La huerta ecológica de Carlos y Conchi

Carlos y Conchi en su finca de Puntallana con algunos productos que cultivan. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Puntallana —

Se conocieron hace cinco años en un taller en el que se obtenía el certificado de profesionalidad de agricultura ecológica, y “a partir de ahí, decidimos que queríamos trabajar para nosotros”. Carlos Manuel Rodríguez Rodríguez y Concepción Lozano Pérez son pareja y se dedican a la producción ecológica en La Galga, en Puntallana, en una finca familiar que han convertido en un vergel. Viven a ritmo sosegado, alejados de la química y sacando de la tierra productos sanos de máxima calidad que comercializan, cada semana, en el mercadillo de la localidad y, quincenalmente, en el rastro de Santa Cruz de La Palma. Cuando tienen sobreproducción, surten también a algunas tiendas, incluso de fuera de la Isla.

Carlos es ingeniero técnico agrícola y Conchi técnico especialista agrícola y capataz forestal. Los dos tienen claro que en la tierra está su sustento y también su salud. “Primero producimos para alimentarnos bien en nuestra familia, que somos un montón, y luego para comercializar”, ha explicado a LA PALMA AHORA Conchi, una mujer enérgica y vital, que habla al mismo ritmo que transcurre su existencia: de forma muy pausada. “Es una satisfacción producir tu propia comida”, asegura.

Esta pareja lleva unos tres años y medio produciendo en la finca familiar y vendiendo en el mercadillo de Puntallana bajo la marca ‘La huerta de Carlos y Conchi’. Pertenecen a la organización de productores ecológicos de La Palma, Ecopalma, que agrupa a uno 50 socios. “Nuestra producción es principalmente ecológica, aunque tenemos unas fincas de plátanos que, al no estar aisladas de los vecinos, no pueden ser certificadas”, precisa Carlos.

Las tierras de La Galga que Carlos ha heredado de sus padres están a plena producción, con rotación de cultivos a lo largo del año. Siembran de casi todo: aguacates, plátanos, papas, lechugas, fresas, zanahoria, remolacha, acelgas, espinacas, nabos, pimiento, berenjena, calacabín, puerros, calabaza, bugangos, chayotas, plantas aromáticas y medicinales, y también tienen árboles frutales como cítricos, durazno blanco, manzanas, guayabas, chirimoyas o nísperos.

El consumo de productos ecológicos en La Palma, afirma Carlos, “está aumentando en todos los mercadillos, se percibe movimiento, la gente se interesa, y hay más demanda que oferta”. “El plátano ha cogido mucho auge en los últimos años y se está exportando, y se han producido muchas altas de agricultores en cultivos de mangos y cítricos”, añade. “Pero hace falta más gente que se anime a producir productos que se están demandando y que no hay en el mercado ecológico, porque algunos se importan de países europeos y se podrían cultivar en La Palma”, comenta.

Conchi conoce muy bien el perfil de sus clientes. “Llevo años yendo a mercadillos y antiguamente sólo compraban los alemanes con un poder adquisitivo medio-alto, pero ahora ha cambiado, y consume, además del alemán, el palmero y personas que padecen o han padecido un cáncer, a las que le han recomendado que se alimenten de forma sana”, explica. “Muchos buscan fresas, tomates o lechugas, porque son los que tienen más residuos en la agricultura convencional, y tenemos clientes que llevan las lechugas para los parajitos porque las han comprado en el supermercado y se les han muerto los animalitos”, cuenta Conchi. “Cada vez se valoran más los productos ecológicos y la gente los compara con los que sembraban sus padres o abuelos; están tomando consciencia de que es mejor invertir en salud que en médicos”, agrega. “La mayoría de los clientes consumen por una cuestión de consciencia, se plantean gastar el dinero de otra forma; por ejemplo, consumir menos en móvil y comprar más productos ecológicos”, apunta Carlos, quien destaca que “nosotros mantenemos un precio estable, no subimos y bajamos; además, de la fruta y verdura ecológicas se saca más rendimiento porque no se estropea, te dura más”.

Carlos y Conchi, que también imparten talleres y forman parte de una red de semillas, no dudan en afirmar que “estamos satisfechos y contentos con lo que hacemos, aunque ahora, supuestamente, vivimos en una coyuntura de crisis global y todos trabajamos más y cobramos menos”. De cualquier forma, tienen claro que su vida está pegada a la tierra, cultivando frutas y hortalizas libres de residuos químicos.

Los interesados en contactar con Carlos y Conchi pueden hacerlo en el correo lahuertadecarlosyconch@gmail.com o a través de su página de facebook.

 

 

 

 

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