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Ave Trump, los que te van a seguir te saludan

Donald Trump tras su victoria

Elisa Reche

La victoria de Donald Trump en Estados Unidos es una bofetada al establishment político y económico. Y lo que vendrá en Europa, donde nos llegan las corrientes del país norteamericano al cabo de pocos años. Por no hablar de los ya existentes Le Pen en Francia, Nigel Farage en Reino Unido, Geert Wilders en Holanda, Timo Soini en Finlandia, Viktor Orban en Hungría, y los partidos de extrema derecha y ultranacionalistas Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) y el reciente Alternativa por Alemania (AfD). Y los que me estaré dejando en el tintero. Puede que no falte mucho para que estas agrupaciones y líderes políticos europeos se disputen mano a mano la presidencia del Gobierno como acaba de pasar en Estados Unidos.

¿Cómo se explica este auge de la extrema derecha nacionalista en `Occidente´? La reconstrucción de Europa y el apoyo de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial puso de nuevo en marcha la economía de un continente hecho trizas que apostó por el estado del bienestar y por la estabilidad de las clases medias. Ese ideal que movió a Europa ha ido deshaciéndose por obra y arte de la globalización y la renuncia del Estado a favor de la poderes económicos. Si externalizamos la mayor parte de las industrias que emplean a las personas, como ha sucedido, difícilmente los euroamericanos –como nos llaman los japoneses- consigamos todos encontrar trabajo en los sectores del diseño, la informática, la ciencia, la tecnología y las artes. Sin empleo estable, adiós clase media, baluarte de la moderación.

¿Cómo le explicas al hombre blanco de Estados Unidos o de Europa que no hay trabajo para todos, que en el caso de que trabajes ganarás poco dinero, que el Estado está claudicando ante el estado del bienestar e invierte menos en educación y sanidad y que la respuesta a partir de ahora es el decrecimiento, es decir, apretarse el cinturón y vivir con menos? ¿Cómo explicar que el capitalismo global ya no puede generar más riqueza para todos en Occidente?

Ningún imperio pierde su poder con aceptación y humildad. Ningún individuo acepta la pérdida de privilegios cruzado de brazos. No, hay que echarle la culpa a alguien: a los negros, a los musulmanes, a las mujeres, a los hispanos, a los homosexuales. Encontrar un chivo expiatorio es mucho más fácil que reconocer que nuestra superioridad política y económica está decayendo. Dentro de 100 años creo que se estudiará el 2008 como el principio del fin de la hegemonía occidental que comenzó en el Renacimiento y se instituyó definitivamente con el descubrimiento o la invasión de América. Ave Trump, nuestra decadencia te saluda.

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