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Javier Castillo: “No aspiro a hacer literatura, sino a que la gente se entretenga”

Javier Castillo

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

Tras el éxito de “El día que se perdió la cordura”, que lleva vendidos más de 100.000 ejemplares, Javier Castillo regresa con “El día que se perdió el amor”, continuación que retoma el suspense y los giros sorpresivos que le granjearon el fervoroso favor del público. Su nueva novela ya es número uno en ventas. Los derechos audiovisuales han sido adquiridos para la producción de una serie. Javier, que en su conversación desprende frescura y pasión por las historias, estuvo en Murcia presentando su nuevo y esperado trabajo. En esta entrevista nos desvela algunas de sus claves. “No aspiro a hacer literatura, mi único objetivo es que la gente se entretenga”, afirma.

En tu nueva novela regresan Jacob, Amanda, Steven y los demás personajes de “El día que se perdió la cordura”. ¿Qué van a encontrar de nuevo los lectores?

Ambas novelas tienen mucho en común, pero en “El día que se perdió el amor” el punto de vista es muy distinto. Transcurre un año después y arranca con una chica que se presenta desnuda con unas notas en la mano en las oficinas del FBI en Nueva York. En esas notas hay nombres escritos. Ella dice que esas personas van a morir. A las pocas horas aparece decapitada una mujer que estaba en esa lista. A partir de ahí retomo el ritmo frenético del primer libro. Pero la trama es diferente, yo creo que mejor.

Ya desde el título nos indicas que el amor gana peso.

Quería que la novela fuera un enigma continuo, ese “no sé qué va a ocurrir”. Pero sí: El motor de la novela es el amor. Guía los acontecimientos y las decisiones de los personajes.

La escena inicial de “El día que se perdió la cordura” se te ocurrió en un sueño. ¿Cómo nació la idea de esta segunda parte?

Es la continuación lógica de ese mismo sueño. En cierto modo, ambas novelas se gestaron a la vez. Por supuesto, tras el sueño vino muchísimo trabajo: desarrollar la trama, los personajes… y sobre todo encontrar el ritmo. Soy un obseso del ritmo.

¿Habrá tercera parte?

No. La historia es conclusiva. Es cierto que inicialmente tenía pensado escribir tres. Pero cuando empecé a trabajar en “El día que se perdió el amor” no me convencía mucho el ritmo y decidí unificar, por así decirlo, el segundo y el tercer libro. Alargar la historia cuando podía contarla toda en un solo volumen no me parecía honesto. Al fin y al cabo yo también soy lector y no me gusta que me mareen y alarguen los finales.

Otro elemento importante en “El día que se perdió el amor” es la relación padre-hija. Precisamente tu paternidad coincidió con el éxito de tu primera novela.

Exactamente, publiqué el libro dos semanas después de ser padre. Y en esta nueva novela hay muchos guiños sobre mi relación con mi hija.

¿Es difícil compatibilizar paternidad y escritura?

Es difícil, pero se consigue. Si te organizas y madrugas, escribes. Me pongo a partir de las once de la noche y de siete a nueve de la mañana, que es cuando mi hija duerme. Y si me da un rapto de inspiración, me voy a la biblioteca a escribir.

La última vez que hablamos, hace menos de un año, todavía no había salido la segunda edición de “El día que se perdió la cordura”. Ahora la novela lleva 18 ediciones. ¿Ha cambiado mucho tu vida?

Ha cambiado muchísimo. Yo tenía un trabajo como consultor financiero que me absorbía por completo. No tenía tiempo para escribir. Entonces llegó el éxito de “El día que se perdió la cordura”. He tenido mucha suerte. En agosto finalmente decidí dedicarme al 100% a escribir, porque ni disfrutaba de mi trabajo como antes ni del éxito que estaba teniendo la novela. Me dije que esto pasa una vez en cincuenta vidas y que debía aprovecharlo. Di ese salto… y para bien: Ahora puedo escribir, que es mi pasión desde los catorce años, y tengo tiempo para estar en familia.

¿Dejar tu empleo fue una decisión dificil?

Muy dificil, porque tienes la incertidumbre: No sabes si es un éxito momentáneo, si el siguiente libro va a funcionar. Existe ese miedo, pero tampoco quería dejar pasar el momento. Sólo se vive una vez y hemos venido a jugar.

Saber que hay 100.000 lectores esperando tu nuevo libro, ¿te ha hecho más difícil escribirlo?

En realidad el primero me costó bastante más, principalmente porque tuve que escribirlo en el tren, camino del trabajo, con lo que ello implica: Compartir vagón con turistas; o llegar un día superinspirado, listo para enfrentarme a un capítulo que me encanta, y encontrarme con que no hay asientos libres y que tengo que quedarme de pie sin poder escribir.

Esta vez no has tenido que escribir en el tren.

No, pero, como me trajo suerte, cuando estaba a punto de terminar la novela, cogí el cercanías y escribí en él el último párrafo.

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