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Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Es el mercado, amigas

José Daniel Espejo

Murcia —

Inés Arrimadas se desmarca de la huelga feminista, y lo hace con unos argumentos que nos dejan el culo torcío: primero, el 8M “va contra el capitalismo”; a continuación, la movilización “esconde cuestiones ideológicas”; por último “este feminismo divide”. De su partido no esperábamos gran cosa desde que hace bandera de la custodia compartida automática o difunde bulos sobre denuncias falsas por violencia de género. Si le dejan el micro un rato más igual empieza con lo de “ni machismo, ni feminismo”, pero en fin. Ciudadanos pesca en aguas cuñadas, en las que la creencia de que “el feminismo está llegando demasiado lejos”, porque “la igualdad ya se ha conseguido” es habitual.

Resumiendo mucho: las ideologías son mal. El feminismo es mal. Patriarcado, libre mercado y sagrada unidad de la patria, y a correr. Si Ciudadanos fuese una empresa (en muchos sentidos lo es, pero hagamos como si no), su producto -es decir sus políticas- no sería premium. Si los partidos fuesen restaurantes sería fácil imaginar al PP como un Casa Lucio, o un Asador Donostiarra (cuando no una carnicería Satriale’s), con bien de reservados, maitres de librea, empresarios sacabarrigas y coñacs caros. Ciudadanos sería -quiere ser- un Cien Montaditos. Te crees que no tiene nada que hacer, hasta que ves sus ventas. Y si además añades que de la cocina del PP salen últimamente bichos y olores raros a cada rato, el lío está -perdón- montado.

Ciudadanos no está para vender propuestas políticas concienzudas o novedosas, sino para tener en todo momento las mesas llenas. El producto son ellos mismos, su imagen de preppys aventajados, su rollo JASP. Tienen modelos en que inspirarse, desde Trudeau a Macron, pero lo que miran todo el rato es al todopoderoso PP, sus fallos de imagen, sus debilidades, sus inmensos caladeros de voto, acrítico tal vez, de perfil educativo y sociocultural bajo, muy sensible a lo identitario y emocional, pero no (y esta es la novedad) inamovible. Rivera no ha cometido -como Iglesias en su día- el error de desvelar en una entrevista que su objetivo principal es el de arrebatarle la hegemonía al Partido Popular, pero se puede deducir. De cara a la galería, se presenta como un bastión frente a separatistas y podemitas. A cada poco, acordaos, Rivera es un bastión diferente. Hace unos años lo fue contra la Andalucía “paniaguada” del PSOE y el PER, a la que había que “enseñar a pescar”. Conoce bien las ideas fuerza que atraen el voto conservador, y también que se olvidan pronto, pues a continuación pactó sin empacho la recolocación de Susana Díaz al frente de la Junta.

En el interno, sin embargo, el trabajo es uno: meterle la cuchara al PP. La guerra civil en las derechas hispánicas está servida, pero no esperemos las grandes proclamas hostiles y las tribunas de teoría mesiánica que a modo de artillería han utilizado las izquierdas para la suya. Los partidos del régimen siguen tutelados por Berlín, en donde no se paran a analizar la composición del mix azul-naranja-socialdemócrata, siempre que la porción del semicírculo sumisa a su programa de reformas sea lo bastante amplia.

IDEOLOGÍA SUBCONSCIENTE EN LOS MUNDOS DE YUPPIES

Arrimadas lo tiene claro: la ideología es mal. Los líderes y emprendedores no la tienen, se dedican a triunfar. ¿Qué ideología sostenía Steve Jobs, qué modelo socioeconómico predica Elon Musk? Reto desde aquí a quien sea capaz de encontrar una intervención pública de alguno de estos gurús en la que se pronuncie la palabra “neoliberalismo”. En Davos tampoco se usa. Las ideologías y sus etiquetas caducas son tan siglo XX. Por suerte ya hemos podido pasar página. Y confluir. En el río único del pensamiento único donde el sistema es único. Es el que Es. ¿Y cuál es, que me he perdido? Es el mercado, amigo.

