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Podemos RM: superar la apatía, volver a deslumbrar

José Enrique Saura Ruiz

Durante este mes de junio vamos a asistir a un momento transcendente para el devenir político y social de la Región de Murcia en los próximos años. Ese momento será la culminación del debate político y organizativo de Podemos Región de Murcia, lo que se ha denominado “el Vistalegre regional”, que definirá qué perfil va a adoptar la formación como actor social y político: si va a tener más o menos vocación de construir tejido social en todos los territorios o si aspirará con más o menos convicción a poner en marcha un discurso sociopolítico alternativo al sesgo conservador que existe en la mayor parte de ámbitos de la política regional, abandonando cualquier complejo de subalternidad frente a otros partidos de nuestro entorno autonómico.

Echando la vista atrás nos encontramos con el carácter novedoso y revelador del punto de partida de este congreso interno. Me refiero a que este proceso ha sido impulsado única y exclusivamente por los círculos de Podemos en la región, es decir, por la militancia, como respuesta a la resistencia inicial de la actual dirección regional de Podemos, que inicialmente optó por postergarlo a 2018.

Un hecho así no tiene precedentes en ninguna otra formación política, nunca las bases de un partido habían tomado las riendas con tanto protagonismo para marcar la agenda de los debates internos, y como primera lección de ello, he de resaltar el carácter activo y las ganas de cambio de la militancia en la Región de Murcia: la mitad de los círculos de toda la geografía regional (Murcia, Cartagena, Molina de Segura, Águilas, Jumilla, Mazarrón, círculos sectoriales como el de mayores, etc...) dieron este paso - solo era necesario que lo hubiera promovido una tercera parte, según los estatutos.

La segunda conclusión a la que llego es que a la actual ejecutiva autonómica de Podemos ha estado falta de capacidad (o quizás de voluntad) para escuchar y ver lo que le venía transmitiendo la militancia, que no ha sido otra cosa que la necesidad de abrir un análisis sobre qué política se está haciendo en la región, tanto a nivel interno como externo, y plantear qué necesitamos repensar o reconstruir. Podría decirse que, en los últimos meses, el sentido del momento político para la actual dirección regional no tenía nada que ver con el interpretado por gran parte del resto de miembros que integramos este partido-movimiento.

Y es que, tras la asamblea ciudadana estatal de Podemos -que tuvo lugar el pasado mes de febrero en Vistalegre (Madrid)-, en muchas autonomías del Estado pronto se puso en marcha la convocatoria de congresos autonómicos para llevar a cabo el análisis de la situación política local, poniéndolo en relación con las nuevas líneas políticas y organizativas decididas democráticamente por los inscritos en Podemos.

Tras Vistalegre II, se abrieron procesos en Canarias, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Navarra o Castilla y León, entre otros. Por eso, en muchos círculos de Murcia no se entendía que la dirección regional continuara actuando a nivel organizativo sobre la base de unos modelos pensados para un ciclo político agotado y sin más hoja de ruta que la mera inercia. A modo ilustrativo sobre la necesidad de renovación, recordemos que la Comisión de Garantías autonómica necesitaba volver a constituirse, varios consejos ciudadanos municipales se habían quedado sin quórum para reunirse a consecuencia de las dimisiones de sus miembros, o que aún hay círculos con controversias pendientes de solucionar con la ejecutiva regional para poder contar con el visto bueno de ésta y así trabajar dentro de la “oficialidad” de la organización, entre otras cuestiones.

Estos son algunos de los motivos por los que se demandaba discutir unas nuevas bases sobre las que asentar la organización a nivel interno y externo.

Una vez que la convocatoria del congreso era un hecho, lo normal hubiera sido centrarnos en renovar ideas y poner nuevos mimbres organizativos en la esperada asamblea ciudadana que ya sí se veía venir. En lugar de ello, se han oído voces que, desde distintos ámbitos del partido en la región y desde diferentes sensibilidades de Podemos, hasta hace muy poco tiempo, reclamaban que se plantease una sola candidatura al consejo ciudadano autonómico y, lógicamente, un solo modelo político y organizativo, sin más alternativas a contemplar. La fundamentación de esa petición era básicamente el llamamiento a la “unidad” que se escuchó el Vistalegre II durante el proceso estatal.

Y eso fue algo que, nuevamente, sorprendió a un buen número de militantes, pues trabajar por la unidad de la organización no está reñido con abrir un debate que pueda enriquecernos a través de la expresión de las distintas sensibilidades.

