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“Los referentes que tenemos ya no son los montes, sino el iPad”

Jesús Nieto en Utopía, Cartagena. / Miguel Aznar

Elisa Reche

Cartagena —

Junto con el artista multidisciplinar Pedro Guirao, la compañía se ha embarcado en un viaje que nos lleva desde el sonido del viento hasta la voz electrónica de Siri en El rumor del ruido. A punto de empezar la gira nacional e internacional, Nieto habla a eldiariomurcia sobre los nuevos tipos de memoria surgidos a raíz de la tecnología y la vida urbanita, aunque él haya recuperado en Cartagena el sonido del mar.

¿Cómo llega a parar a Cartagena con la compañía Onírica Mecánica y a montar este espacio, Utopía?

Llevo seis años con el proyecto de Utopía en Cartagena, y dos años y medio en este espacio. Antes vivía en Madrid. Hace 19 años que estoy con mi pareja, que vive aquí. He trabajado en cine, en programas de cultura en televisión y luego dí el paso al teatro con la compañía Teatro de los Sentidos por casualidad, a través de una chica que se alojó en mi casa. Finalmente aposté por mi propia compañía Onírica Mecánica, en la que hago trabajo sensorial que pretende anular la vista para descubrir otros sentidos.

¿Por qué centrarse en otros sentidos?

La imagen visual es la que ha dominado el mundo y, en cambio, es la más fácil de manipular. Lo que hago es destruir esta parte visual para entrar en otros sentidos.

Con Onírica Mecánica he trabajado anteriormente la memoria antigua, cómo escuchar el sonido de una fuente o volver abrir un libro. Pero ahora la investigación con El rumor del ruido se centra en la idea de que ese tipo de memoria va a morir porque cada vez los objetos duran menos. En primer lugar, nos estamos desprendiendo de la memoria natural ya que ni vivimos en el campo.

Hay quienes se aferran a la memoria antigua, pero se está yendo a nuevos contenedores. El rumor del ruido habla de escuchar el sonido del viento, pero también el propio ruido de las ciudades. Los referentes que tenemos ya no son los montes o una caja de música, sino el iPad. No nos damos cuenta de que en los últimos 10 ó 15 años el mundo ha cambiado exponencialmente. Mi investigación con Pedro Guirao ha sido la de poetizar la tecnología, no sentirla como algo agresivo.

¿Se considera entonces tecnófilo?

Soy totalmente tecnófilo. No me gusta mirar al pasado. Antes en la música clásica los instrumentos reproducían los sonidos naturales, pero hoy escuchamos ruido.

Un ejemplo es la fotografía: quién se acordará del sonido que hacía la cámara Súper 8. Ahora, en cambio, existe la colaboración. En la nube compartes tu memoria con gente en todos los lugares del mundo. Miro el mismo número de veces las fotos en la nube del ordenador que en el álbum físico. La memoria se está desplazando, pero no es mejor ni peor.

¿Y qué me dice de la sobrecarga informativa?

Más que sobrecarga informativa lo que entiendo es que no estamos acostumbrados a gestionar la libertad. Nunca hemos podido acceder a tanta información y que nadie nos diga lo que tenemos que escuchar o qué película elegir. Hay muchas vidas dentro de nuestra vida y eso el futuro nos lo va a permitir aún más. Otro de los conceptos que va a cambiar es el sentido del tiempo. Estamos tan preocupados con lo negativo de la tecnología, pero es el miedo a lo desconocido.  Los jóvenes nunca han sido tan cooperativos como ahora.

¿De dónde le viene esa preocupación por la memoria?

Lo que me gusta en la vida es conmoverme y emocionarme con lo que hago. La vida es una sucesión de experiencias, y el mecanismo que conozco a la hora de conmover o emocionar es la memoria. Nuestra elección está marcada por la búsqueda de un recuerdo y por la memoria propia, la colectiva y la global.

¿Qué nueva memoria le ha proporcionado Cartagena?

En Cartagena he recuperado la memoria natural. Lo que más me sorprendió aquí fue poder caminar en una playa a las seis de la tarde en invierno. He ganado mucha calidad de vida, al mismo tiempo cuando vuelvo a Madrid redescubro la ciudad desde otro lugar.

¿Cuál es el origen de El rumor del ruido?El rumor del ruido?

El punto de partida era el puro título, no sabíamos ni adonde íbamos. Pedro y yo hemos estado durante un año en un proceso de investigación. Sobre todo, en las últimas piezas trabajo a la inversa. No escribo nunca antes, la idea parte de un objeto y luego escucho adónde me va llevando y empiezo a imaginar. En la obra invitamos a la gente hacer una escucha activa de todo lo que nos rodea.

He tenido mucha suerte en la vida y cada vez he podido hacer investigaciones más arriesgadas.

¿Por qué se decantó por el teatro de los sentidos y de los objetos?

Lo que descubrí en la percepción fue volver a redescubrir las cosas, volver a aprender como hace un niño. Creo que tiene que ver con mi falta de memoria y cómo redescubro las cosas. Utopía está cargada de memoria antigua, es un mapa de mi trabajo ya que todo lo que ves aquí es parte de mis espectáculos. En todo caso, soy muy desprendido con los objetos: no acumulo, no creo en el concepto de posesión y no me gusta pensar en el pasado. Procuro intentar disfrutar el presente cada día.

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de crear El rumor del ruido?El rumor del ruido?

Tener mucha paciencia para no dejarnos llevar por la inercia de lo cotidiano. En un mundo donde la inmediatez de los resultados es muy importante, es muy difícil vencer esa inercia. Pedro y yo nos hemos arriesgado y hemos buscado la posibilidad de fracasar. Aunque los espectáculos que hacemos no son para nosotros, son un acto de comunicación.

¿Cómo ve el panorama de las artes escénicas en Murcia?

Veo muy mal las artes escénicas y lo contemporáneo aún peor, pero tenemos un compromiso, de modo que si no hay, me lo invento. Un ejemplo es Cartagena: nunca he actuado aquí. Pero si la administración no cumple su función de facilitar que las cosas pasen, no es bueno limitarse a la queja.

Mi visión desde fuera es que aquí se ha destruido la cultura de base. Nos quejamos de que no hay nadie los teatros, pero primero se tiene que cantar un coro o apreciar la cultura. En Murcia se ha priorizado el evento y el grupo de fuera, pero hacer cultura es otra cosa. Estamos menospreciando el potencial de la gente de aquí. Con un poquito de apoyo en Utopía se podrían hacer maravillas. No queremos estar de espaldas a la ciudad y, además de lugar de ensayo, quiero que la gente venga a ver otras propuestas, como el laboratorio de cine experimental que tenemos ahora.

Para que surjan artistas tecnológicos es más importante que los artistas nos asociemos con los ingenieros de la Politécnica, en lugar de ofrecer una conferencia sobre el arte cyborg. La educación es lo más importante. Ahora estamos pensando en un proyecto donde reunir a un artista con un profesor para plantear un temario de la ESO desde otra visión. Necesitamos entrar en las escuelas y los institutos.

 

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