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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

Es falso que Grecia no pueda acabar con el euro

Carlos Elordi

En Grecia está ocurriendo lo que era previsible. Que la bolsa se hunde (un 9% este miércoles, más del 20% las acciones de los bancos) y que la prima de riesgo se ha disparado a más de 1000 puntos. Son datos que confirman que los mercados no han recibido con agrado la victoria de Syriza. Pero que no cambian sustancialmente la dramática situación en que el país se encontraba el día antes de las elecciones. Lo preocupante sería que esa tendencia continuara. Porque si así fuera, Grecia terminaría fuera del euro. Algún listo de los que aparece en las televisiones españolas dice que eso hasta sería bueno. Los que mandan sobre la política europea parecen pensar lo mismo. Pero si no cambian de postura y ayudan a Alexis Tsipras a salir del agujero, pueden terminar siendo los aprendices de brujo que se cargaron la moneda única.

En la prensa europea más influyente, y no precisamente de izquierdas, crecen las voces que piden que la UE, el BCE y el FMI se dispongan a recortar sustancialmente la deuda griega. Anulando una parte de la misma –como se ha hecho unas cuantas veces en las últimas décadas con países en graves dificultades- recortando los intereses y alargando los plazos de vencimiento del resto. Quienes defienden esa idea lo hacen porque creen que una salida de Grecia del euro puede ser sólo el comienzo de un proceso que iría dejando a otros países fuera de la moneda única y que, de verificarse, llevaría inevitablemente a que ésta desapareciera del mapa.

Porque, además del desastre que eso supondría para la economía griega, está claro que si el país dejara el euro, también dejaría de pagar su deuda. Eso provocaría un cataclismo financiero en los mercados internacionales. Aunque seguramente se podría controlar, porque a la postre lo que dejaría de pagar Grecia no sería tanto dinero, unos 300.000 millones de euros, que no hundirían el sistema. Lo malo no sería eso, sino que los mercados se preguntarían quién iba a ser el siguiente, o por qué alguno de los países hiperendedudados que hay en Europa no iba a seguir el ejemplo griego en una situación financiera muy agravada por el “Grexit” mismo.

La deuda soberana griega supera el 175% de su PIB. Pero la italiana está en el 130%, la portuguesa en el 122%, la irlandesa en el 122%, la belga en el 100% y la española alcanzará en breve ese porcentaje. Con la excepción española –que habría que ver hasta qué punto es de verdad una excepción- y la irlandesa, el resto de los países está en recesión, hundido por la política de austeridad europea y sin ninguna posibilidad de remontar. Ningún analista europeo serio da por seguro que la actual paz que viven los mercados financieros vaya a durar mucho en esas condiciones. La salida de Grecia del euro podría acabar con ella. Y si, de golpe, volvieran los apuros, las dificultades para obtener financiación exterior, que suele servir justamente para pagar la deuda o sus intereses, ¿por qué algunos de los que figuran en esa lista no se verían obligados a tomar la misma decisión que Atenas?

Es una hipótesis que no se puede descartar. Hacerlo es una irresponsabilidad. Pero la reacción a la victoria de Syriza que están teniendo los poderes fuertes de esta Europa nuestra indica que ni Angela Merkel ni sus secuaces –el papelón que está jugando el gobierno español es nuevamente patético- contemplan ese riesgo. Al menos de puertas afuera, que lo que se dice en los despachos puede ser muy distinto.

Están jugando a hacer morder el polvo a Tsipras. Como si el asunto griego fuera uno más de los que se abordan con las tácticas politiqueras al uso. Como si la victoria de Syriza fuera uno más de los capítulos de la crónica política y no el grito de guerra de un pueblo que no quiere aguantar más. Como si sus nuevos dirigentes pudieran traicionar su programa, cuando menos en este punto y en el del rechazo de la austeridad impuesta que va indisolublemente al mismo.

Martin Wolf ha escrito este miércoles lo siguiente en el Financial Times: “Crear el euro es la segunda peor idea monetaria que sus miembros habrían podido tener. Presionar a Grecia a que lo abandone es la primera. Lo adecuado sería reconocer que hay motivos para una quita de deuda, condicionada a la realización de unas reformas comprobables. Los políticos (también se podría traducir por ”politiqueros“) rechazarán esa idea. Los estadistas la asumirán. Pronto sabremos cual de los dos tenemos”.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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