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Colectivo Juan de Madre: “Escribir novelas tiene ahora más sentido que nunca…No, es broma”

Portada de la última novela de Colectivo Juan de Madre, “El barbero y el superhombre”

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

El protagonista de la nueva novela del Colectivo Juan de Madre es nada menos que Superman. Con “El barbero y el superhombre” (Aristas Martínez, 2016), este grupo de creadores anónimos lleva a un nuevo extremo su afán por mezclar lo culto y lo popular. La novela, que se presenta como un relato “de aventuras filosóficas”, convierte la segunda mitad del siglo XX en un desaforado tebeo de la DC sin la más mínima concesión a lo políticamente correcto, entre la reflexión filosófica y lo punk. Además, el Colectivo Juan de Madre nos revela que esta va a ser su última novela como tal: “El proyecto, que era un juego con la autoría y las identidades, ya ha cristalizado, ha quedado bien, así que hay que asesinarlo”, explican. Entonces, “El barbero y el superhombre” culmina un viaje de cinco novelas, siempre caracterizadas por la disparidad y la exploración, siempre distintas y renovadoras. Tal vez el proyecto más original que la literatura española ha dado de sí en los últimos años.

Vuestro nuevo libro se promete en la portada como “una novela de aventuras filosóficas”.

Que nadie se asuste: Es un folletín, en realidad. Lo que pasa es que hemos querido aunar dos ámbitos, el de la filosofía y el del entretenimiento, que normalmente van separados. Es una novela filosófica, sí. Pero de aventuras filosóficas. Porque a veces la fórmula de lo entretenido oculta otras capas, y cada lector toma lo que quiere. Lo cierto es que nos preocupa más el cómo se promociona esto. Que no surjan prejuicios: ¿Me voy a enfrentar a un tebeo con una reinterpretación punky de Superman o a un libro de filosofía? “El barbero y el superhombre” no está en un extremo ni en otro, sino en un punto intermedio.

El protagonista es Superman, al que reinventáis nada menos que como un filósofo. Y, por si fuera poco, Lex Luthor resulta ser el teórico social Michel Foucault.

La idea parte de un debate de 1971 entre Noam Chomsky y Foucault que puede verse en Youtube. Ya lo habíamos visto varias veces, pero, un día, al reverlo comprendimos que estos dos personajes representaban dos maneras casi opuestas de ver la filosofía, las relaciones de poder, la lucha obrera. Y de pronto nos pareció que Foucault era igual que Lex Luthor, y Chomsky, que Clark Kent.

Lo cierto es que físicamente se parecen mucho.

A partir de ahí, del enfrentamiento de estos dos personajes, se nos ocurrió narrar la lucha de las dos corrientes de pensamiento que se fueron alternando en la segunda mitad del siglo XX. Pero nos parecía una traición hacer una novela demasiado seria porque, al fin y al cabo, hablamos de Superman. Y ahí es donde aparece toda la parte comiquera del relato. Somos lectores de cómic de toda la vida y Superman es nuestro personaje favorito.

Habéis transformado la historia de la segunda mitad del siglo XX en un desaforado tebeo de la DC.

Exacto, hemos querido contar cómo hubiera sido el siglo XX si hubiera sido un cómic. En un momento dado de la escritura, tuvimos claro que podía ser muy divertido tratar todos los movimientos de contracultura y disidencia de esas décadas como una caricatura de cómic. Por ejemplo coger a los “hippies” y los panteras negras y convertirlos en dos bandas de tebeo. Llevarlos a la cosa más extrema, a la sobreactuación, la caricatura, como se hace con Chomsky o Foucault.

Convertís a Andy Warhol en un androide…

Ese es otro ejemplo. En el colectivo admiramos mucho a Andy Warhol. Es uno de los grandes pensadores y artistas del siglo XX. Sobre todo el primer Andy Warhol, que luego pierde interés su obra pero su persona sigue siendo muy interesante. Y cuando lo ves en algún documental… es que tienes toda la sensación de que es un autómata. Habla como un autómata. Yo creo que ahí no hemos sido nada fantasiosos. Y además él lo dijo en alguna entrevista: Sugirió que le gustaría ser un autómata.

También desfilan el Watergate, Chernóbil… y hasta el hotel Chelsea, al que convertís en una base de villanos a lo Espectra en las películas de James Bond.

