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“No diferenciamos entre números, imágenes, sufrimiento y conflictos”

Laura Delgado de Médicos Sin Fronteras / Elisa Reche

Elisa Reche

El conflicto del país africano está prácticamente silenciado en los medios de comunicación, a diferencia del de Siria. Ambos han sido los protagonistas de la campaña de inmersión visual de la ONG en la Plaza de la Universidad. Laura cuenta a eldiariomurcia su experiencia en Sudán del Sur, Yemen y otros muchos lugares de Oriente Medio y el Norte de África, donde la guerra deja una huella enorme, tanto física como psíquica.

¿Cuándo ha estado en Sudán del Sur?

Estuve el pasado diciembre por segunda vez. La primera vez llegue en 2014, a principio del conflicto me incorporé al equipo como apoyo al equipo de salud mental. Soy psicóloga y voy a lugares donde tenemos intervenciones de salud mental.

¿Cuáles son las principales dolencias psíquicas que se encuentra?

Los trastornos principales en un desplazamiento tienen un nivel de impacto psicosocial enorme. Hay muchos procesos de duelo no acabados, tanto por la pérdida humana, como la pérdida material en lo que respecta a los roles y la pérdida de salario. También vemos depresión y ansiedad, sobre todo ésta última. Además, se pierden los referentes espirituales que rigen tu vida. Tus pilares morales se derrumban.

¿Quién sufre más en los conflictos armados?

Quien sufre más son los niños. Son al mismo tiempo los más vulnerables, pero también tiene más capacidad de recuperación, las dos caras de una moneda. Pero lo que más recibimos en nuestros servicios son mujeres porque en general en los centros de protección de civiles la mayoría de personas que se acogen son mujeres y niños. La mayoría de los hombres está luchando y muchos de ellos han fallecido. También el rol del hombre en ciertas sociedades no se permite tener una problemática emocional, incluso a veces también pasa con las mujeres.

En las guerras la mujer adquiere más responsabilidad en el día a día al estar el hombre en el frente.

La mujer al final adquiere un rol maternal y maternal porque el padre está en la batalla y tiene muchísima presión y falta de recursos. Es muy importante mantener una estabilidad en la terapia, pero hay que entender que muchas veces fallan porque en el contexto la prioridad es salir a buscar comida y cocinar para sus hijos. Van al médico cuando ya están muy mal.

¿Cuál ha sido la misión más dura en la que haya estado?

Para mí a Sudán del Sur ha sido la misión más dura. En primer lugar, por la dureza de lo que se ve y las malas condiciones de vida dentro del centro de protección de civiles. Las condiciones de vida para nosotros también eran muy duras: los hospitales de campaña son tiendas de campaña de plásticos con 50 grados, los pacientes están sudando, todo el mundo está agotado, con mosquitos, tomando antimaláricos, mucha gente pasando malaria o diarrea en un sitio que no es higiénico.

Otro ejemplo de violación de los derechos humanos y del derecho internacional bestial es Yemen. Caen bombas todos los días y en los periódicos aparece el aparecen listas con el nombre los números de civiles muertos. El primer día no duermes con las bombas, el segundo día te cuesta dormir y el tercer día estás rendido y te duermes. Al final la violencia se convierte en algo rutinario. Médicos Sin Fronteras lleva ya allí tres hospitales atacados. Y en Siria hay ataques contra estructuras sanitarias cada semana.

La violencia de género se agudiza en los conflictos.

El tema de la la violencia de género es muy tabú. Sabemos que en los conflictos de guerra y desplazamientos es donde más se dan episodios de violencia sexual. En cambio, no llegan muchos casos y porque hay muchísima estigmatización. Trabajamos mucho con líderes comunitarios, a diario hacemos campañas de sensibilización y reducción del estigma de la culpa y señalamos la importancia de buscar tratamiento médico antes de 72 horas con apoyo psicosocial.

¿Qué la ha parecido la respuesta de los Gobiernos europeos con la crisis de los refugiados en Siria?

Los gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias. No se está viendo la capacidad de respuesta, sino de una búsqueda de justificación. No veo intención de abrir canales legales para acoger a los refugiados. Siria está en el Mediterráneo y esa frialdad a la hora de cerrar los ojos impresiona. Puedes imaginarte cómo están allí día tras día caminando con los niños, que son lo más vulnerables de este mundo, con frío, lluvia, viento, falta de comida y de higiene. En Irak muchos de los desplazados no acabaron el camino por las condiciones de salud y ambientales.

Una crítica común a la ONG es que se encargan de asuntos de los que deberían ocuparse los Estados.

Nosotros también pensamos que deberían ocuparse los estados. Hemos estado trabajando y respondiendo a la llegada de los a los refugiados sirios. Hemos puesto en marcha una operación en mar y en tierra en 2015 con 30 millones de euros y ni un euro viene de manos de gobiernos. Tenemos muy poca financiación pública porque para nosotros la independencia económica es muy importante solamente, tan sólo el 10% de nuestra financiación viene de fondos públicos.

¿Qué le llevó a trabajar de psicóloga en zonas de conflicto?

Me movía mucho el interés personal de la ayuda humanitaria. Había hecho cosas pequeñas a nivel de voluntariado, pero no era suficiente. Quería estar en el sitio y estuve bastante tiempo intentando salir a terreno. Mi primer destino fue Palestina.

¿Se siente extraña cuando está en España?

Sí, sobre todo al principio. Cuando estás con tus amigos no es el tema de conversación. Hay dos polos: quien te dice que eres un héroe y luego está el que te dice que estás como una cabra. No hay ningún punto intermedio. Por otra parte, en nuestro trabajo siempre estamos disponibles. Es difícil planificar a largo plazo, ahora todavía no sé cuál es mi siguiente destino.

¿Qué es lo más echa de menos?

Lo que más echo de menos es la familia y la comida. Por supuesto, ir a las tascas a tomarme una cerveza cerveza a la hora que quiera, sin el toque de queda a las seis de la tarde. También echo de menos tener rutinas porque llevas un ritmo de vida muy intenso. Yo me puedo permitir unos días de estabilidad, pero los refugiados no. Volver aquí es para mí un proceso de recuperación y estabilidad, de cargar energías.

¿Qué mensaje le daría a los murcianos?

Animaría a la gente a que se pase por la campaña para ver más de cerca la realidad con la inmersión visual, que me parece bastante vivida. Nos hace falta todos un poco de sensibilización ya que estamos saturados con tanta imagen en televisión y no diferenciamos entre números, imágenes, sufrimiento y conflictos. Al final es como una película de la que no te sientes parte.

Me gustaría animar a la gente a que tenga iniciativa personal para interesarse por lo que está pasando. Aunque no se interesen por todos los conflictos, al menos que se interesen por alguno. Y si no realizan una intervención más activa, al menos que sean consciente de lo que está pasando ya que los medios dan una información muy sesgada y no tenemos suficientes herramientas para crear tu propia opinión.

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