Este discurso de los mundos de yuppies resulta tan cliché que da risa. Corrijo: nos da risa a nosotros, los del bloque crítico. Los que conocemos y manejamos con juguetón desparpajo el término extremocéntrico. Los vemos venir a la lengua con su argumentario sobado, con sus variaciones cutres del rollo aquel thatcheriano de TINA: there is no alternative. O nosotros, o Venezuela, dicen. Ajustes, lo llaman. Austeridad. El campo léxico completo de las reformas necesarias. Etcétera. Hablan de estabilidad y de mirar hacia el futuro con una gestualidad claramente nostálgica de esa época dorada de TINA: los 90, los 00, las décadas que se pasaron sin enterarse de nada, puestos hasta el culo de globalización.

La nostalgia, sin embargo, es una fuerza muy poderosa. Pensemos en el again del lema que ha hecho a Trump presidente. Cuando todo se tambalea, cuando empieza a crecer una ola de cuestionamiento profundo de régimen, de sistema y de cultura, es un buen momento para la ganancia de los pescadores, por usar esa metáfora tan de Rivera. Sigamos. Con las metáforas líquidas, digo. Desde el 15M hay una incomodidad intangible en el campo reaccionario español (no solo entre las derechas). Un malestar, un no entender nada, un frío. Mucha gente de mi quinta se sintió rejuvenecer, ésta es una de las expresiones más comunes, en la primavera de 2011. Mucha otra, me temo, envejeció de golpe.

¿Y la metáfora líquida? Voy, voy. Prisas. En fin. Hay en una parte de la sociedad española un deseo, creciente a lo largo de esta década prodigiosa, de retorno al huevo de TINA. Un anhelo amniótico. Ese mundo pequeño y cálido donde las ideologías no eran necesarias porque todo el mundo tenía la misma y podía hacer como la tita Paqui y no meterse en política. El mercado como placenta. Sonidos acolchados, ininteligibles, que vienen del exterior: feminismo, altermundismo, ecologismo, a saber qué están diciendo esos mataos. Los medios de masas como cordón umbilical.

Todo esto reventó, claro, hace diez años. La gestión de la crisis-estafa y la epidemia de paro, desahucios y recortes como intemperie; la evidencia de la corrupción sistémica como apertura de ojos, la información independiente, en formato digital, como aprender a leer. Y sin embargo, estábamos tan bien ahí dentro, ¿verdad? Como en el cine. Como en un jacuzzi. Como suspendidos (va otra metáfora más) en un tanque de inmersión.

El tanque de inmersión solipsista, ese mecanismo en que alguien flota, con los ojos cerrados y unos cuantos cables enchufados al cuerpo (respiración, electrodos, etc.) en una bañera -o tina- gigante es ya todo un clásico de la cultura popular. Por nombrar algunos ejemplos, está en `Matrix´, y también en `Stranger Things´: un poder superior mantiene a seres humanos en un estado de privación sensorial, para imponer su control y extraer sus recursos. Žižek ha hablado ya bastante de esto, que si lo piensas representa bastante bien, bajo la especie de una distopía totalitaria, el sistema de dominación capitalista invisible (pero de invisible nada) que rige hoy.

Puedo rastrear este motivo hacia atrás hasta 1965, el año de publicación de Ciberíada, de Stanisław Lem. Aparece en uno de los relatos, bastante embebidos del entusiasmo en el bloque soviético por la carrera espacial: un astronauta es sometido, como parte de su entrenamiento, a una larga sesión en un tanque de inmersión, y se le invita a hablar de la conversación que tiene lugar durante esas horas. En efecto, en ausencia total de estímulos externos, nuestro cerebro los inventa, movido por el horror vacui y las ganas de trolear. Esas ilusiones, ese mito de la caverna que se proyecta al quedarnos solos con nuestro subconsciente, suspendidos sin peso en una (perdón) TINA de agua caliente, ese batiburrillo de temores y deseos irrealizables (que mi país sea grande otra vez, como cuando niños, que metan a todos los indepes catalanes en la cárcel, que mane leche y miel de la economía postindustrial) es el montadito que te sirve Ciudadanos, con bien de salsa barbacoa. Por un euro y medio, chavalín.

