta mujer cedió la propiedad del Castillo de la Virgen de Santa Cruz de La Palma, recinto vinculado a las fiestas lustrales, a E.C.L para que, a su vez, ella lo donara a la iglesia y tuviera un uso exclusivamente religioso, según figura en una escritura del año 1936 rubricada por representantes del Obispado, quienes aceptaron en su día las condiciones que se le imponían en el documento.

Este histórico inmueble, por tanto, es actualmente propiedad del Obispado de Tenerife, aunque el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma se encarga de su gestión y mantenimiento en base a un convenio suscrito entre ambas partes. No obstante, en el acuerdo se establece que para destinar el recinto a otro uso que no sea el propiamente relacionado con las fiestas lustrales, debe contar con el consentimiento del Obispado.

Recientemente, las autoridades municipales han planteado al Obispado la posibilidad de explotar este enclave, ubicado en el barrio de La Encarnación, con fines turísticos. El concreto, pretenden convertir los dos almacenes del castillo, que ahora se encuentran vacíos y en desuso, en una cafetería y tienda de productos promocionales relacionados con la Bajada de la Virgen. El obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, según el Ayuntamiento, ha mostrado “muy buena disposición” a la propuesta de explotar el recinto.

Pero los familiares de E.C.L., que donó el castillo a la iglesia con fines “únicamente religiosos”, no ven con buenos ojos este cambio de uso. “Se le está faltando el respeto a una persona, porque la voluntad de María de la Pureza Cabrera González, y después de E.C.L., era que se destinara a las celebraciones festivas”, han recordado a LA PALMA AHORA. “Es una cuestión moral, pero se deben respetar las últimas voluntades”, subrayan. “La explotación turística no fue el fin para el que fue donado a la iglesia; el uso era exclusivamente religioso, para el disfrute de todo el pueblo”, insisten. “Ahora quieren hacer bares por todas las esquinas, y uno de ellos parece que estará en el Castillo de la Virgen”, se quejan.

Los descendientes de E.C.L. entienden que tanto el Obispado como el Ayuntamiento “se han extralimitado en el uso de las instalaciones; es como si te regalan una joya y tú la vendes”, ejemplifican. “Nosotros lo único que pretendemos es que el pueblo sepa que hay una escritura, firmada por el Obispado, en la que acepta que el uso del Castillo de la Virgen es religioso, no turístico”.

También critican que el pasado año se izara en el recinto “una bandera nacional, porque aquello no es un castillo militar, en el asta solo debe ondear la bandera de la Virgen”, precisan. “El pueblo tiene que saber que una donación que se hizo a la Virgen con fines religiosos, se va a convertir, gracias al Obispado y el Ayuntamiento, en una cafetería”.

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