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Así trabajan las empresas de alquiler turístico: “Gestionamos 243 pisos en Madrid”

Turistas con maletas por una de las calles del céntrico barrio madrileño de Huertas. / Fernando Sánchez

Patricia Rafael

“Nosotros nos ocupamos de todo el posicionamiento en las páginas más conocidas [de alquiler de pisos vacacionales], como Booking, Airbnb o Homeway y pagamos por que los apartamentos que gestionamos aparezcan en las primeras tres posiciones al hacer las búsquedas”. Así comienza la conversación entre una propietaria de un piso en el céntrico barrio de Chueca de Madrid y una gran empresa de gestión de pisos turísticos. La mujer se está planteando alquilar a turistas una casa que actualmente tiene un inquilino residencial y busca información sobre rentabilidad, servicios disponibles, posibles problemas con la comunidad de propietarios o gestión de licencias.

El apartamento, de 45 metros cuadrados, con una habitación, amplio salón, cocina y baño en realidad no existe. Es eldiario.es quien se hace pasar por una propietaria para saber qué servicios ofrecen estas empresas y cómo gestionan la convivencia con la población permanente que vive en los mismos edificios donde cada tres o cuatro días pueden entrar y salir nuevas personas que están de paso por la ciudad. De ahí que no se identifique quién es la persona que, muy amablemente, atiende a la supuesta propietaria ni a la empresa para la que trabaja.

“Tenemos una oficina física [en el centro de Madrid] en la que hacemos el check in y donde los huéspedes deben rellenar todos los documentos con su DNI o pasaporte para poder facilitarlos a la Policía si nos los requieren”, explican desde la compañía. Una vez cumplimentada la documentación se acompaña a los inquilinos hasta la vivienda donde se les enseña cómo funciona todo y se les entrega las llaves. Un servicio de atención 24 horas está a su disposición –[“aunque sean las cuatro de la mañana”]– durante la estancia en la ciudad. El check out y la entrega de llaves, si no coincide con las horas de apertura de la oficina física, se realiza a través del buzón de la vivienda.

Limpieza de piso y ropa

“En el servicio que ofrecemos está incluida la limpieza y la tintorería industrial; nuestra tarifa es 65-35, el propietario se lleva el 65% del alquiler y nosotros el 35 restante”, detalla la persona que responde al teléfono. Explica a la propietaria que la empresa siempre requiere una fianza de 200 euros por posible “mal uso” de la vivienda y desperfectos. La propietaria se interesa por saber cómo gestionan el ruido y molestias a los vecinos de la comunidad. “Advertimos a todos los huéspedes que no se permiten ni fiestas, ni desmadres, que en el edificio también viven personas de forma permanente y que deben respetar la convivencia”, aclaran. Y añaden: “De 243 pisos que gestionamos [en Madrid capital] tenemos quejas de 10, que también suelen ser los vecinos que se quejarían por un inquilino que no fuera turista”.

“En su caso”, prosiguen, “no habría mayores problemas porque al tener una sola habitación los huéspedes serían parejas o como mucho familias con niños”, matizan. Se interesan por saber si el sofá del salón se convierte en cama, y al escuchar que la respuesta es negativa recomiendan colocar uno para “para ampliar la capacidad y que el piso sea más rentable”. “Los hoteles nos está haciendo mucho la competencia con grandes ofertas por lo que alquilar una casa solo para dos personas no es rentable, y de ahí que sea necesario un sofá cama para poder alojar a una familia con dos niños a los que un hotel les puede salir más caro o estar más incómodos”, afirman.

La empresa detalla que todos sus apartamentos tienen una alta ocupación porque no solo trabajan con turistas sino que tienen acuerdos con otras compañías para alojar a trabajadores que deben estar en la ciudad durante tres o cuatro meses. “Los fines de semana o fechas como Semana Santa o los puentes la ocupación es del 100%”, subrayan, y apuntan la “altísima ocupación” de eventos concretos como la semana del Orgullo LGTB, una gira de conciertos o la celebración de diversos acontecimientos en un mismo mismo periodo, como ocurre este fin de semana, que coincide la celebración de la final de la Copa del Rey de fútbol y el maratón. “Los márgenes de beneficios pueden variar y cuando se juntan eventos gordos los huéspedes pueden llegar a pagar mucho dinero por lograr un alojamiento”, afirma.

Alquiler medio de 100 euros al día

En el caso de la vivienda fantasma de Chueca valoran que durante todo el año puede tener un alquiler de unos 100 euros al día, un precio que puede incrementar o bajar en función de la demanda. La propietaria pide una valoración aproximada de los posibles ingresos:

– “Con este piso podría estar ganando unos 1.500 euros al mes”, explican desde la empresa.

– “¿Y de ahí se descuenta el 35% que cobran por sus servicios?”, pregunta la propietaria.

– “No, esos 1.500 ya serían descontando nuestro porcentaje”.

Al interesarse la dueña por los trámites para obetener la licencia de apartamento turístico, responden que desde la compañía se ocupan de todo el papeleo, solo es necesario facilitar las escrituras y la “cédula de habitabilidad”. La propietaria también pregunta sobre la moratoria establecida por el Ayuntamiento por la que desde el pasad 1 de febrero no se facilitan nuevas licencias para cambiar el uso residencial de una vivienda por el de hospedaje, necesario para las casas destinadas a turistas, o el límite de 90 días de alquiler para las que no la tengan. Quiere saber si se están realizando inspecciones al respecto. “No nos están poniendo ninguna pega y no se está llevando a cabo ninguna inspección; no creo que al final pongan esto en marcha porque lo que no pueden hacer es acabar con gran cantidad de negocios”, responde muy segura la persona que atiende a la propietaria.

La supuesta dueña del piso pregunta de nuevo por la relación con la comunidad de propietarios y si la empresa se ha encontrado con casos en los que los vecinos reclamen mayores gastos a los dueños de pisos alquilados a turistas por, por ejemplo, un mayor o mal uso de los espacios comunes. “Pueden quejarse lo que quieran pero eso es imposible de cuantificar o ¿es que el del primero paga menos porque casi no usa el ascensor?”, ofrece como respuesta. En insiste: “Siempre se quejan los mismos”. La conversación llega a su fin:

– “Pues creo que eso es todo, muchas gracias por la información. Hasta dentro de tres meses no se cumple el contrato del actual inquilino, por lo que voy a revisar lo que me he contado y decidiré qué hacer”, dice la propietaria.

– “Gracias a usted. Si le parece, dentro de tres meses la vuelvo a llamar”, responde la empresa.

Y la llamada termina con un hasta luego.

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