HEREDAR EN VIDA

Ya que estamos con lo del subconsciente, podemos añadir que nadie va a matar al padre, en la tragicomedia que se traen entre manos las derechas españolas (en las catalanas igual sí). El electorado que podría darle a Rivera la presidencia del gobierno le tiene más miedo a los sobresaltos que un geriátrico a las corrientes de aire, y lo que emiten los de Rivera es más bien palmaditas en la espalda y lo-que-usted-diga-don-Mariano, pacto tras pacto y componenda tras componenda (ahí sigue la senadora Pilar Barreiro, protagonista de tres tramas de corrupción tres, con sus 80.000 euros tuyos y míos al año de sueldo público con el beneplácito de Cs). El peligro que parecían correr al hacerse socios de gobierno de un pato cojo como M. Rajoy se ha dado la vuelta, y la situación se parece ahora a la de un señor hostelero de toda la vida al que han dejado de cuadrarle las cajas. Todo el mundo le empieza a recomendar que descanse un poco, que delegue en el hijo, que ha estudiao. El hijo, claro, es todo amabilidad. Cada vez que el buen señor se da la vuelta, ahí lo tiene, al mayor, con la sonrisa y los ojos clavados en la nuca de papá. Ante los clientes, ante los empleados, ante el resto de la familia todo son abrazos y qué orgulloso estoy de mi chaval, pero por las noches, en sus pesadillas, ahí aparece, el muchacho, diciendo siéntate un rato, papá, que ya cierro yo esta noche con el cuchillo del jamón en la mano.

Ni los de azul ni los de naranja pueden permitirse cargar las tintas contra el otro, pero saben que el electorado votará movido por el relato que consigan imponer. Los elementos narratológicos de ese relato van a ser muy parecidos: unidad, grandeza y libremercado de la patria, acallamiento de las ruidosas masas críticas, feministas, ecologistas e independentistas mediante un férreo orden nostálgico-católico y sumisión a nuestros tutores de Washington y Berlín. Pero uno de los dos, y aquí está la madre del borrego, aparecerá como ganador. Más que la vertiente ética o democrática de la lucha contra la corrupción primará la idea de solvencia, de ofrecer el proyecto más competitivo. A golpe de guión, claro, no esperemos elaboradas propuestas etcétera. El PP venderá la posición de Guindos y Rivera se hará fotos con Macron, todos poniendo cara de pura sangre vencedor.

Pero además, y será interesante, ambos colarán de estraperlo ideas de color caca para pegárselas al contrincante. La inexperiencia de los de naranja, la facundia ibérica trasnochada de los de azul. Dependiendo del empuje de Ciudadanos, es posible que Rajoy se vea obligado a mover ficha para modernizar la imagen del partido, que por algo se ha dejado casi diez puntos en intención de voto desde la reelección de don Mariano, y desde luego no es un festival de la juventud. Al presi ese tipo de presión no le gusta nada. Para empezar, porque él mismo está donde está gracias a su arte de fontanería, a su habilidad para moldear una organización tan gerontocrática, jerárquica y vertical como un convento o un cuartel, donde las salidas de tiesto se pagan caras. Pero también porque tras las salidas con deshonor de Wert y Soria y la detención de Rato él es uno de los poquísimos que quedan vivos de la foto en la boda de Anita Aznar, y aún no se conoce el caso de un político que decida modernizarse en dirección a la puerta por su propio pie. En la trastienda de Satriale’s, local que ha conocido, la verdad, tiempos mejores, a la parroquia no se la manda sin más ni más para su casa sin correr el riesgo de que te la líen bien parda.

¿Y después? No habrá entierro. Ni condolencias. Lo más traumático que podría ocurrir sería una especie de abdicación: Rajoy dirá lo siento, me he equivocado, no volverá a etcétera y pactará para hacer presi a Rivera antes de dimitir. Se saldarán las deudas, se pagarán los vasallajes. Todo habrá cambiado para que nada cambie jamás.

MANIOBRAS MEDIÁTICAS EN LA OSCURIDAD

Antes de eso, claro, el país votará. Varias veces. Pero antes incluso de que el país vote, votará El País, jajaja. Perdón por el chiste fácil. Pero así es. En la carrera, ya en marcha, por la hegemonía de las derechas hay un factor clave, y es la apuesta que hagan los grupos mediáticos. Una apuesta que será más bien una profecía autocumplida. En efecto, los medios votan, pero no como nosotros, que lo hacemos una vez cada cuatro años y solo podemos escoger una opción. Prisa, o Prensa Ibérica, o Mediaset pueden votar a medias, y cambiar el voto de un día para otro, y -sobre todo- venderlo. Muy caro.