Apelar a la “unidad” para justificar un “cierre por arriba” mediante el acuerdo de unos pocos, obviando la voluntad de la militancia, es tergiversar esa palabra. En diferentes asambleas que han llevado a cabo distintos grupos de militantes se ha percibido que las bases lo tenían claro: cerrar la asamblea ciudadana con una sola propuesta respaldada mayoritariamente por la dirección saliente y entrante sin discutir abiertamente nuevos modelos de funcionamiento, no es “unidad”, es imitar los congresos del PP o de Ciudadanos.

Afortunadamente, ese cierre por arriba de la asamblea ciudadana se ha diluido, debiéndose, desde mi punto de vista, a que la militancia ha demostrado madurez en las distintas asambleas de las últimas semanas al exponer y defender la oportunidad de un análisis democrático y horizontal que trace las directrices de la andadura de Podemos Región de Murcia en los próximos años.

Pero lo anterior ya es el pasado; ahora, por fin, hemos empezado a plantear y debatir propuestas. Por ejemplo, estamos discutiendo de forma constructiva sobre el modelo de liderazgo del que debemos dotarnos en la Región de Murcia.

Sobre esta cuestión hemos de partir diciendo que venimos de un modelo de dirección en el que se ha apostado hasta ahora por una figura de hiperliderazgo que, a menudo, encarnara en su persona todo lo que Podemos quisiera transmitir o representar para la sociedad murciana.

Atendiendo a los datos de un estudio publicado a mediados del pasado mes de mayo en la web “maspoderlocal.es” por Ismael Crespo Martínez -catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Murcia-, podemos concluir que habérnoslo jugado todo a la carta de realzar la imagen del secretario general para crecer en aceptación entre los murcianos, ha producido efectos contrarios a los deseados: el informe indica que, a día de hoy, solo 4 de cada 10 murcianos conoce a Óscar Urralburu, nuestro secretario general, y su valoración como político es, con un 3.6, la más baja con diferencia de todos los líderes políticos regionales. Desde luego, nada que ver con los resultados que arrojan para nuestro partido otras formas de liderazgo locales más colegiadas y plurales, como es el caso de Andalucía con compañeros como Teresa Rodríguez, Libertad Benítez, Jesús Rodríguez, etc.

A su vez, esta política de comunicación centrada en poner el foco en el secretario general ha eclipsado una parte importante de la acción política realizada en los diferentes municipios e instituciones locales, lo que ha impedido que se conozcan con claridad algunas de las verdaderas señas de identidad de la filosofía de Podemos.

Un ejemplo cercano de ello lo tenemos en Molina de Segura, donde Podemos ha defendido frente a PP y PSOE la remunicipalización de SERCOMOSA, empresa local de recogida de basuras, limpieza, abastecimiento, entre otros, para acabar con la sangría de millones de euros que salen anualmente desde las arcas molinenses hasta los bolsillos de los gestores privados, y, por supuesto, para dignificar la calidad en el empleo de varios cientos de trabajadores del municipio que conforman la plantilla de SERCOMOSA. Finalmente, PP y PSOE votaron juntos para que SERCOMOSA no fuera remunicipalizada y continuara siendo un saco roto para los molinenses.

Estoy convencido de la importancia de que se hubiera visibilizado, desde Podemos Región de Murcia, el trabajo de los compañeros concejales del Ayuntamiento de Molina durante este periodo. Creo que, además de dar a conocer lo que defiende Podemos en cada uno de nuestros municipios, a muchos murcianos y murcianas les habría llamado la atención el comportamiento de PP y PSOE frente a la posibilidad de gestionar desde lo público y de forma más eficiente algunos de los servicios esenciales para nuestra calidad de vida.

Tampoco ha tenido el eco que merece el trabajo de los compañeros de Alternativa por Santomera, poniendo en marcha e implantando con éxito un método de presupuestos participativos -pese a ser una muestra característica de nuestra aspiración por democratizar la gestión local frente a la inoperancia de los partidos de siempre.

Mi recomendación y mi esperanza es poner fin al personalismo concentrado en pocas figuras de la dirección autonómica, y pasar decididamente a mostrar el trabajo de Podemos en los distintos puntos de la geografía regional contando para ello con los compañeros que realizan esa labor.

Por otra parte, una de las mejores noticias que el desarrollo de las semanas previas a la asamblea ciudadana ha deparado a los miembros de Podemos en nuestra región es ver que, desde todas las candidaturas formalizadas para concurrir a la asamblea ciudadana, se reconoce la necesidad de hacer un esfuerzo por la integración, objetivo que nos obliga a recomponer una organización en la que por fin quepamos todas.

Digo esto porque, hasta ahora, nuestra incapacidad para integrar compañeros de partido y de otras formaciones afines en nuestros proyectos políticos, ha sido nuestro verdadero talón de Aquiles.

