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Sobre este blog

El papel de las mujeres en el mundo rural ha cambiado. Lideran empresas y representan la ruptura de estereotipos. 'Mujeres rurales en Sevilla' quiere ser un espacio para contar las historias de algunas de estas protagonistas en la provincia, para que sirvan de ejemplo e insiración, y contribuyan a cambiar clichés y tópicos. Este espacio está auspiciado por la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla.

Elena Viguera, la filóloga que hizo de la naturaleza su medio de vida

La propietaria de la granja escuela se muestra feliz con lo conseguido en su trabajo diario.

Fermín Cabanillas

Elena Viguera podría estar dando clases en cualquier aula enseñando a los alumnos los secretos de la gramática española, pero hace más de dos décadas decidió darle un giro a su vida, y dedicarse a acercar a los niños y niñas cosas tan esenciales como la forma en que salen adelante unas verduras o el proceso de crianza de animales como las gallinas o las ovejas. Un máster de Educación Ambiental y una apuesta por la agriculutra ecológica decantó a Elena, en la balanza de las decisiones, por la naturaleza

Es copropietaria de la Bodega Colonias de Galeón junto a su marido, Julián Navarro, y recibe a el diario.es/andalucia en el otro bastión de su día a día: la Granja Escuela Cuna de la localidad de Espartinas, donde los animales campan a sus anchas, y las verduras tienen ese olor y sabor que sólo tienen las que salen directamente de la tierra al plato.

La carretera que la une casi a diario con Cazalla de la Sierra la une con un sector masculinizado como es el mundo del vino, comercializando sus caldos en Alemania, Dinamarca y Estados Unidos, además de sacar adelante un proyecto de visitas turísticas a las bodegas. Aunque su vida es la agricultura ecológica y las visitas a su granja, es el apoyo indispensable de su marido para que sus caldos salgan adelante cada año.

Unas bodegas que vieron la luz con la plantación de las primeras vides en 1998, y que está a punto de sacar el primer vino de 2017. Su labor, a medio camino entre la producción y el turismo enológico, supone una facturación de unos 200.000 euros anuales, y tres puestos de trabajo directos entre recolectores y departamento comercial, además de su trabajo y el de su marido.

Las visitas a la granja escuela, como explica, son “una evolución de la agricultura ecológica, que cuando empezamos, todavía con tan poco conocimiento y desinformación, nos costaba venderlo como ecológico, y pensamos en dedicarlo a los niños, los futuros consumidores”. Es una actividad que, recuerda, “comenzó mandando una carta sencilla a los colegios, diciéndoles que tenemos una huerta ecológica, que podían venir a visitarnos, así que nos pusimos al día, nos reciclamos, nos formamos en educación ambiental, conocimos el temario en los colegios, sus intereses en las aulas, y los adaptamos aquí”.

De aquellas primeras reuniones hace ya 24 años, su trabajo ha hecho que la granja sea visitada cada día por colegios de buena parte de las provincias de Huelva y Sevilla. Incluso desde la localidad de Ayamonte, a casi 160 kilómetros, les llegan autobuses llenos de niños “que ven por primera vez una gallina, o tocan una vaca, o conocen que hay cosas que se cogen de la tierra para luego meterlas en las latas que se compran en los supermercados”.

La crisis no ha pasado de largo por la granja, sobre todo porque “los coles se han ido ajustando mucho, porque la salida a una instalación como la nuestra es una opción cada vez más aceptada y reconocida, que los maestros meten en su programación, aunque es privado, y los padres tiene que pagarlo, pero también hay centros que pagan el autobús para que los niños puedan seguir acudiendo a las excursiones”, y de esta forma han seguido acudiendo.

La constancia parece haber dado sus frutos, y aunque durante el invierno las visitas son a cuentagotas, cuando llega la primavera la plantilla la forman 12 personas para atender el incesante número de autobuses que aparcan en sus puertas cada día, con una facturación en torno a los 150.000 euros.

Para colegios o familias

No obstante, el día a día se ha convertido también en excursiones de fin de semana, con visitas de familias para ver los padres lo que los niños les cuentan que han visto junto a sus compañeros de colegio.

La semana, para los colegios, tiene varias vertientes, “y cuando vienen desde cerca se van a la una y media y están para la salida del colegio en sus centros, pero si vienen desde más lejos les damos la opción de quedarse a comer y salen a las cuatro de la tarde”.

En sus casi dos hectáreas, los niños aprenden “que la naturaleza es un proceso temporal, que siembras, tienes que prever el tiempo, se les explican las inclemencias, las alteraciones, los depredadores, y todo ese concepto de vulnerabilidad que parece que no se contempla”.

Elena recuerda que alguna vez ha pensado en dedicarse a su profesión de formación inicial, “pero seguramente, como soy tan inquieta, me puse a hacer en su día lo que hago ahora. Me vine a vivir al campo y cuando descubrí la agricultura ecológica fue algo que me enamoró y lo dejé todo”.

Recuerda como hace algunos años, unos amigos “montamos una cooperativa de agricultura ecológica, y fue muy importante porque no nos sentimos solos, la tierra es muy buena y tuvimos resultados, y al cabo de los años creamos la asociación de consumidores La Ortiga, de la que fuimos fundadores”.

No ha parado de trabajar, siempre con la tierra en la mente, y recuerda con orgullo que “hasta El Corte inglés nos llamó, que nos reunimos con otro compañero de Extremadura y abrimos mercado en Madrid y nos dejaron en algunos espacios de Madrid donde pusimos algunos de nuestros productos”.

Ese mismo orgullo lo muestra cuando enseña sus instalaciones, explica cómo realiza su labor diaria y muestra la ilusión de alguien que empieza, el orgullo de pelear por algo que le apasiona.

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