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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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¿Símon Bolívar o Francisco Franco?

Joaquín Sánchez, 'el cura de la PAH'

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A los términos despreciativos de “antisistema” y “radical”, que no tienen sentido común, hay que añadir el de “bolivariano”. Cada vez más, desde sectores conservadores y ultraconservadores van aumentando el diccionario de desprecio y crítica a personas, colectivos, grupos y movimientos que están intentado frenar corrupciones, injusticias, recortes en la libertad y en los derechos. Sin ir más lejos el otro día un amigo me dijo lo siguiente: “los que sois bolivarianos queréis destruir nuestra sociedad, acabar con nuestra democracia”, sin salir de mi asombro le comenté si sabía algo de la vida de Simón Bolívar. Él me comentó que sí, que los bolivarianos quieren suprimir la libertad, la democracia, que quieren la dictadura.

En contraposición, justifica el franquismo en cierta medida y no está de acuerdo con la Ley de Memoria Histórica y que se dejen los muertos de la Guerra Civil en las cunetas. Le comenté que Simón Bolívar era llamado el Libertador porque luchó contra el yugo español, quiso extender la semilla de la fraternidad, quiso establecer una unidad continental, quiso abolir la esclavitud y dar la libertad a los indígenas y derogar los privilegios sociales de los ricos, repartió tierras entre los campesinos, que supuso un enfrentamiento con la oligarquía social, quiso devolver al pueblo la soberanía, quiso, igualmente, establecer un gobierno popular, justo y moral, que hiciera que la humanidad, la paz, la igualdad y la libertad fueran sus ideales a la hora de gobernar, que se concretaran en leyes y en las decisiones políticas.

Evidentemente, es un personaje que tiene sus luces y sombras, no hay que idealizar, pero, hay que reconocer que supuso un paso hacia delante de la humanidad en un momento determinado. Al final, recogen los historiadores, murió decepcionado de ver que sus ideales y sueños no acabaron de extenderse por toda Latinoamérica. Por tanto, cuando utilizamos el término “bolivariano” con ese sentido despreciativo, creo que estamos reforzando ese mundo donde de nuevo las clases adineradas y sus políticos afines quieren un mundo mercantilizado y sin libertad, de privilegios para las clases sociales dominantes y de usar y tirar para la gente sencilla, campesina y obrera.

En contraposición a esta figura, vemos como ha reaparecido la figura de Francisco Franco de una manera importante y muy preocupante, sin cortapisas y con cobertura. Desde estos sectores no tienen ningún empacho en utilizar los términos “podemita”, “rojo”, “bolivariano”, “antisistema”, “radical”, etc.. En cambio, en líneas generales, no se responde con los términos de “facha”, “fascista” o “franquista”, porque se tiene más respeto a las personas. Mi amigo me llamó bolivariano y a mí no se me ocurrió llamarlo facha. Utilizando el método socrático le dije que si él quería la esclavitud, el genocidio de los indígenas, que si no creía en la soberanía popular y en la libertad y la paz, respondió con contundencia que claro que sí, mi respuesta fue “entonces eres bolivariano”.

Viendo lo que se ve, tengo la imagen de Arias Navarro cuando dijo “Franco ha muerto” y la sustituyo por otra imagen que dice “Franco ha vuelto”; aunque tal vez no se ha ido nunca, porque no se entiende que desenterrar los restos mortales de una persona en una cuneta y enterrarlo con dignidad produzca tanto revuelo y el gobierno español destine cero euros o que los obispos, algunos de ellos, sigan añorando el nacionalcatolicismo, que hablen de la unidad de España enseguida y en cambio, no hubo manera que sacaran un documento defendiendo a los desahuciados y criticando la usura de los banqueros y la complicidad de los gobernantes.

Algunos dicen que los independentistas no son buenos católicos y yo me pregunto: ¿Los políticos que se proclaman católicos y que hacen leyes para defender la usura bancaria, que no quieren acoger a refugiados ni inmigrantes y sólo piensan en la expulsión, que recortan derechos y libertades, que venden armas a los países en conflictos bélicos, que hacen leyes que desprotegen a los más débiles, que sus políticas neoliberales causan pobreza, miseria y exclusión son buenos católicos?

Estamos en una situación histórica preocupante, de tal manera que los que defienden Los Derechos Humanos están a la defensiva, y es como si tuvieran que justificar cada pensamiento y cada actuación, mientras los que destruyen la dignidad humana y el planeta actúan con absoluta libertad y cobertura, no tienen que demostrar nada, pueden llamar a alguien antisistema o radical, siendo una persona corrupta y que no cree en la libertad, la igualdad, la soberanía popular y la paz y no lo cuestionamos ni se cuestiona.

Estamos en ese momento donde las convicciones profundas deben salir, donde hay que dar la cara con respeto, sin violencia y con desobediencia civil, donde hay que volver a salir a las calles con decisión, sin estar obsesionado sin son muchos o pocos, tener una utopía que nazca del sufrimiento humano y que nuestra indignación se convierta en compromiso esperanzador de por vida, porque nos queda nuestra sensibilidad, nuestra conciencia y nuestra dignidad, porque nuestra democracia y nuestra libertad está en peligro y no es una exageración.

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