Prueba de ello es que, a lo largo de los últimos dos años, en la mayoría de los Consejos ciudadanos municipales de la Región de Murcia ha habido dimisiones de consejeros e, incluso, de secretarios generales por desavenencias internas; igualmente ha sucedido con miembros del Consejo ciudadano autonómico.

Si analizamos el panorama de puertas para afuera, nos encontramos con la delicada situación de las candidaturas de unidad popular en Murcia. Concretamente, con el hecho de que los militantes de Podemos y de formaciones afines no fueron capaces de aglutinar en una sola candidatura esfuerzos y trabajo en pos del cambio político de la ciudad de Murcia en las elecciones municipales de 2015. Hubiera sido necesario que la dirección de Podemos Región de Murcia hubiera tratado de advertir lo importante que era la integración en ese momento, pero no fue así y se abogó por concurrir a las municipales desintegrados en (permítaseme la licencia) el “Frente de Liberación Judáico-Murciano” por un lado, y en el “Frente Judáico-Murciano Popular”, por otro. Aún recuerdo cuando, estando de apoderado el día de la votación, se acercaban simpatizantes de Podemos confusos al colegio electoral porque no sabían a quién votar; cuando se le explicaba que había miembros de nuestro partido en dos listas diferentes, el desconcierto estaba servido.

Pues bien, si asistir a dos candidaturas para representar a un mismo electorado y defender un programa político similar no hubiera sido bastante triste, también hemos tenido que asistir a una nueva escisión dentro de uno de los grupos municipales, resultante de una de estas candidaturas. Me refiero al caso de Luis Bermejo, que abandonó el grupo municipal de Ahora Murcia para continuar su labor como “no adscrito” hace unas semanas.

El motivo de esta ruptura fue que, tanto desde Ahora Murcia como desde la dirección de Podemos Región de Murcia, se acusó a este concejal de haber mantenido vínculos con imputados por corrupción urbanística, y de incumplir el código ético de nuestra formación. Sabemos, a día de hoy, que esta desagradable situación -y el desgaste que la misma ha podido generar al partido en Murcia-, pudo ser evitada; no en vano, la Comisión de garantías estatal de Podemos resolvió recientemente que el comportamiento de Bermejo ha estado en todo momento dentro de los principios éticos del partido. Por ello, no puedo evitar lamentarme especialmente de esta cuestión que arrojó ruido a la opinión pública, deterioró la imagen de Podemos a nivel autonómico y municipal, y desvió la atención de la sociedad murciana durante unas semanas en las que las portadas de los medios eran ocupadas por las sospechas de corrupción del anterior presidente autonómico, Pedro Antonio Sánchez.

Por todo esto deduzco que la capacidad de integrar ha sido una carencia en el actual ejecutivo de Podemos, y sin duda alguna, hoy es más necesaria que nunca una dirección que apueste de forma generosa por la confluencia política en torno a proyectos de cambio y por abrir las puertas a la diversidad y el pluralismo en todos los órganos de dirección, entendiendo que los mismos enriquecerán la cultura organizacional de todos los miembros del partido.

En cuanto a nuestra identidad y nuestra forma de entender la política, de Vistalegre II surge la aspiración de ser un partido-movimiento: no hay que renunciar a emplearse a fondo en las instituciones, pero tampoco hay que olvidar que los grandes cambios estructurales solo son posibles si vienen empujados por las clases populares, por eso debemos estar siempre junto a ellas a pie de calle. De aquel fin de semana en la que se desarrolló el congreso de Vistalegre II, me parece oportuno señalar una frase de Irene Montero que resume a la perfección esta filosofía política: “Debemos pisar la moqueta y el asfalto, pero no nos puede gustar más pisar lo primero que lo segundo”.

Entiendo que en estos dos años de trabajo en la Asamblea Regional, sí nos ha gustado más pisar la moqueta de los edificios oficiales que el asfalto de las luchas en la calle. Eso es algo que hay que revertir inmediatamente debido al desencanto causado en muchos miembros de la organización.

Respecto a lo anterior, resulta muy ilustrativa la respuesta política de Podemos Región de Murcia a la agresión que sufrió una integrante de grupos neonazis el pasado mes de enero en la puerta de un bar céntrico de Murcia. Hay que recordar que, desde hace varios años, asociaciones y colectivos por la tolerancia y contra el racismo vienen denunciando la actividad violenta –“cacerías”, palizas e incluso ataques con arma blanca en muchos casos- en Murcia de grupos de extrema derecha con los que posteriormente ha sido vinculada la chica agredida, hasta el punto de que esos colectivos pro derechos humanos habían denunciado públicamente y en muchas ocasiones (hasta 67 colectivos lo hicieron a finales de 2015 a través de un manifiesto) la pasividad de la Administración ante esta lacra que tanto daño hace a la convivencia en Murcia.

