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Los vetos en las negociaciones protagonizan un Dos de Mayo con ambiente de precampaña

Rajoy y Rivera, durante la parada militar del dos de mayo.

Marcos Pinheiro

Mariano Rajoy y Albert Rivera han acaparado este lunes las atenciones en la recepción de autoridades celebrada en la sede de la Comunidad de Madrid con motivo de la fiesta del dos de mayo. A pocas horas de que se firme el decreto que convocará nuevas elecciones, Rajoy ha pedido dejar a un lado los vetos, mientras Rivera ha insistido en que es necesaria una regeneración que pasa por que el presidente en funciones no repita al frente del ejecutivo.

Los vetos que en estos meses de negociación han impedido llegar a acuerdos han estado presentes desde primera hora en los actos festivos organizados por la Comunidad de Madrid. Ha sido la presidenta regional, Cristina Cifuentes, la primera que los ha mencionado en un discurso en el que ha pedido que se dejen a un lado, así como los intereses personalistas, y que se busque el acuerdo poniendo como ejemplo su ejecutivo, sustentado en un pacto con Ciudadanos.

Rajoy ha recogido el guante y en declaraciones a la prensa ha sentenciado que “los vetos son malos para la democracia”, en un mensaje que vale tanto para el PSOE, que se opone a negociar con el PP, como para Ciudadanos, que le pide que dé un paso atrás. El presidente en funciones ha arropado a la presidenta regional en su primera celebración del Dos de Mayo, algo que no hizo ni con Esperanza Aguirre ni con Ignacio González.

Antes de que Rajoy hiciese esas declaraciones, Rivera marcaba las distancias con el líder popular poco antes de que se convoquen nuevas elecciones. El presidente de Ciudadanos insistía en la necesidad de una regeneración, de que los votantes perciban que hay un nuevo gobierno. Sin mencionarlo, Rivera ha vuelto a recordar que su partido no tiene pensado apoyar al PP mientras a su frente siga estando el actual presidente en funciones.

Aunque esa postura puede cambiar tras los comicios del 26 de junio, o eso creen en el PP. Una dirigente territorial del partido comentaba a los periodistas que el discurso de Ciudadanos puede variar si tras las elecciones la suma de ambos partidos llega a la mayoría absoluta. Ese escenario no lo contempla todavía ninguna encuesta, los sondeos apuntan a que ambas formaciones se acercan a los 176 escaños.

Esa dirigente popular admitía que es poco probable que haya un cambio significativo en los resultados en comparación al 20D, pero que todo va a estar en los pequeños detalles. Un descenso en escaños de Ciudadanos y PSOE puede debilitar su posición en la mesa de negociaciones y dar más fuerza al PP. Y más aún si este consigue más diputados, algo en lo que confía el partido, aseguraba la dirigente autonómica.

Mientras en los diferentes corrillos se hacía cábalas sobre qué pasará en los próximos comicios, Rajoy y Rivera ensayaban para lo que viene. Saludos, apretones de manos, sonrisas y muchos selfies en un simulacro de campaña en la que si finalmente se pacta la reducción de costes, otro de los aspectos comentados en el evento, habrá que luchar por cada voto con menos recursos.

El protagonismo de los líderes del PP y Ciudadanos ha contrastado con la escasa presencia de miembros de PSOE y Podemos. Ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias han acudido a los actos, y han preferido delegar en sus representantes territoriales.

El portavoz del PSOE en la Asamblea, Ángel Gabilondo, se mostraba partidario de no vetar a nadie, aunque ha admitido las dificultades para pactar con el PP. El de Podemos, José Manuel López, ha confiado en que el proceso de confluencia con IU permita conseguir una mayoría para gobernar de forma “diferente” el país.

Aguirre, de perfil bajo

La primera festividad del Dos de Mayo de Cristina Cifuentes ha evidenciado la pérdida de peso e influencia de Esperanza Aguirre, que durante casi una década fue la anfitriona de los actos en la Real Casa de Correos, y que este lunes ni siquiera ha participado en la recepción con miembros de la política, la cultura o la justicia que tiene lugar en la sede del gobierno regional.

La portavoz del PP en el Ayuntamiento ha mantenido un perfil bajo en una ceremonia marcada por la polémica con su sucesor al frente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, el primero en no recibir la Gran Cruz de la Comunidad de Madrid tras haber ocupado esa responsabilidad, por su imputación en el caso Ático.

Aguirre ha preferido no quedarse a todos los actos de celebración en los que, cuando ella era presidenta regional, no contó con la presencia del presidente del PP, Mariano Rajoy. La política ve cómo Cifuentes, su rival dentro del partido, suscita ahora más apoyos y asiste al desvanecimiento de su legado.

Y no solo por la labor de regeneración de Cristina Cifuentes al frente, primero de la Comunidad, y ahora de la gestora que dirige el PP de Madrid. Aguirre asiste en los últimos meses a la sucesión de escándalos que ensombrecen su gestión por afectar a quienes gozaron de su confianza.

Quien mejor ha ejemplificado la pérdida de influencia que se produce tras abandonar la primera línea de batalla ha sido el exalcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano. Apartado hace unos meses del retiro dorado de Ifema por la alcaldesa, Manuela Carmena, el expolítico se ha sentado hoy en el último asiento de la fila de autoridades, aguardando sentado a que comenzase el evento mientras el resto se saludaba.

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