Es que el hotel Chelsea tiene un poco de eso. Joder, estuvieron todos: Leonard Cohen con Janis Joplin, Sid Vicious matando a su mujer, William Borroughs acabando “El almuerzo desnudo”, Arthur C. Clarke y Kubrick preparando “2001: una odisea del espacio”… Todo son bombas culturales lo que se han hecho allí. Ahora ya no. Nosotros estuvimos alojados hace unos años y luego lo cerraron para restaurarlo y no sé cómo lo habrán dejado. Supongo que será un hotel de turistas normales.

Porque Trump llega tarde. Si no, seguro que lo hubierais metido en la novela.

Hubiera sido un personaje perfecto. Le pasa como a Nixon o Ronald Reagan: que son muy de tebeo. Y Trump es el ejemplo máximo.

Pintáis un Superman muy distinto del que conocemos: infeliz, con una vida personal miserable, con carencias emocionales… y todo lo vemos a través de su peluquero.

Podíamos haber escrito la novela en primera persona, pero como queríamos reflejar esa dualidad psicológica entre la parte humana, que es Clark Kent, y la superhumana, se necesitaba una visión externa, y así surgió lo de contarlo a través de los ojos del barbero, que es como su confesor, a quien le revela sus dudas. El personaje de Superhombre se nos hacía más interesante con ese punto de vulnerabilidad.

Del otro lado están los Chicos Salvajes, los villanos, por cuyo terrorismo intelectual contra cualquier mínima base social o educativa parecéis sentir una secreta simpatía.

Confesamos que sí, aunque igual hubiésemos preferido que no se notase. Mucha gente que ha leído el libro nos dice también que es mucho más atractivo el mundo de los Chicos Salvajes que el de superhombre, cuando a lo mejor nos hubiese gustado que se viese la ridiculez de ese terrorismo intelectual, que llega a ser a veces un poco infantil. En todo caso, cada lector simpatiza con un lado o con otro.

Hoy vivimos inmersos en una inquietante plaga de corrección política. ¿No os da miedo publicar una novela tan políticamente incorrecta? Lo mismo os montan una campaña en contra en Twitter.

Bueno, eso es lo que tiene escribir para una minoría: que el proyecto se queda en unos pocos, con lo que es muy difícil que pase eso. La verdad es que ni nos lo hemos planteado ni nos preocupa. Pero podría ser divertido. Y nos gustaría que la campaña empezase desde posiciones ultrafeministas que criticasen que aparece la palabra “Superhombre” en la portada. O desde la izquierda más radical. Nos parecería divertido.

¿Sigue teniendo sentido escribir novelas?

¡Más que nunca!… No, es broma. Para nosotros, sí. Se entiende que cuando uno va al Mercat de Sant Antoni y ve todos esos libros de segunda mano, miles y miles, diga: “Hostia, ¿por qué seguimos imprimiendo libros?” Porque ya hay todos los que tiene que haber, y también porque ahora hay formatos que permiten muchas nuevas posibilidades. Pero bueno, de momento es el formato en el que nos sale hacerlo y entonces para nosotros tiene ese sentido: Que nos apetece. Respecto al mundo así en general… no sé.

“El barbero y el superhombre” es producto de una larga elaboración de tres años.

Ha sido una cosa bastante lenta. Y la lentitud viene por una forma de hacer, que es el ponerse a escribir sólo cuando apetece mucho. Y ese caso no se da a menudo: Hay muchas cosas que nos apetece hacer antes que escribir. Y luego ha habido algún parón, proyectos que se han cruzado, algún encargo de relatos. Por eso al final se alarga.

En la novela hay muchos juegos entre lo gráfico y lo escrito, que se combinan todo el tiempo. Habéis explorado las posibilidades del artefacto libro.

Estamos muy contentos de cómo ha quedado eso. El primer borrador en word ya tenía algunos juegos visuales, maquetados cutremente. Esto lo enviamos tal cual a la editorial, los de Aristas Martínez (http://www.aristasmartinez.com), y a partir de esa torpeza maquetada crearon todas estas virguerías. Ellos siempre cuidan mucho sus libros, pero aquí han hecho un trabajo de edición impresionante.

Es inhabitual esa sinergia creativa entre editores y escritores.

Nos entendemos muy bien con Aristas Martínez. Nuestra relación no ha perdido esa frescura del primer momento. Sigue siendo pasión y sexo completamente. Coincidimos mucho en el gusto y el cuidado de la cuestión visual, y también en el atrevimiento a la hora de hacer cosas diferentes, arriesgadas. Eso cuesta encontrarlo y además hay que tener la capacidad de hacerlo. Ellos ya nos han dicho que cada vez que reciben un nuevo libro del Colectivo Juan de Madre se ponen a temblar, porque saben que les va a dar un montón de faena, pero a la vez le tienen ganas, porque les sirve para exprimir su creatividad.

