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Peatones, ciclistas y autobuses: los protagonistas del nuevo Paseo de la Castellana

Colón

Míriam Salgado

El gobierno de Manuela Carmena apuesta por un nuevo proyecto que pretende peatonalizar más vías céntricas, como ocurrirá con la Gran Vía. Sin haber dado comienzo todavía a las obras previstas para este año y con el el ultimátum de Bruselas a España por los datos de contaminación, Carmena plantea a partir de 2019 una transformación en el eje Norte-Sur. Una obra, adelantada por 20 Minutos, que afectaría de lleno al Paseo de la Castellana.

Ahora Madrid ha anunciado un proyecto que, de llevarse a cabo, modificaría la estructura de los 7 kilómetros que conforman este eje madrileño. Este cambio implicaría una reducción de los carriles destinados a tráfico privado en aras de un mayor espacio para peatones, ciclistas y medios de transporte público.

El plan, elaborado por el área de Desarrollo Urbano Sostenible, busca una reorganización de la movilidad en el conjunto de la Almendra Central -Paseo de la Castellana, Paseo de Recoletos y Paseo del Prado- . Esto implicaría la reducción de la intensidad y velocidad del tráfico privado, además de favorecer el espacio para la circulación de otros modos de movilidad. También se apostaría por convertir la actual línea 27 de la EMT en un “metro de superficie” que contaría con un carril reservado exclusivamente para su uso.

Con esta reforma, el Ayuntamiento espera no solo reducir -al menos a la mitad- el tráfico privado en la gran mayoría de los tramos, sino también reorganizar el aparcamiento y la actividad de descarga en las vías laterales. Además, quiere incrementar el espacio destinado a zonas verdes y el número de carriles bici.

Modos de movilidad para los peatones

El tamaño de las aceras aumentaría y se trataría de recuperar la vida local de la red viaria lateral del eje N-S. Por otra parte, se optaría por conseguir trayectos que unan distritos a este y a oeste de la ciudad y por incentivar el acceso a los locales desde las aceras.

Las plazas de aparcamiento también sufrirían cambios: se racionalizarían las plazas a un lado y a otro, con lo que se daría cobertura a las necesidades de carga y descarga y a las de personas con movilidad reducida, bicicletas y motocicletas.

Transporte público: más rápido y cómodo

La línea 27 de EMT pasaría a ser un servicio de alta capacidad con características de BRT (Bus Rapid Transit) o de transporte en superficie. Al “metro en superficie” más rápido, cómodo y con mayor capacidad, se sumarían otras medidas con las que oxigenar las vías laterales.

Entre éstas, está el establecimiento de un sistema de priorización de los semáforos para el autobús o el establecimiento de plataformas reservadas a servicios de transporte masivo en el carril central.

Presencia de la bicicleta en las vías laterales

Con la redistribución del viario para el autobús y la reducción del transporte privado, las vías laterales podrían destinarse a consolidar la movilidad de los ciclistas.

En caso de no poder cumplirse con lo anterior se pretende, como medida mínima, establecer vías exclusivas para el flujo ciclista con tratamiento de pavimento y elementos de separación que garanticen su seguridad.

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