La guerra civil de las derechas se está librando estos días en los consejos editoriales, en las secciones de opinión, en las escaletas de los informativos. Es un mundo muy pequeño (entre Atresmedia y Mediaset, propiedad de unas pocas familias españolas e italianas, facturan el 85% de la publicidad televisiva de todo el mercado del país), donde las lealtades están cuantificadas y los posicionamientos políticos se entienden como inversiones (buenas o malas). Las simpatías ideológicas viran como el cierzo tras la llamada de un Agostini o un Lara (preguntadle a Ferreras si no os lo creéis), y la apuesta correcta se paga con una nueva licencia, o con un favor personal. Soraya SS maniobrando para mantener a Cebrián como director de Prisa contra el criterio de Ana Patricia Botín es solo un episodio de este (alerta chiste malo) The Wire informativo que tenemos en España, no por casualidad el país europeo con los medios menos fiables, según la Universidad de Oxford.

MERKEL APPROVES

Y a todo esto, ¿Merkel qué dice? ¿Tomará partido la dama de hierro de la menguante UE? La sintonía entre doña Ángela y don Mariano es legendaria, por lo que dicen. Legendaria por su inexistencia, me refiero. Un Cero Kelvin en la escala de sintonías. La baza hasta ahora del presi se basaba en una cosa: su capacidad para contener esa tormenta de incertidumbre llamada Unidos Podemos, que al igual que Syriza, Cinque Stelle o la nueva mayoría portuguesa, constituye una pesadilla bajo la óptica de Berlín. Lo último que desea nuestra simpática canciller es una ruptura democrática en España que la obligase a torcer la ortodoxia neoliberal de sus políticas, y ese temor ha influido hasta ahora en ciertas decisiones del BCE, como la extensión del quantitative easing, o el mantenimiento de los tipos. Obviamente, a los mandantes de Bruselas no les importa la pureza de la mayoría parlamentaria (más azul, más naranja o más rojiza) de una nación periférica como España, sino la obediencia con que se transmitan sus dolorosas órdenes de ajuste, y para ello prefieren mayorías amplias, gobiernos de concentración, hegemonías ejecutivas. Si Rivera, que ya está viendo abrirse unas cuantas puertas traseras nuevas en Europa, consigue convencer allí con un proyecto aglutinador capaz de ampliar esa mayoría mejor y más rápido que el PP, tendrá vía libre. A cambio, se comprometerá (puede que lo esté haciendo ya) a un calendario de reformas de choque. A ese calendario, que se parecerá poco al que cuelga -grasiento y explícito- en la pared del taller mecánico de mi barrio, ya podemos empezar a tenerle miedo, mucho miedo.

ES EL MERCADO, AMIGAS

Pues sí, amigas. Es el mercado, amigas. O es el patriarcado, amigas. O es la sagrada unidad de la patria, amigas. Hay muchas cosas, casi todas, por encima de las amigas, para Inés Arrimadas. En la partidita de damas que están echando Albert y Mariano por la hegemonía de las derechas, los derechos de las damas no valen para matar nada, y sí para que te maten a ti. Ciudadanos no iba a regalarle a estas alturas del juego al PP el botín de la reacción antifeminista, con lo vistosa que es y la cantidad de articulistas y cuñados que se la están trabajando. Los naranjas se abrazan al PP para hundirlo y el panorama político español de la era de la cataluñitis se derechiza varios órdenes.

Buenas noticias esas, casi las únicas, para un Pedro Sánchez que ya puede marcarse un manspreading en el extremocentro del tablero. Pero solo un momento, porque el pacto por la sagrada unidad de la etc que une al PSOE con esos dos que están peleando en el barro sigue vigente. ¿Se atreverá Pdro a hacer algún gesto -de esos ensayados ante el espejo- que indique que tiene algún plan para lo catalán más allá del 155 y su interpretación salafista del Corán, digo, el Código Penal? ¿Habrá guiños a intentar una solución a la portuguesa?

Antes aceptamos portavoza como animal de compañía.

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