Y están también las ilustraciones de Javier Jubera.

Ya habíamos hecho juntos “La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías” (Aristas Martínez, 2013). Fue un flechazo artístico. Hay una especie de comunión mental, y una amistad. La portada y las ilustraciones que ha hecho esta vez para “El barbero y el superhombre” son… Bueno, ya sólo por eso tiene sentido hacer novelas aún.

“El libro de los vivos” (2011), “La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías” (2012), “new mYnd” (2014)… Cada nuevo libro del Colectivo Juan de Madre se parece poco o nada al anterior.

Nos gustaría que eso fuese algo así como nuestra marca. Los artistas y la gente en general que más nos interesan son los que se reinventan una y otra vez, a veces con más éxito, a veces con menos. Porque, claro, si te mueves puedes tropezar. Pero nos gusta ese riesgo. Hay un grupo de Nueva York, los Drums, que decían: “Cuando seamos buenos en lo que hacemos será el momento de dejarlo”. Esa es una buena filosofía, porque el camino de hacerte bueno en algo es lo divertido. Una vez ya sabes, no tiene gracia.

Cela decía que cada novela suya era un triple salto mortal.

Claro, esta debe ser la idea. Es más cansado, más agotador, porque cada vez debes buscar una voz. Tiene riesgo, pero no nos pondríamos a escribir si ya supiésemos cómo contar lo que queremos contar. Nos aburriríamos.

¿Hay nuevas novelas del Colectivo Juan de Madre en camino?

“El barbero y el superhombre” va a ser la última novela del Colectivo Juan de Madre como tal. Los siguientes proyectos serán de intervención de arte, instalaciones, fanzines…

¿Cómo?

Es que el juego del colectivo, que era un juego de identidades y con la autoría y tal, ya se ha solidificado. Entonces ya no tiene sentido.

Como los Drums.

Exacto: Hasta aquí estuvo bien. La idea de colectivo ha cristalizado, ha quedado bien, pero hay que asesinarlo. Aunque continuaremos haciendo cosas.

¿Habrá más narrativa entonces?

Sí, pero será bajo otro nombre. Será una especie de spin-off del colectivo, lo que dará lugar a un nuevo cambio de voz y tal.

En los últimos años ha surgido en España una literatura de género ecléctica, que trata de mezclar lo culto y lo pop. Vuestras novelas pueden perfectamente encuadrarse aquí. ¿Os sentís parte de un movimiento?

No. Sí tenemos amigos, otros autores, con los que compartimos referentes y quedamos para tomar cervezas. Pero movimiento… aunque ha habido un amago, no lo acabamos de ver. El fandom ha sido bastante impermeable a esa nueva forma de entender el género, que es una forma mucho más porosa y que quiere dinamitar lo tradicional. A nosotros nos interesa esa, más abierta y que no cabe en un sitio estanco como el de la literatura del fandom en España. O bueno, quizá no sea así y nos equivocamos porque está el caso de Guillem López, que ha sido premiado en la Eurocon por “Challenger” (Aristas Martínez, 2015), una novela absolutamente rompedora y que sí ha sido reconocida por ese núcleo duro. Así que igual sí se están abriendo. En cualquier caso las etiquetas no nos acaban de convencer. Creo que sólo ponen otro peso más en el libro e influyen en el lector. Nos gustaría que nos leyesen sin etiquetas.

Quizá sean inevitables.

En eso parece que no se avance. Es muy cansino. Si Kafka hubiese escrito “La metamorfosis” hoy, la habría publicado en una editorial de género y hubiera ido a los premios de la Eurocon. Lo cual no nos parece mal. Lo que nos parece mal es que, cuando un libro está ahí, pierde toda una serie de lecturas y de lectores porque se quedan con la anécdota de que el chiquillo se convierte en insecto. Nosotros, por ejemplo, nos sentimos cómodos en la tradición de la literatura naturalista española. Somos realistas y así nos gustaría que se leyese “El barbero y el superhombre”. Pero claro, como el protagonista vuela… ¡pam! Género.

Si el Colectivo Juan de Madre es un grupo de creadores multidisciplinares anónimos, ¿con quién estoy hablando?

Con una inteligencia artificial.

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