Lo deseable era, en primer lugar, que la dirección de Podemos hubiera sido el altavoz de estos colectivos en ese momento, y se hubiera puesto sobre la mesa la inacción de las autoridades competentes para censurar la actividad de estos grupos neonazis, lo cual ha terminado por generar una espiral de violencia que se vino a reforzar en esa ocasión con respuestas violentas por parte de grupúsculos de anteriores víctimas.

Y, en segundo lugar, que Podemos aportara soluciones habiendo llevado a las instituciones propuestas ya planteadas por estos colectivos, como, por ejemplo, campañas de concienciación, prohibición de utilizar la vía pública para realizar campañas xenófobas, vigilancia para que no se perturbe la convivencia en tolerancia dentro y fuera de los centros de educación secundaria, etc.

En lugar de todo eso, Podemos salió al paso pidiendo simple y llanamente más policía, como si esto fuera un problema de efectivos policiales y no de saber convivir en tolerancia.

Esta tendencia a la hora de plantear alternativas políticas, centrándonos en mirar desde la puerta de las instituciones hacia dentro y ser miopes a la hora de tomar prestada la inteligencia colectiva de la sociedad civil organizada, nos está pasando factura. De hecho, la última encuesta electoral sobre la situación de los distintos partidos en la Región de Murcia, realizada por Metroscopia y publicada por La Verdad el pasado mes de abril, muestra cierto desgaste. De hecho, con una ley electoral mucho más favorable para nosotros ahora que en 2015 no aumentaríamos el número de diputados en la Asamblea Regional, mientras que Ciudadanos sí lo haría e Izquierda Unida pasaría de 0 a 2 diputados.

Mi esperanza es que, tras la Asamblea ciudadana regional, Podemos Región de Murcia sea capaz de adoptar y reflejar el trabajo que muchos colectivos sociales hacen fuera de las instituciones y que dan un enorme sentido a nuestro partido como herramienta de transformación necesaria para el cambio político hacia una mayor justicia social, de esa forma nuestra organización volvería a ser atractiva para una parte de la sociedad murciana para la que actualmente no lo estamos siendo.

En el Ayuntamiento de Murcia he podido presenciar cómo las candidaturas de unidad popular en las que participan miembros de Podemos han llevado a la agenda política conflictos de trabajadores en huelga, reivindicaciones de grupos feministas o de asociaciones vecinales, haciendo partícipes a estos colectivos durante el proceso de acción política dentro de la institución. Sigamos este ejemplo y salgamos de nuestro “espacio de comfort” en la Asamblea Regional, un espacio que nos lleva a olvidar que nos debemos a la gente que está fuera de ese edificio.

Sigamos también el ejemplo del trabajo codo con codo realizado nuestra eurodiputada cartagenera Lola Sánchez junto a los trabajadores del aeropuerto de San Javier, hasta el punto de compartir horas de trabajo en las propias instalaciones del Parlamento Europeo en Bruselas. Es así como empoderamos (esa palabra que tanto significa para nosotras y, en los últimos tiempos, dejamos un poco olvidada) a la ciudadanía y conseguimos sumar su apoyo a nuestro proyecto político de cambio social y político.

En definitiva, haciendo balance de estos dos años y medio de existencia de Podemos Región de Murcia, llegamos a la conclusión de que, a pesar de los logros que se han obtenido gracias al trabajo de los compañeros del consejo ciudadano autonómico saliente, necesitamos mejorar en la forma de hacer política y construir organización.

Pero ante todo, también hemos de tener presente que somos una herramienta de cambio con mucho potencial, y la clave durante la próxima asamblea ciudadana regional es ser capaces de aprovecharla para aportar nuevas ideas, nuevos impulsos, nuevos compañeros a los órganos de dirección, en definitiva, relanzar la organización.

Mentiría si no dijera que creo que los compañeros de “Juntas Podemos”, integrados por miembros de “Podemos para Todas”, “Podemos en Movimiento” y militantes procedentes de los movimientos sociales, son los que más esperanza me generan en que, en el nuevo ciclo político, Podemos Región de Murcia ofrezca su mejor versión a nivel político y organizativo. Pero tengo igual de claro que, si los resultados no fueran los que refiero, desde el minuto 1 animaré de la misma manera a los militantes de mi entorno a arrimar el hombro para lograr echar al PP y a sus corruptelas del Gobierno de la región en 2019.

*José Enrique Saura Ruiz es miembro fundador del Círculo Podemos Murcia-Costera Sur

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